Amado por unos y detestado por otros, el ministro principal de Escocia, Alex Salmond, es descrito como un político audaz, provocador, exigente, perseverante y que podría pasar a los libros de historia como el líder de la independencia de esta región. Así, después de siete años de su llegada al poder, este 18 de septiembre se llevará a cabo el referendo sobre la separación de Escocia de Reino Unido, tras una unión que ha durado más de 300 años.
El líder del Partido Nacional Escocés (SNP) comenzó a absorber la historia de Escocia de la mano de su abuelo, un gásfiter e historiador amateur. "Mi abuelo tenía un fuerte amor por la igualdad y era un gran admirador del poeta Robert Burns", dijo al diario The New York Times. "Me dijo cómo las cosas deberían ser más que cómo eran", añadió.
Nació el 31 de diciembre de 1954 en Linlithgow, 30 kilómetros al oeste de Edimburgo, en un hogar de clase media. Gracias a su buen desempeño escolar, pudo estudiar Historia Medieval y Economía en la Universidad de St. Andrews, la misma casa de estudios que años después tuvo en sus aulas al príncipe Guillermo.
Apenas se graduó, el joven fue reclutado por el Scottish Office, el departamento del gobierno británico encargado de la administración de Escocia, para su área de Agricultura y Pesca, y en 1980 entró a trabajar como economista en el Royal Bank of Scotland, donde se especializó en el análisis del mercado del petróleo del mar del Norte, cuya ganancia por la extracción de hidrocarburos es el pilar de sus argumentos para conseguir la independencia de Reino Unido. A su juicio, Escocia sería uno de los países más ricos del mundo si logra la separación, porque tendría un PIB per cápita de US$ 39.642.
No fue sino hasta que el SNP consiguió una mayoría parlamentaria en 2011, con 45% de los sufragios y 69 escaños, que el líder nacionalista inició su campaña real por la independencia de Escocia. Según la cadena BBC, en su primer mandato, que comenzó en 2007, no presentó un proyecto para una consulta "porque carecía de los votos necesarios en Holyrood (nombre con el cual se conoce al Parlamento escocés)".
Fue así como en noviembre de 2013 presentó el "libro blanco" de la independencia, en el que se señaló que el nuevo país independiente mantendrá la libra, a la reina Isabel II como jefa de Estado y que el sueldo mínimo aumentará. "La mayoría de los escoceses no quieren ir hacia atrás. Somos una nación rica, gente con recursos, podemos crear una nación más poderosa y una nación más justa. Es nuestro momento", señaló Salmond en el último debate televisivo del mes pasado.
Una muestra de su audacia ocurrió en julio de 2013, cuando el tenista de origen escocés Andy Murray ganó Wimbledon. Salmond, sentado en la gradería, no dudó en sacar la bandera escocesa, molestando a quienes consideraban el campeonato como un evento británico. "La Saltire es nuestra bandera nacional. Andy (Murray) es un fantástico deportista escocés. Cualquiera tiene el derecho de hacer flamear la bandera nacional, es una gran forma de celebrar este triunfo", dijo entonces.
Así, con la perseverancia que lo caracteriza, Salmond ha logrado en un año lo que parecía imposible: imponerse en las encuestas. Lo demostró un sondeo realizado por YouGov, en el que el "sí" a la separación se impuso por un 51% de la intención de voto, frente al 49% del "no". Sólo hace un mes, esta última opción lideraba los sondeos, con un 61%, y el "sí" tenía apenas 39%.