El negocio de las aerolíneas y sus sobreventas de vuelos afecta a todos por igual y ni un Premio Nacional de Artes se libra de aquellas especulaciones. Pese a ello, Alfredo Jaar arribó este martes a la ciudad de Valdivia, después de pasar una hora y media negociando su cupo en un avión que lo acercara lo más posible a su objetivo: conocer el mundo cultural de las regiones chilenas. Dos horas más de espera y pudo volar hasta Temuco, donde un emisario de la Universidad Austral de Chile (UACh) lo recogió para conducirlo, casi dos horas más, hasta la ciudad del Calle Calle e iniciar allí una intensa jornada de actividades con la Facultad de Arquitectura y Artes, que concluiría con una charla abierta, en uno de los auditorios del campus universitario en la Isla Teja.
Como le suele suceder, hubo lleno total y una pantalla para los que debieron seguir desde el exterior su conferencia, en donde describió el proceso de sus principales obras. A oscuras y con un silencio total, Jaar proyectó imágenes que dieron cuenta de cómo y por qué elaboró proyectos artísticos tan emblemáticas como Luces sobre la ciudad (Montreal, 1999), Música. Todo lo que se lo aprendí el día en que nació mi hijo (Dallas, 2013) o Geometría de la consciencia” (Museo de la Memoria, Santiago, 2010), la única obra pública que tiene en Chile.
Fue idea del propio artista viajar por Chile, pues sentía que lo necesitaba, pese a que en sus 36 años de residencia en Nueva York y con una impresionante trayectoria internacional nunca recibió una invitación de alguna universidad o institución regional. El ganador del Premio Nacional de Artes 2013 se animó a conseguir los contactos y enviar algunos mails presentándose a las autoridades de la UACH, la Universidad del Bío-Bío en Concepción y la Universidad Católica del Maule en Talca.
Su paso por Chile no sólo contempla regiones: Alfredo Jaar continúa su camino a Santiago, donde permanecerá durante la próxima semana dando una charla este martes en el Teatro Baquedano, ya que es uno de los invitados del Décimo Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política de la Universidad de Nueva York, que se realiza por primera vez en nuestro país, organizado por la Universidad de Chile y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
La tiranía santiaguina
Así, acompañado por Oscar Galindo, rector de la UACh, y una delegación de académicos inició esta travesía visitando el Museo de Arte Contemporáneo valdiviano, que dirige Hernán Miranda, el Museo Histórico Antropológico (Casa Carlos Anwandter), el Museo R.A. Philippi y conociendo de primera fuente los avances en las investigaciones del yacimiento arqueológico Monte Verde, que ha arrojado evidencias de asentamiento humano de 43 mil años, derribando las teorías del poblamiento americano de sólo 12.500 años.
Emocionado y agradecido, Alfredo Jaar comentó: “Me voy con un tremendo regalo de parte de la gente de Valdivia, y especialmente de su comunidad intelectual. Son gente que yo no conocía y que me ha abierto las puertas de sus instituciones, sus casas y sus corazones con una impresionante generosidad y ganas de compartir”.
Pese a ello, el artista se mostró algo desconcertado con el aislamiento y la falta de recursos en la institucionalidad regional, comprobando lo que él denomina “la tiranía de las capitales”, un fenómeno que - dice - ha observado en todo el mundo.
“He comprobado la gran distancia que existe, en este caso entre Valdivia y Santiago, la que me parece incomprensible. Constaté una cantidad enorme de talento, la presencia de importantes instituciones científicas y culturales, pero a la vez, desde Santiago, una ignorancia total respecto de lo que aquí se hace y de todo lo que se ha logrado en provincias. Es Santiago la que necesita el talento de provincias, es Santiago la que está ensimismada en su supuesta superioridad. Me dio pena comprobar las condiciones en que están los diferentes objetos encontrados en Monte Verde, objetos que a estas alturas tienen carácter sagrado, que han revolucionado la historia y la ciencia en la última década, y sin embargo no cuentan con un mobiliario tecnológico y especializado para su conservación, ni cuentan con controles climáticos ni iluminación adecuadas. Me temo que hay un desconocimiento y una falta de solidaridad a nivel nacional, que no se haya hecho nada para apoyar con recursos adecuados este descubrimiento extraordinario es una pérdida no para Valdivia, sino que para Chile y el mundo”.
Jaar fue muy crítico con respecto al funcionamiento de las instituciones en nuestro país, y advirtió a los valdivianos para la conformación de entidades que se están proyectando, como el Museo de Arte Contemporáneo, entre otros:
“Puede sonar negativo, pero veo en general muchas instituciones en una situación muy desprovista de medios y quiero entregar una voz de alarma al respecto. Una institución debe tener primero un objetivo claro, un grupo idóneo de profesionales que pueda llevar a cabo ese objetivo, es decir, una visión que se implementa en un programa y para ese programa se necesitan recursos. Sin recursos no hay programa, puede haber una visión pero se queda en eso, en la cáscara, en una idea y/o en un espacio físico, y muchas veces incluso el espacio mismo no cuenta con las condiciones de conservación, climatización, seguridad. Es un camino difícil”.
Precisamente Es difícil es el título genérico que Alfredo Jaar utilizó para su conferencia, una de las 30 sesiones con estudiantes, artistas e intelectuales que realiza anualmente en ciudades del mundo. En Valdivia mostró el proceso y el contexto de obras recientes, como también de su etapa juvenil en Chile, inmediatamente después del Golpe Militar. Tras el atentado a las Torres Gemelas, que presenció desde muy cerca en Nueva York, los hechos de septiembre en Chile hace 43 años se convirtieron en una suerte de “11 chico”. Jaar tenía entonces 17 años, y se obsesionó con esa fecha “que cambió el destino de mi generación”. Comenzó a realizar con ese hito varios ejercicios visuales, sin saber que esos serían sus primeros pasos como artista. Ya instalado en Nueva York a inicios de los años ‘80, empezó a entender con mayor nitidez la incidencia de Estados Unidos en la interrupción del gobierno democrático chileno, y creó varias obras con Henry Kissinger como protagonista, a quién describe como “uno de los grandes criminales del siglo XX”.
También habló del poder de las imágenes y del tratamiento que hacen de éstas los medios de prensa. Analizó la fotografía de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años muerto en una playa tras el naufragio de su familia en septiembre del año pasado: es la dramática imagen que dio la vuelta al mundo y retrató el drama de los refugiados que huyen de la guerra en sus países. Al respecto, Jaar dijo que “Europa ha adoptado una actitud muy chocante y despreciativa respecto a los inmigrantes” y destacó la posición de la canciller alemana Angela Merkel, quién ha mostrado una mayor apertura frente a la inmigración: “Muy de vez en cuando hay algún político iluminado”, opinó Jaar.
Siempre interesado en los problemas urgentes de la sociedad, el Premio Nacional 2013 insistió en que “el artista es más que nada un ser pensante”, y confesó que él mismo se controla en el hacer o poner en práctica sus ideas hasta no entender no entender completamente el contexto en el cual se generan sus obras: “Yo actúo solo cuando he llegado a una cantidad importante de información crítica, y me siento responsable. Me puedo demorar cinco o seis años en un proyecto y, en el transcurso, logro controlarme. No tengo ideas, porque necesito entender antes de hacer”.