"Chile atraviesa por una "desaceleración crónica", por lo que el principal desafío para el nuevo gobierno en el país será recuperar la confianza del sector privado para retomar las inversiones", estimó el director de América Latina de Moody's Analytics, Alfredo Coutiño, para quien las proyecciones de un crecimiento económico en torno al 3% para el próximo año son más bien "un deseo" que una estimación que pudiera alcanzarse en las actuales circunstancias.
"Yo creo que la evidencia que da la economía chilena desde hace prácticamente cuatro años es de una desaceleración crónica que tiene una raíz muy importante y que es precisamente la anemia de inversión productiva en el país. Al final del gobierno saliente aún no se ve que haya un repunte de la inversión como proporción del Producto Interno Bruto, lo cual quiere decir que la fuente fundamental del crecimiento, que es la acumulación de capital, continúa débil, y eso nos hace anticipar que de finales de este año a finales del próximo no se puede hacer mucho en términos de aumentar de manera significativa ese coeficiente de inversión a Producto", dice Coutiño.
¿Qué estimación de crecimiento tienen para el próximo año?
Yo entiendo que el consenso del mercado en Chile ha estado apostando o más bien deseando que el crecimiento del próximo año esté más cerca del 3% que del 2%, pero es un buen deseo. Incluso, los mismos pronósticos del Banco Central y del Ministerio de Hacienda están en 3% y el argumento importante que ellos manejan es prácticamente el efecto aritmético que deriva de una baja base de comparación en este año. Pero eso no quiere decir que realmente la economía chilena vaya a tener una fortaleza suficiente para remontar el crecimiento hacia 3% y que sea sostenible. En ese sentido es que nosotros pensamos que lo más que puede crecer la economía chilena sería alrededor de 2,5% para el próximo año.
O sea, tendríamos un año más de "desaceleración crónica"…
Así es, efectivamente. Yo creo que no hay razones para pensar que se pueda dar un milagro chileno en solamente un año, porque eso implica, en primer lugar, restaurar la credibilidad en el sector privado, que es quien realmente mueve la inversión productiva en el país. El sector público la puede complementar con inversión en infraestructura, pero no es el grueso de la inversión en el país, y para ello tenemos que ver cuál es el resultado primero de las elecciones de hoy y en segundo lugar habría que ver cuál es realmente el programa económico del presidente electo y que va a tomar meses del próximo año para que se empiece a materializar. En ese sentido, yo creo que pensar que la economía va a eliminar su anemia de inversión el próximo año me parece que es muy optimista.
Es decir, independiente de quién gane el reto de recuperar las confianzas es el mismo.
Claro, definitivamente, es independientemente de quién gane la elección. O la puede ganar Piñera o la puede ganar Guillier. Al final de cuentas, los mercados, el sector privado entran en un compás de espera para ver cuáles son las medidas, cuál es el programa económico de cada uno de ellos ya en concreto. Hasta ahora, lo que hemos escuchado son anuncios de campaña. Entonces, eso podría tomar incluso toda la primera mitad del próximo año, y de convencer el presidente electo, ya presidente el próximo año, y de convencer las medidas de política económica, de convencer el programa económico y sobre todo la agenda de reformas, eso sí podría empezar a dinamizar la inversión, pero hasta la segunda mitad del 2018. Por eso, yo digo que tendría que suceder un milagro chileno para que la inversión productiva se desboque en el país el próximo año y eso eleve el crecimiento al 3%.
¿Las expectativas para 2019 deberían ser mejores?
Claro, sí. Efectivamente, nosotros seguimos anticipando que Chile no va a retroceder. Con uno u otro candidato, Chile no va a dar marcha atrás en su modelo económico, que le ha dado muy buenos resultados al menos en la última década, con diferencias entre cómo se implementan las reformas y qué se quiere con cada una de las reformas, pero al final de cuentas Chile sigue siendo un país con un modelo económico fuertemente influenciado por políticas de libre mercado. Ya sea con Piñera o con Guillier, en los próximos cuatro años el proceso de reformas va a continuar en Chile. La visión de cualquiera de los dos candidatos en términos de promover los cambios para atraer la inversión y aumentar, acelerar la acumulación de capital en el país, va a suceder con uno o con otro. En ese sentido, efectivamente las perspectivas para la economía chilena hacia el 2019-2020 ya van a ser de un crecimiento mayor, pero también más sostenido, precisamente porque se espera que esa agenda de reformas, o la continuación de la agenda de reformas, empiece a dinamizar el flujo de capitales hacia el país.
