Que se acomodó bajo los gustos de Lionel Messi. Que privilegia el resultado por sobre el espectáculo. Que este equipo no pasará a la historia si no gana el título. Estos y muchos otros comentarios han caído sobre la cabeza de Alejandro Sabella, el técnico de Argentina, a lo largo de los últimos meses.
Desde que decidió marginar definitivamente a Carlos Tévez del combinado albiceleste, tuvo que convivir con una sombra muy grande. Y, de paso, le hizo ganar muchísimos enemigos en su país. No porque no estuviera en su derecho marginar al goleador de Juventus, sino que las razones que argumentan sus críticos es que la decisión pasó por la mala relación que tenía el delantero con Lionel Messi.
Justificado o no, Sabella no dio su brazo a torcer con Tévez. Pese a que el rendimiento del ariete formado en Boca Juniors era superior al de muchos seleccionados, el técnico siguió firme con su decisión. Messi y Agüero se lo agradecerían.
Formado en las divisiones de River Plate, no sería hasta su arribo a Estudiantes de La Plata a principio de la década de los 80 donde se ganaría el elogio generalizado. Allí, en los pincharratas, salió campeón en dos ocasiones. Pero lo más importante, convivió muy de cerca con el entonces técnico Carlos Salvador Bilardo. De sus enseñanzas, sacaría las primeras lecciones como futuro entrenador.
Hoy, Sabella es el técnico de Argentina y Bilardo, coordinador general. Conviven a diario en Ezeiza durante el año y acá en Brasil discuten de fútbol. Ahora, los roles cambiaron, pues la decisión pasa por el volante ofensivo que compartió mediocampo en Estudiantes de La Plata con tres hombres con paso en Chile: Miguel Ángel Russo, José Daniel 'Bocha' Ponce y Marcelo Trobbiani.
Sabella, de 59 años, está a 90 minutos de igualar a su mentor. No tiene problemas en revelar la influencia bilardista, cuando pone a la organización de juego por sobre las individualidad y a la estructura del equipo antes que la libertad creativa o la improvisación genial. Ni hablar del pragmatismo a la hora de cuidar un resultado
Pero de Bilardo, técnico campeón con Argentina en el Mundial de México y segundo en Italia 90, no heredó otros rasgos como la costumbre de usar alfileres, contaminar bidones de agua para darles a los rivales ni menos mandar a pisar en el suelo a un jugador del equipo contrario.
Su apodo de Pachorra, que en el lenguaje argentino representa un tipo silencioso, le calza perfecto. Nunca una palabra de más, ni para bien ni para mal. Por eso siempre eludió la polémica con Tévez. Ni cuando éste le mandaba recados por la prensa picó el anzuelo.
Ese bajo perfil alimenta, al mismo tiempo, la influencia que pueda ejercer Messi sobre él, en especial en ciertas convocatorias que muchas veces llamaron la atención. Nada comprobable. Salvo para levantar polémicas en torno a una figura que no quiere generarlas.
Por eso, Sabella prefiere actuar antes que hablar. Lo hizo cuando sacó del equipo titular a Fernando Gago, de quien se decía que había sido impuesto por el astro del Barcelona, para ubicar a Lucas Biglia. Desde esa modificación, Argentina ganó en equilibrio, dejó de tener problemas defensivos y nunca más recibió goles en contra. Punto para el técnico.
Ya tenía otro desde antes del Mundial, cuando sacó de la lista definitiva a Banega, amigo de la Pulga.
Claro que frente a Holanda, el delantero demostró que su influencia existe, al solicitar el ingreso del Kun por Higuaín.
"Sabe leer muy bien el juego. Nota las falencias del rival y sabe cuándo debe cambiar. Demostró que este equipo sabe ganar sin la mejor versión de Messi, algo que muchos habían puesto en duda antes del Mundial. El equipo está sólido, firme, y eso es mérito en buena medida del técnico", reconoce Diego Latorre, ex seleccionado albiceleste.
Otro aspecto que se le destaca es lo distendido que es. Lo demostró con la liviandad que se tomó los memes que le dedicaron por esa casi caída que fue furor en redes sociales y que generó burlas al interior del plantel. Lo mismo que la vez que Lavezzi le tiró agua, mientras le daba instrucciones.
Sabella sabe de decepciones en Copa del Mundo. Desde que no la disputó en 1986, con Bilardo como técnico, que prefirió a Trobbiani, Jorge Burruchaga, Ricardo Bochini y Carlos Tapia en su posición hasta cuando, como asistente de Daniel Passarella, quedó eliminado por Holanda en cuartos de final en 1998. La primera revancha ya la cobró el miércoles en Sao Paulo con los naranjas. Ahora viene la más importante, el domingo en el Maracaná. Sólo restan 90 minutos para saber si igualará a su mentor. Y sin Tévez en el equipo.