El periodista norteamericano y profesor de la Universidad de Columbia, Alexander Stille, es un habitual colaborador del diario The New York Times, la revista The Atlantic y The New Yorker. Especialista en temas vinculados con el Vaticano y la política italiana, analiza, en conversación con La Tercera las repercusiones de la renuncia de Benedicto XVI y los desafíos que enfrenta la Iglesia en el futuro.
¿A qué se refería el Papa cuando mencionó en la misa de Cuaresma las divisiones en el clero?
No sabemos exactamente a quiénes se refería. Pero vemos divisiones de distinta clase. El escándalo de VatiLeaks reflejó de forma clara las divisiones muy serias en el mismo clero. Hay otras divisiones que la Iglesia ha estado reacia a hacer frente, como si puede la gente divorciada recibir la comunión, si se los va reincorporar o se los va excluir para siempre.
¿Cuáles son las luchas de poder al interior del Vaticano?, ¿es posible identificarlas?
El asunto es que ojalá pudiera decir que esto es una lucha entre la gente que quiere una mayor apertura y otra que quiere mantener todo igual. La verdad es que los documentos que salieron a la luz, en el caso VatiLeaks, revelaron que no había una lucha ideológica al interior del Vaticano, sino que era más una lucha clásica de poder. Lo máximo que uno puede decir es que hay una especie de división entre la corte tradicional diplomática del Vaticano. Ellos están ligados a ciertas instituciones educacionales en Roma que sienten que han sido entrenadas para dirigir cosas y aquellos que han ido escalando en la Iglesia por su servicio. Entonces, hay divisiones ahí entre esas partes de la Iglesia. Pero no hay divisiones profundas filosóficas sobre cómo ser católicos.
¿Cuáles son los errores y los aciertos del papado de Ratzinger?
Si uno lo escucha detenidamente, él estaba tratando de presentar una versión más amable de su papado. En su primera Encíclica había un mensaje de compasión, también había mucha amabilidad en muchas de las declaraciones que hizo como Papa, así que no era tan duro como era representado en la prensa popular. Sin embargo, creo que no fue un papado que será recordado por sus grandes logros. Se dice que el Papa hizo muchas relaciones públicas en EE.UU., pero no hizo frente a los problemas de la Iglesia, como el caso de los abusos sexuales. No se vio una fórmula de parte de la Iglesia para revertir la caída en la vocación sacerdotal. Su renuncia es innovadora. En cierta forma al tomar esta decisión él está diciendo que no porque las cosas han sido así por cientos de años, no hay razón para que tengamos que ser prisioneros de esto. Se necesita alguien más vigoroso y yo no soy capaz de hacer esto. En cierta forma es un mensaje realista y muy humilde. Lo veo entregando un verdadero liderazgo con este gesto de renuncia, que no lo vimos durante su papado.
¿Está de acuerdo con la afirmación de vaticanistas que Benedicto XVI fue un Papa solitario, que no compartía?
Sí estoy de acuerdo, pero se eligió a un hombre que tenía 77 años cuando se convirtió en Papa. Era un académico, él mismo dejó claro que no iba a ser la clase de Pontífice que era Juan Pablo II, que viajó por todo el mundo. Iba a ser diplomáticamente diferente. Creo que esa actitud fue desafortunada.
¿Cuáles son los cambios que se pueden esperar en la Iglesia tras la renuncia de Benedicto XVI?
En general no es una institución que cambie rápida y fácilmente. Hay que recordar que todos los cardenales que estarán votando en el cónclave fueron designados por Benedicto XVI y Juan Pablo II. Entonces tiene un tono muy conservador por lo que no creo que haya grandes sorpresas. Los dos últimos papas han sido grandes creyentes en la autoridad papal y la tradición, así que creo que la gente podría estar esperando grandes cambios, es probable que esté decepcionada.
¿Cuáles serán los desafíos que tiene que enfrentar el Vaticano?
La Iglesia Católica es una organización muy centralizada, teniendo al Papa como su líder, quien fue declarado infalible en el primer cónclave y luego tienes la realidad de 1.200 millones de católicos que son muy extremadamente diversos, viven en todo el mundo y tienen diferentes visiones sobre las cosas. Este problema de tener a cada uno de los católicos que siga el adoctrinamiento del Papa en este mundo diverso, es muy complicado. La Iglesia tiene el problema de que es vista como una pequeña teocracia de hombres alejados de los problemas de la gente común. Esto difiere de cómo la gente percibe a la Iglesia en un nivel local, cuando a menudo encuentra sacerdotes y religiosas que tienen un contacto cercano con la gente que sirven. Es por eso que en ese sentido se tiene una imagen más positiva de la Iglesia, mientras que el Vaticano aparece como remoto. A eso es lo que debe hacer frente.
¿Cómo el nuevo liderazgo en la Iglesia debe enfrentar la filtración de información y esta era de internet?
El Vaticano experimentó una crisis debido a los cambios en los medios de comunicación. En los siglos anteriores, el Vaticano controló gran parte de la información. Durante la era de la televisión, Juan Pablo II fue brillante al usarla para expresar el mensaje que quería. Lo que la gente más recuerda de ese Papado era miles de personas en países de todo el mundo, aplaudiendo a un Papa que era muy humano, pero al mismo tiempo como un monarca, él besaba a niños, se arrodillaba. Hablaba de la doctrina de la Iglesia sin que nadie lo contradijera y fue capaz de controlar ese mensaje muy efectivamente. Cuando Benedicto asumió, enfrentó una situación más dura en el manejo de la información, porque estábamos en la era de internet. A menudo se encontraron con dificultad para tomar la delantera en el tema y eran sorprendidos por cosas que el Papa decía. Por ejemplo, el Papa rehabilitó a unos obispos lefevbrianos y prácticamente el día después que hace este anuncio descubren que uno de los cuatro obispos tiene antecedentes de antisemitismo, comentarios negativos sobre mujeres, cosas que podrían haber descubierto en internet. Entonces surge la idea de una Iglesia que no sabía funcionar en un mundo que tenía acceso a información de forma rápida y fácil. Es por eso que creo que han mejorado en términos comunicacionales, aunque creo que necesitan hacer más. Necesitan encontrar los caminos para hacer que el mensaje sea entendible y que sea atractivo para los fieles.