Despedidas más, despedidas menos, la suya fue una salida silenciosa. Sorpresiva para algunos, por el momento, pero por sobre todo silenciosa. Los tres párrafos del comunicado de TVN, que esgrimía "motivos personales", fueron la única explicación para el cierre de un proceso que cumpliría los cuatro años y que había estado marcado por fuertes tensiones políticas y algunos remezones del mercado de la televisión abierta.

Algo más había, pero Mauro Valdés Raczynski había resuelto renunciar a la dirección ejecutiva del canal público sin mucha estridencia. Se fue de viaje junto a su pareja a Estados Unidos y optó por desconectarse. "Es un tema más bien de energía, de necesidad de recargarme para nuevos desafíos", explica el abogado, que hoy arma su rutina como cualquier televidente: lejos de las ocho pantallas siempre encendidas que figuran en la oficina de todo ejecutivo importante del canal.

Justo a un mes de su renuncia, Valdés hace su primer balance de lo que fue comandar la televisión pública durante el primer gobierno de derecha. "Fueron los años más energizantes y motivadores de mi vida profesional, pero también los más exigentes y agotadores", dice, antes de entrar a resaltar los avances en su gestión y las complejidades que le tocó enfrentar tanto a nivel político como con la competencia. Lo hace desde una sola conclusión: "La posición de director ejecutivo es definitivamente una pieza de desgaste en la estructura de Televisión Nacional, en su institucionalidad".

¿De dónde viene ese desgaste que menciona?

Es un desgaste por varios factores de la televisión abierta y otros propios de TVN, como la opinabilidad, la inmediatez, la transparencia de las decisiones, de los éxitos y los fracasos, y la sujeción del producto al factor humano, y en TVN se añade la mezcla de los contenidos y la política. Pero el principal de todos los factores del desgaste del director ejecutivo de TVN probablemente es la permanente suspicacia, que quizás es similar a la que experimentan todos los periodistas en el día a día, pero que cuando se está a cargo de un medio como éste -el "canal de Chile", cuyo mandato fundacional tiene que ver con la autonomía, la objetividad y la independencia-, evidentemente se hace mucho más pesada, la sospecha es más grande. Hay una exposición permanente a la crítica, a tratar de buscar la agenda, a ese "qué se traen entre manos" los que trabajamos en TVN. Ese costo yo lo asumí con tranquilidad mucho tiempo, pero sin desconocer que en algún minuto podría terminar afectando las relaciones incluso al interior del directorio.

En su carta de renuncia, usted se limita a apelar a "razones personales" para dejar el puesto. ¿No era su intención quedarse?

Más temprano que tarde, yo iba a salir. Es una pega de verdad muy estresante y me pareció que ya era el momento de un cierre de ciclo, para dedicar algo más de tiempo a los que más quiero, y que trabajaron conmigo en estos intensos cuatro años sin tener contrato con TVN.

¿Y no fue un factor también en su salida la llegada de Ricardo Solari, que tiene un perfil bien político, a la presidencia del directorio?


Para nadie es un misterio que Ricardo andaba... Bueno, Ricardo es un constructor de poder. Probablemente dentro de su diseño yo no era la opción preferida, algo que no necesariamente era nuevo para mí, pero que sí me encontraba en un momento en que creo tener la tranquilidad de que era suficiente. La decisión final la tomé yo, y la oportunidad la elegí con total libertad. Probablemente, mi preferencia original habría sido separar más mi salida del cambio de gobierno, reforzando así el concepto institucional de la TV pública independiente. Pero esta vez el nuevo presidente del directorio me pilló cansado.

¿Qué le parecieron los planes con que Solari llegó a TVN? En su primera entrevista, a Reportajes, planteó esta idea de reforzar el rol del canal para estimular la discusión en torno a temas como las reformas de Bachelet.

Yo creo que Televisión Nacional es un monstruo complejo y que primero hay que conocerlo, hay que probárselo bien. Probablemente cuando Ricardo dijo eso, no estaba diciendo necesariamente que quería intervenir la línea editorial, pero mucha gente lo leyó así y evidentemente causó preocupación. A mí también me llamó la atención, pero él lo aclaró rápidamente en el directorio.

Más allá del episodio, a partir de entonces se dejan entrever visiones diferentes o al menos matices frente al rol de la televisión pública...


