Sólo poesía emana de las vistas que nos entregan los paisajes que rodean a San Pedro de Atacama, camino del aeropuerto.Atardece y el sol lo tiñe todo. Las siluetas que aparecen de la Cordillera de la Sal se endurecen y las sombras se extienden casi hasta alcanzarnos. Nosotros, sólo atinamos a guardar silencio y a dejarnos llevar por la belleza que se nos planta en frente.

En la van que nos traslada se escucha un programa de servicio de la radio local, que nos informa de los últimos acontecimientos. Nos introducimos así en el ambiente de este ancestral, y hoy casi cosmopolita, poblado del norte de Chile, y por la nitidez con que nos llega la onda de la emisora, nos damos cuenta de que queda poco para arribar a nuestro destino: el Hotel Alto Atacama, en los faldeos del Pucará de Quitor, a tres kilómetros de San Pedro.

Compenetrados ya con lo que está pasando en la zona, nos preparamos para un paseo nocturno, por el que nos han comentado, es uno de los hoteles más privilegiados del lugar. Nuestra guía, la botánica y paisajista creadora de Andescape, una forma de paisajismo en lugares extremos, Verónica Poblete fue la encargada del diseño del Parque Andino del hotel -el patio central que conecta los dormitorios con las áreas públicas y los alrededores-. Ella nos detalla el cómo fue armando cada espacio, adelantándonos que aquí todo tiene un porqué, "un cuento y un trasfondo", explica.

El frío cala, pero el cielo está tan estrellado que es imposible dejar de estirar el cuello mientras cruzamos el lugar. Senderos apenas iluminados muestran el camino, pero a la vez permiten que la noche sea tal, oscura e intensa, no interrumpiendo con su incandescencia la armonía.

TODO PAISAJE
A las seis de la mañana ya estábamos en pie tomando las primeras imágenes. El paisaje definitivamente era otro. De las siluetas pasamos a la nitidez absoluta del valle de Catarpe y a un cielo azul que se venía encima. Al igual que el gran murallón de la Cordillera de la Sal, que abraza a este oasis de calma, Verónica nos acoge para relatar su experiencia proyectando este Parque Andino: nos habla del paisajismo conceptual y de sus reflexiones y vivencias surgidas en el camino. "La concepción de este paisaje va más allá del buen gusto o las tendencias, aquí hay que tener en cuenta las experiencias pasadas. En el norte desde hace 1000 años que hay arquitectura agrícola y las terrazas son imprescindibles para poder cultivar, por eso mismo es que tomamos la historia para concebir este presente", advierte esta mujer de trenzas largas y pollera, quien además nos recalca la importancia de la viariable de aridez que aquí se da, "esta es una de las zonas más inhóspitas y áridas del mundo, entonces hay que usar la técnica heredada de los pueblos atacameños, por eso el diseño en terrazas, porque es parte de esa técnica", aclara quien, por lo menos durante un año, se impregnó del entorno, estudió la estructura del suelo, las temperaturas máximas y mínimas, los vientos, se hizo asesorar por geólogos, en fin, todo un seguimiento del contexto para, desde ahí, poner la primera piedra.

Por eso mismo el diseño del paisaje del Alto Atacama se concibió adoptando métodos,colores y texturas del entorno, "que contara el pasado y el presente", acota Verónica. Así, en la entrada, la paisajista plantó chañares consemillas recolectadas en la zona y el riego,siguiendo lamecánica de herencia cultural,se hace a través de microinundaciones.

Por su parte, en el Parque Andino, la paisajista representó simbólicamente el desierto, reproduciéndolomediante piedras de origenvolcánico, tal como se presenta en la naturaleza y generando caminos que simulan unrío. Es más, al recorrer el Pucará de Quitor, la imagen de sus pendientes nos hacen eco y las vemos con la misma intensidad dispuesta en el hotel. Verónica nos cuenta que cada una de las piedras fue recogida en diferentes lugares de la cordillera por los mismos atacameños, que asimismo la ayudaron a rescatar técnicas, como la que usó para construir el corral de los guanacos, a partir de la superposición de piedras. "Los maestros que estaban construyendo el hotel se reían de esto, pero al tratar de botarlo se dieron cuenta de lo imposible que era", señala Poblete, quien además se preocupó de integrar en las terrazas cultivos de alfalfa y tunas, junto con proyectar un huerto con frutos de la zona, un área para instalar el reloj de sol y una plaza, la Plaza de la Fuente, todo siempre con la premisa de que el paisajismo no fuese un imposición, sino lo que le entrega el carácter y personalidad y que ha hecho al Hotel Alto Atacama, uno de los lugares más visitados y admirados de la zona por su respeto al entorno y realidad.