De todos modos, ¿no se espera una recuperación económica importante?
Se ha perdido capacidad de inversión, capacidad productiva, por lo que la estructura de Chile ya no da para crecer más allá de lo que es actualmente su crecimiento potencial, que nosotros lo estimamos en 2,5%. Y ese crecimiento potencial depende de qué tanto capital acumules en plantas físicas, pero también en capital humano, es decir, en qué tanto hayas invertido en entrenamiento y en educación de tu fuerza laboral. Entonces, ver que Chile pudiera sostener tasas de crecimiento ya no digamos del 7% u 8% como en aquella época dorada, sino alcanzar tasas de crecimiento superiores al 3% en los próximos cinco años se ve difícil, posible, pero difícil.
¿Retomar las confianzas, entonces, es la principal tarea?
El primer reto que tiene el nuevo gobierno es restaurar la confianza y la política del buen vecino con el sector privado, de tal manera que si el sector privado y el público caminan de la mano, pues el sector privado va a estar contento y va a decir aquí hay garantías de seguir invirtiendo en Chile y, si eso pasa, entonces aumenta la inversión, y si aumenta la inversión aumenta la capacidad productiva del país, y eso pone al país en una senda de crecimiento no solamente más alto, sino saludable y sostenido.
¿Qué otro desafío se presenta para las nuevas autoridades?
El otro reto ya sabemos: Chile, como muchos países de América Latina, es altamente dependiente de las materias primas. En 2017 ha habido un beneficio muy importante de los precios de las materias primas, sobre todo de los minerales y de los energéticos. Si eso continúa, le va a ir bien no solamente a Chile, sino que le va a seguir yendo bien a América Latina, que es lo que nosotros estamos previendo. No prevemos un boom extraordinario en el mercado de las materias primas, pero no estamos viendo que vaya a haber un desplome. Bueno, el riesgo es precisamente eso, que por ahí a finales de 2018 o 2019 empiece a haber fatiga en la economía mundial, en la recuperación mundial, y eso disminuya la demanda por productos primarios, baje el precio y eso vuelve a golpear a América Latina y particularmente a los grandes productores y altodependientes de esos productos, como Chile. Entonces, otro de los grandes riesgos está en que una fatiga de la recuperación global tire el precio de las materias primas y eso golpee a economías altamente dependientes, como la chilena.
¿Qué es lo que mantiene a flote a la economía?
Chile goza de una reputación a nivel internacional de ser un país con disciplina, y yo diría disciplina a medias, que se dejó de lado en los últimos años, porque se incurrió en un desequilibrio fiscal prolongado. Tenemos una política monetaria expansiva de manera prolongada en el país, lo cual ha generado distorsiones en el sector externo, generó distorsiones en la inflación -afortunadamente, la inflación cayó, pero ya viene al alza-, pero Chile ha mantenido a nivel internacional ese concepto de ser un país disciplinado, con estabilidad macroeconómica, pero también ha sido un país que ha sido catalogado con una estabilidad política y social, a pesar de todos los problemas que vemos en la calle con los estudiantes, y eso es menor comparado con lo que vemos en otros países de América Latina. Ese estigma positivo que tiene Chile es lo que le permite que algún flujo de capital continúe llegando al país, es lo que le permite que los mercados internacionales digan bueno, Chile enfrenta una elección muy competida entre uno y otro candidato, uno puede ser muy conservador y el otro se puede desviar un poco más hacia la izquierda, pero los mercados no ven un riesgo de un retroceso ni en el modelo político ni económico en Chile, precisamente por toda esta credibilidad que se generó en décadas pasadas. Entonces, los flujos de capital no han dejado de llegar a Chile, han disminuido, pero no se van a acabar, no se van a cerrar independientemente de quién sea el próximo presidente, porque Chile construyó cierta estabilidad que es lo que le permite seguir siendo un mercado atractivo para los capitales internacionales. Esa es una de las grandes fortalezas que tiene el país.