Es evidente que existen matices, depende de cómo lo leas. TVN tiene varios desafíos, pero, para mí, el desafío principal fue consolidar y galvanizar la autonomía, la independencia del canal. Y frente a las suspicacias y las dudas que se plantean normalmente, de verdad, establecer un estándar: que es la noticia la que manda, es el periodismo valiente y responsable -en el caso del área de prensa-, y es la entretención y las buenas historias las que se cuentan -en el caso de los programas-. Esa es la lógica más profunda de un canal público. Y en esa materia, evidentemente que nos hemos ganado varias peleas.

¿Se refiere a las críticas que enfrentó de parte de la derecha durante el gobierno de Piñera?

Seguramente, la pelea más emblemática del período que me tocó fue la que tuvimos el 2011, cuando teníamos a los estudiantes en la calle, cosa que dio vuelta el plato completo de la política chilena. Tuvimos mucha gente del lado del gobierno con quejas respecto de la cobertura, con quejas respecto de la interrupción de la programación para ir a cubrir las marchas. Algunos por ahí sugerían que teníamos que dar El menú de Tevito en vez de estar cubriendo las marchas. Aunque por el otro lado teníamos también a los estudiantes, que también se manifestaban en nuestra contra, nos acusaban de que no los cubríamos lo suficiente, e incluso llegaron a tomarse el canal. Mirado todo eso en perspectiva, pasada la crisis estudiantil, pasadas las marchas, el noticiario central sigue liderando y eso da cuenta de que la credibilidad de TVN, así como el modelo sobre el cual está parada, salieron fortalecidos y siguen rindiendo sus frutos. Por el contrario, y tomando en cuenta la agenda de discusión actual del país, es evidente que podríamos haberle hecho un grave daño a TVN si no hubiésemos hecho lo que hicimos.

¿Cuánto suena el teléfono de un director de TVN por peticiones de políticos?, sobre todo en un período que además tenía elecciones...

Bueno, el teléfono suena harto, es verdad. Pero también es cierto que a medida que pasó el tiempo, sonó cada vez menos. En algún minuto, como que la gente se da cuenta de que por ahí no va la cosa, de que el lobby es poco efectivo, porque las noticias mandan. Claro, después de eso, seguramente algunos se quedan con la idea de que "Valdés es un porfiado", de que "le falta pragmatismo", y la verdad es que yo creo que esa es en parte la función del director ejecutivo como "pieza de desgaste" de la que te hablaba.

¿Y cómo queda su relación con la política después de estos cuatros años? ¿Modificó la visión que tenía?

Mira, a mí hay una serie que me gusta, aunque todavía no la veo completa porque también me cuesta, y que es House of cards. Algo de eso hay. Porque existe efectivamente la política orgánica, la de acumular e invertir el poder puro y duro, y en eso Francis Underwood, el protagonista de la serie, es magistral. Y existe también la política con una cierta inspiración, con ideales. Esa serie refleja muy bien la existencia de estas dos formas de ver la política. No puedo decir que no conocía ambas, porque algo me había tocado ver en mis pegas anteriores, pero sí puedo decir que la política puramente orgánica, aunque me entretiene, me cansa y no es el tipo de relación que yo privilegio.

¿Fueron esas diferencias en la forma de ver la política las que hicieron tan evidentes sus roces con el último presidente del directorio designado por Piñera, Mikel Uriarte? En su primera entrevista, él dijo que esperaba tener una relación "subordinada" con usted
.

Bueno, es que ahí Mikel se equivocó. Pensó que el cargo que tenía era equivalente a una presidencia ejecutiva cuando, por definición, no lo es. En esa oportunidad salió Jorge Navarrete, figura insigne en la historia de TVN, a aclararle con peras y manzanas cuáles eran sus obligaciones y cómo operaba la administración institucional de TVN, en donde efectivamente manda el directorio, pero manda en sala legalmente constituida. Desde ese momento, claro que mi relación con él se inauguró mal y después no mejoró.

¿A qué atribuye el que la relación entre ambos se diera así de compleja?


