En el Alto Biobío, uno de los temas más recurrentes de sobremesa fueron las represas. Y estando acá resulta obvio que, a pesar de que hayan sido construidas hace casi 10 años, aún sean tema. No sólo por la controversia que causaron, sino porque ahora son una parte demasiado notoria en el paisaje. Indudablemente, marcan un antes y un después en su historia, pero también marcan dos tipos distintos de paisajes y dos tipos diferentes de turismo. El primero se genera en torno a los lagos artificiales, donde se encuentra la mayor infraestructura, los mejores caminos y donde las actividades preferidas de los visitantes son las náuticas, como velerismo, kayak, motos de agua y paseos en lancha.
El segundo tipo de turismo surge cuando se continúa avanzando hacia la cordillera o uno se interna por caminos más pequeños. Ahí desaparecen del paisaje esas enormes torres de alta tensión y poco a poco se vislumbran bosques vírgenes, enormes araucarias y comunidades pehuenches. Lamentablemente, aquí también comienzan los caminos en mal estado que hacen indispensable un vehículo 4x4 para continuar, y se requiere de espíritu aventurero porque hay que olvidarse de alojar en cabañas y hostales, y dar la bienvenida obligada a carpas, sacos de dormir y cocinillas.
Pero cualquiera sea el destino o panorama que se elija, la primera detención obligada es Ralco, un pequeño pueblo ubicado 94 km al este de Los Angeles y que sirve como centro de abastecimiento pero sólo para artículos menores. Bencina, remedios y alimentos más elaborados se consiguen antes, en el pueblo de Santa Bárbara, o bien en Los Angeles.
Los principales atractivos de Ralco son su plaza y el museo, inaugurados hace un poco más de dos años. La gracia de la plaza es que representa un telar típico pehuenche, replicando sus colores y figuras; claro que para apreciarlo hay que subir los 17 metros del mirador –algo así como seis pisos de un edificio– que entrega una muy buena panorámica del sector. En la misma plaza también se encuentra el Museo Pehuenche. Su excelente diseño y detalles muy bien cuidados lo hacen merecedor de una visita para conocer un poco más de esa cultura.
A un par de kilómetros del pueblo ya se divisa el primer lago artificial de la zona: el Pangue, creado en 1997 por la central hidroeléctrica del mismo nombre. Y unos 25 kilómetros más adelante aparece el lago Ralco. En ambos se puede practicar pesca deportiva y las ya mencionadas actividades náuticas. Pero no son aptos para el baño, debido a su fondo barroso y sus numerosos árboles sumergidos. No hay que olvidar que son terrenos inundados.
A CABALLO ENTRE ARAUCARIAS
De norte a sur, esta zona está cruzada transversalmente por tres caminos que bordean sus tres mayores ríos: Queuco, Pangue y Biobío. Tomamos el camino de Queuco para llegar a la comunidad de Pitril, lugar donde parte la red de senderos Trekaleyin.
Esta comunidad trabaja vinculada con Sendero de Chile (www.senderodechile.cl), ofreciendo distintas cabalgatas por huellas históricas. Ellos han usado por siglos estos senderos que conducen a las veranadas, que son aquellos lugares donde se trasladan cada verano con sus familias para llevar a pastorear sus animales.
Nuestra primera parada es en el camping Auka Rayen, donde tomamos desayuno con tortillas, jugo de cerezas, miel y mermeladas caseras. Luego, nos dirigimos por un sendero donde nos esperan nuestros caballos. Los guías los reparten según nuestra pericia, dan algunas instrucciones de seguridad y nos señalan el itinerario de la ruta que durará unas 10 horas.
El camino comienza empinado y, tras una hora de cabalgata, hacemos nuestra primera detención. Ya subimos bastante y tenemos una buena vista al valle y a los cerros aledaños.
Entramos a un paisaje que asombra aún más: nos encontramos con araucarias que están repletas de barba de viejo, un liquen verde pálido que crece sólo en lugares donde el aire es muy puro. Más adelante, llegamos al mirador Lonko Waka, la parte más alta del recorrido con 1.700 m.s.n.m., con una increíble vista al volcán Callaqui. El paisaje de montaña y araucarias se ve tan hermoso, que por un rato nos olvidamos de todas las partes del cuerpo que ya nos duelen tras unas cuatro horas cabalgando.
Finalmente, nuestro destino: Koniñamco. Aquí nos esperan con un asado de chivo al palo, que realmente asombra por lo sabroso de la carne, y con un rústico refugio donde pasar la noche, el corolario de un recorrido espectacular.
ALTO BIOBIO ALTERNATIVO
Otra ruta interesante, aunque en muy mal estado, es el angosto camino que bordea el río Pangue. Un espectacular río de aguas transparentes, que ofrece la posibilidad de pescar truchas y darse un chapuzón muy frío en alguno de sus pozones.
En el kilómetro 6 (sector Pitrilón) nos encontramos con dos pequeños carteles que dan la bienvenida a un mundo totalmente distinto: Campo el Coipo (Üllwenmapu) y Encuentro Holístico. Decidimos ir a averiguar. Aquí, en medio de la vegetación, aparece una casa de madera, sitios delimitados para camping, baños ecológicos y pequeños carteles que anuncian sitios sagrados.
Annette Laier, una de las organizadoras y terapeutas, sale a recibirnos y nos explica que en este lugar se realiza todos los años a fines de enero el Encuentro Holístico de Alto Biobío, donde incluso han participado figuras de nuestra farándula. "El objetivo es encontrarse con uno mismo", nos asegura. Para eso, realizan un retiro de cuatro días donde consumen sólo comida vegetariana, no se permite alcohol, duermen en carpas y tienen que cumplir un estricto horario de actividades que incluye hatha yoga, ceremonias de armonización con la naturaleza, danzas africanas y talleres. Todo para terminar en un ritual final de caminata sobre brasas, que según sus organizadores no duele, "a menos que alguien tome el ritual sin la seriedad y respeto que requiere".
CAMPING ENTRE ARAUCARIAS
Dejamos de lado lo alternativo y volvemos a internarnos por el camino que va siguiendo el río Biobío. Una vez terminada el área de las represas, el camino se vuelve polvoriento y difícil.
Avanzamos hasta alcanzar la laguna El Barco, que posee una pequeña isla en forma de nave. De ahí el nombre. La comunidad pehuenche de este sector tiene implementado un excelente camping con 14 sitios, baños (sin agua caliente), fogones, venta de abarrotes y arriendo de botes. Acá se pueden realizar varias actividades, como pesca deportiva en la laguna, caminatas, mountainbike o simplemente descansar disfrutando el entorno boscoso.
Luego enfilamos hacia la Reserva Nacional Ralco, donde araucarias de todos los tamaños nos dan la bienvenida. Dicen que acá se encuentran las más antiguas de Chile –título disputado con otros lugares de la Región de la Araucanía– con ejemplares que bordean los 800 años.
Lamentablemente, el camino se encuentra en muy mal estado para continuar. Nuestro guía nos cuenta que la mayoría de las visitas son a caballo o caminando. Los senderos son la actividad número uno de la reserva, los que pasan por lugares casi inexplorados. Tiene apenas unos 500 visitantes al año, así que es el lugar perfecto para los que buscan estar rodeados sólo de naturaleza y fauna, especialmente aves como el carpintero negro, el chucao y el cóndor. Como para sentirse un verdadero aventurero.