Nunca lo buscó. Simplemente, se lo ganó. Y ahora lo disfruta, con la responsabilidad que merece la posición. Alexis Sánchez, convertido en el gran referente de la selección chilena, aguarda las horas para demostrar que su gran temporada en Barcelona puede reflejarse ahora en Brasil.
Si bien Jorge Sampaoli tenía ciertas reservas sobre el rol que cumpliría el tocopillano en la concentración previa a la Copa del Mundo, estas se disiparon apenas arribó el plantel a Belo Horizonte. De aquel muchacho introvertido, incapaz de mantener una conversación larga con el propio DT, que buscaba protección detrás de los más grandes en Sudáfrica, hoy sólo queda la picardía y la risa fácil. El nuevo Alexis Sánchez sabe, y asume, que llegó la hora de dar el gran salto en la fiesta mayor del fútbol. Tal como lo hizo su ídolo, Marcelo Salas, hace 16 años en Francia.
Bastó que la Selección se alojara en Toca da Raposa II para apreciar que la ascendencia de Sánchez sobre el grupo es grande. En las comidas siempre es de los primeros en llegar y uno de los últimos en pararse de la larga mesa instalada en el comedor del recinto de Cruzeiro.
Aunque siempre interactúa más con los sobrevivientes de Sudáfrica 2010, no tiene problemas en quedarse conversando con la nueva camada que integró Sampaoli. Precisamente, uno de los mayores temores que tenía el técnico era cómo iba a reaccionar el delantero al hecho de que Humberto Suazo y Junior Fernandes, sus dos grandes amigos, no estuvieran en el plantel. Sin embargo, el ariete se comporta con toda naturalidad en la concentración.
Se lo ve disfrutar en las sobremesas que hace el plantel después de la cena. Incluso, de pronto se arrima a la sala de juegos, donde Gonzalo Jara se consagra todas las noches como el mejor del pool. Y le celebra a Miiko Albornoz cada triunfo en el tenis de mesa.
Pero no sólo en la intimidad deja su huella. En cada práctica parece empecinado en mejorar a sus compañeros, no guardándose nada. Siempre se lo ve liderando los ejercicios físicos grupales, y es de los últimos en irse al camarín después de que el entrenador le pone punto final a la práctica.
"Se lo ve muy motivado. Está en su mejor momento futbolístico y eso lo quiere ver reflejado en el Mundial. Está muy participativo en todas las actividades, quizás como nunca lo estuvo en este año y medio que lleva este cuerpo técnico", aseguran desde la concentración nacional.
Sánchez asume que muchas de las esperanzas del equipo, así como de los hinchas, están sobre sus hombros. Y que la lesión de Arturo Vidal le transfiere una responsabilidad mayor. Pero lejos de hacerse a un costado, el tocopillano está decidido a cumplir con las expectativas.
Sin el síndrome Messi que le suele afectar en Barcelona, acá en Toca da Raposa el delantero se siente en buena medida el dueño del equipo. Y eso no sólo lo motiva. Además, lo obliga a tomar ciertas responsabilidades dentro de la cancha que quizás en España no se atreve a tomar.
Lo demostró en los últimos dos amistosos de la Roja, donde en medio de la monotonía del juego, brilló con cinco asistencias dignas del mejor enganche. Claro, cuando el equipo no aparece, deben asomar las individualidades. En este caso, Sánchez entendió que en la actualidad esa luz en el juego de la Selección descansa en sus botines.
"Alexis sabe que muchos ojos se posarán sobre él. Y estarán viendo si logra hacer un gol, algo que no pudo hacer en Sudáfrica. Pero en la intimidad, él sólo está preocupado de ayudar al equipo y hacer historia. Eso significa pasar varias rondas", cuenta un compañero de Alexis en la Roja.
A 48 horas del estreno de Chile en Cuiabá, la ansiedad se empieza a apoderar de la concentración de Toca da Raposa. Allí, Sánchez intenta disimular la tensión con sus picardías y travesuras, que nunca podrá abandonar. Pero en su interior sabe y asume que sus compañeros lo quieren ver brillar en el Mundial. Y para ello luce preparado. Más que nunca.