No sé, yo creo que había una cierta frustración por el lado de él de no poder estar en la cabina al mando de TVN, pero tampoco le correspondía. El presidente del directorio es un miembro más de éste, y es el único miembro que es designado directamente por el Presidente de la República, sin necesidad de acuerdo del Senado. Por lo tanto, el presidente del directorio tiene que tener especial cuidado con eso, porque puede ser un articulador muy útil entre el gobierno y el canal, pero si hay un movimiento básico en la creación de TVN, ese es que la televisión pública no es la televisión gubernamental. Y no darse cuenta de eso, que algunos nunca han entendido, es cometer un grave y torpe error.

Desprendo de eso que cree que los problemas que tuvo con Uriarte se debían a los intentos del gobierno de llevar la agenda de TVN hacia una televisión gubernamental...

Yo creo que el gobierno de Piñera, en definitiva, respetó la autonomía de TVN y no operó a través de Mikel, pero lo nombró, y con ello corrió el riesgo de quedar enredado con su agenda. Probablemente, Mikel tenía la ambición de un poder en una órbita distinta a la que le correspondía al presidente del directorio. Y sí, hubo varios episodios que fueron degradando incluso la conversación dentro del directorio, generando un desgaste mucho mayor de lo necesario, no sólo para mí personalmente, sino en mi relación con el directorio y entre los propios directores.

¿Perjudicó eso el balance de su gestión?


Afortunadamente, me voy muy tranquilo con mi propio balance. TVN en este momento está andando bien. El proyecto que propusimos está cuajando. Y eso se refleja no sólo en los resultados anuales, porque TVN hoy lidera en el rating, sino también en el hecho de contar con un noticiero líder durante estos cuatro años, de tener un departamento de prensa iniciando con entusiasmo su proyecto de Centro de Noticias, y se refleja además en el hecho de contar con una programación diversa, no sólo en géneros, sino también en las temáticas abordadas, y en un esfuerzo de diferenciación cada vez más evidente para las audiencias, a partir de su misión de canal público.

ROL DE PIÑERA Y CAMBIOS AL MODELO

Si hubo un elemento que condicionó la gestión del ex director ejecutivo de TVN, ese fue el terremoto que debió enfrentar la industria con el ingreso de grandes grupos económicos y de inversiones extranjeras. El arribo de Luksic a Canal 13 y la fuga de ejecutivos y rostros que ello desencadenó dentro de la estación pública constituyeron el primer golpe. "Estamos ante un nuevo escenario televisivo, no sólo por el fuerte ingreso de competencia, sino también por otros diversos factores", advierte.

Pareciera que el modelo de TV pública no es muy viable bajo las nuevas condiciones... 


Mi convicción es que en este esquema el proyecto de TVN es más necesario que nunca. TVN, de alguna manera, es un anclaje del ecosistema de la televisión abierta a la relevancia. Cuando tú tienes la televisión abierta derechamente convertida en negocio, con grandes grupos económicos que naturalmente -tarde o temprano- se concentran en la maximización de las utilidades por la vía de "captar más audiencias para venderlas a los avisadores", como decía Berlusconi, Televisión Nacional de Chile cumple un papel clave. 

¿Y usted cree que la derecha, luego de su experiencia en el gobierno, se va igual de convencida que usted sobre la necesidad de resguardar ese modelo? Porque, como lo ha descrito, no existía ese convencimiento...

Es claro que no existía ese convencimiento. Es más, Sebastián Piñera venía de la competencia, de Chilevisión, canal que él construyó y vendió exitosamente. Tengo la impresión de que Piñera en un comienzo veía a TVN desde la vereda de Chilevisión, como una marca que era su competencia, sin un cariño especial. Aunque creo que al final de su gobierno cambió esa percepción, por lo menos es la idea con que me quedo después de las conversaciones que tuve con él. Ahora, respecto del resto de la derecha, no sé. En general, los fenómenos culturales, y particularmente los masivos, no son el campo más cómodo para la derecha. Pero tengo una certeza: que quienes han pasado por TVN, por ejemplo en el directorio, le han tomado el peso al proyecto y han quedado convencidos de su relevancia.

¿No ve necesario entonces analizar modificaciones a ese modelo?

Quizás llegó la hora de preguntarse si esta televisión pública, sólo autofinanciada, cumple con las expectativas más generales de la ciudadanía. Eventualmente tendríamos que pensar en alguna especie de señal con financiamiento estatal, que se haga cargo de contenidos que hoy son escasos en la TV abierta, como los culturales, infantiles, etc. Yo creo que es legítimo preguntárselo, y reconozco un cierto dolor, una cierta queja permanente por ese lado.

En la Nueva Mayoría son varios los que promueven el financiamiento estatal para TVN, algo que podría cruzarse con los anuncios sobre la creación de una señal paralela para contenidos culturales...

Lo importante es que cualquier tipo de financiamiento estatal para TVN no afecte la autonomía. Ese financiamiento, a mi juicio, tiene que estar asociado a ciertos bienes y cierta programación, en cierta señal, claramente delimitado. Dejando a la señal principal y al canal 24 Horas con los financiamientos que tienen u otros alternativos, pero no estatales, porque de lo contrario sería el principio del fin de la televisión pública exitosa como la conocemos. Y de verdad, si vemos con objetividad las televisiones públicas financiadas por el presupuesto gubernamental en el resto del continente, no creo que sea esa nuestra aspiración. Más bien, siento que Chile es la envidia del resto de los países en esta materia.

¿Y en términos de estructura? ¿Cuál es el margen que tiene un director ejecutivo para enfrentar un escenario competitivo, teniendo un directorio cuoteado de esta manera?


El modelo institucional de TVN obviamente se creó sobre la base del binominal, y por eso cuenta con un directorio que representa esas sensibilidades, respecto de las cuales no necesariamente están contempladas la variedad, diversidad y complejidad que hoy día tiene la sociedad chilena frente a los temas políticos. Entonces, yo creo que, junto con la evaluación del sistema electoral, existe una oportunidad importante de hacer un upgrade institucional, cuidando esta diversidad.

El último gobierno que tuvo una visión estratégica de TVN en esta materia fue el de Ricardo Lagos. Lagos tenía una convicción fuerte de la importancia de la televisión pública e hizo una apuesta con determinadas personalidades del mundo cultural y académico, que al principio resultó problemática, pero que después sí terminó con un directorio diseñado con gente que, si bien se relacionaba de alguna manera con la política y sus distintas sensibilidades, tenía un fuerte componente de autonomía como para actuar con libertad en los temas editoriales. Lamentablemente, esa visión estratégica no necesariamente ha predominado después.

¿Cree que esas cosas hayan influido también en algunos de los temas de gestión que se le reprocharon a TVN durante su período, como los bajones de sintonía y el debilitamiento del área dramática del canal?  

Cualquiera que mire la televisión abierta con detención se da cuenta de que el tema de la competitividad es un fenómeno creciente. La incursión de grandes grupos económicos y de inversiones extranjeras ha terminado poniéndole más presión. Eso naturalmente lleva, a su vez, a una exuberancia irracional en los precios de los talentos, tanto de pantalla como creativos, que ha generado una inflación de costos que va más allá de lo razonable.

Hay ciertos movimientos extraños dentro de la televisión abierta que, de alguna manera, revelan que en algún minuto se apostó, por parte de algunos nuevos jugadores en la televisión, por la desaparición de TVN, o al menos a hacerle la vida imposible, y de esta manera sacarla de competencia y hacerse de su pedazo en la torta publicitaria. Y apostaron mal.

Se refiere a Luksic...


No sé si directamente a Luksic, pero sí creo que Cortázar puede haber tenido esa visión ideológica de que TVN era algo cuya viabilidad estaba en cuestión bajo un gobierno de derecha. Eso cuajó en la mente de algunos; de hecho, hubo gente que cuando me vino a renunciar me lo dijo de frentón: que el proyecto que le estaban presentando al lado era "la nueva televisión pública". Entonces, se trataba de sacar a TVN del mercado, y eso no se logró; todo lo contrario. De alguna manera, eso ayudó a cristalizar aún mejor la necesidad dentro de TVN de profundizar en la diferenciación desde su identidad de canal público, y en la búsqueda y construcción de nuevo talento.

Aunque también llevó al canal a perder en algunos momentos...

Los ratings son por esencia volátiles y en TVN hemos estado apostando por la diversidad en pantalla. Yo veo difícil, por ejemplo, que un Mundos opuestos hubiera estado de manera hegemónica en el prime de TVN sin ser objeto de una crítica feroz. O que el éxito de TVN pudiera fundarse en el franjeo permanente de una teleserie turca en el prime. Y a mucha honra que así sea, porque nos las arreglamos con nuestros productos. Es el camino difícil, pero es un camino sustentable, porque los blockbusters no son eternos.