Alvaro Henríquez (47) aún no lo sabe, pero cuando se entera, pregunta y se responde él mismo: "¿En serio? Increíble. Buenísimo. Mortal. Emoción. Buena onda".
Con esa enumeración, sin repetir ni equivocarse, el cantante de Los Tres se sorprende al conocer que será el próximo tributado en la Cumbre del rock chileno -a realizarse el 7 de enero en el Estadio Nacional- con el premio Icono del rock, el que reverencia a un baluarte del cancionero nacional y que en la última edición del evento en 2012 galardonó a Jorge González.
"Me parece que tienen un buen gusto increíble (se ríe). Voy a ir con taco alto y pestañas postizas", bromea ahora tras masticar la noticia, al teléfono en un paréntesis del reciente paso por México con su banda madre. De alguna manera, el reconocimiento de nombre superlativo redondea una temporada donde el músico se amparó en su pasado para consolidar su presente.
El tour que celebró los 20 años del disco MTV Unplugged -inaugurado el 2 de julio en el Teatro Caupolicán y que culmina esta noche en el casino Enjoy de Los Andes- se convirtió en un súbito éxito con recintos repletos y entradas agotadas a lo largo de la casi treintena de fechas que desplegaron por el país. Un recorrido donde se volvió a escuchar el corito de "quién es la que viene allí / tan bonita y tan gentil" casi con tanta insistencia como en ese 1996 que simbolizó la bisagra a la popularidad de los penquistas.
"Uno siempre espera que las cosas sean exitosas, que vaya la gente, que lo disfrute. Pero fue bien como una montaña rusa, este año se pasó realmente volando y la respuesta de la gente a estos conciertos fue muy apasionada. Y pasaba que, cuando tocábamos el unplugged, era como una obra de teatro, una liturgia donde el público no decía ni hablaba nada, sólo nos miraban tocar. Son cosas que no necesariamente se ven siempre en Chile".
Pero la resurrección del formato desenchufado no sólo significó un triunfo puntual. Los buenos dividendos de la gira arrojaron una certidumbre mayor sobre un conjunto que desde 2014 atraviesa un período de movimientos y ajustes, casi como una nueva existencia marcada por la partida de su guitarrista histórico, Angel Parra (en su reemplazo entró Sebastián Cabib); por la edición de un EP, Por Acanga, que incluye algunas de sus mejores composiciones en el nuevo siglo, aunque sin el impacto de sus himnos noventeros; y por ese estatus de clásico de la música local que obliga al difícil balance entre nostalgia y actualidad.
Henríquez sigue: "Ha sido un tour plagado de risas, de tallas, de carcajadas, de realmente pasarlo bien y entenderse. En la van son más las risotadas que las palabras. Eso ha hecho que este año todo sea bien único".
Cuando se fue Parra y debió integrar a gente más joven, ¿temió que eso se perdiera?
Fíjate que no. Pese a que no soy un hombre religioso ni que crea en Dios ni nada de eso, si soy un hombre de fe. Tengo mucha fe en las cosas que hacemos y ni siquiera me planteo el hecho de que nos pueda ir mal. Siempre estamos con la mente pensando en que todo va a resultar y va a ser bueno para la gente. Afortunadamente así fue.
Pese a que hoy el grupo tiene como fundadores sólo a usted y "Titae" Lindl, ¿este buen momento les confirma que fue buena idea seguir con esta formación?
Claro, exacto. Es que cuando estaba el Angel y el Pancho (Molina) también éramos una súper buena banda: tocábamos bien, ensayábamos harto, creíamos en lo que estábamos haciendo y gracias a eso somos lo que somos. Pero uno también tiene diferencias, la vida muchas veces va cambiando, lo que no quiere decir que hicimos algo malo en el pasado. Para nada. Estoy orgulloso de lo que conseguimos con el Pancho y con el Angel, son súper buenos músicos. Pero llegó el momento en que cada uno definió su estilo y su camino, les deseo lo mejor, que les vaya súper bien en sus proyectos. Pero hoy Los Tres es otra historia. No quiero sonar arrogante, pero tomo como ejemplo a The Cure: ¿cuántas veces Robert Smith ha cambiado de músicos? No necesariamente es algo malo, sino que muchas veces permite a un grupo seguir respirando y tocando.
Al revisitar un disco como el unplugged, ¿nunca extrañó el aporte de Parra y Molina en esos años?
Es que la nostalgia es más onda la Nueva Ola y nosotros no somos la Nueva Ola. Somos un grupo que sigue tocando, estamos ahí, haciendo discos, y el asunto de la nostalgia no me conmueve para nada. Uno tiene que respetar las decisiones de sus ex colegas o ex amigos, o como se llamen, y si la decisión de ellos fue caminar por otros rumbos, está perfecto. En ese sentido, no echo de menos a nadie, porque uno sigue haciendo lo que más le gusta hacer. Este año he sido muy feliz y ha sido muy luminoso. Hay que avanzar sin transar… ¡y hasta la victoria siempre chico! (pone acento cubano).
Como creador, ¿puede ser un arma de doble filo que la gente llegue a sus shows enganchada por un álbum del pasado antes que por las nuevas composiciones?
Yo lo veo como lo que siento que es: uno de los discos más importantes de la historia de la música en Chile. Entonces, es imposible no celebrarlo ni tocarlo de nuevo, además que para nosotros tiene muchas exigencias artísticas. Ahora, si nos dedicáramos sólo a mirar el pasado y no hiciéramos canciones nuevas, si no hubiéramos sacado Por Acanga, por ahí pueden mirarlo como algo solamente nostálgico, pero hemos seguido haciendo música.
¿No siente ganas de revivir otro título de modo íntegro? En 2017 Fome cumple dos décadas.
Ah claro. En México me han tirado mucho la indirecta y me dicen 'estamos esperando que monten el Fome, para poder ir a verlo y escucharlo'. Hay temas que nunca tocamos en vivo. Habrá que ver que se hace con eso, porque fue un disco importante para muchos.
El sábado 3 de diciembre, Henríquez llegó hasta Acapulco para presenciar un show de Brian Wilson, el atormentado genio de The Beach Boys transformado en uno de sus referentes del último tiempo. Ahí, como un hombre que ya enfila al medio siglo de vida, tuvo una suerte de epifanía: "El señor tiene 74 años y sigue haciendo el Pet Sounds. Uno que no es nadie, que es una pulga al lado de Brian Wilson, piensa: 'yo cumplí 20 años de un disco, pero él lleva 50 en esto. Y sigue siendo feliz'. Es como Los Jaivas, que uno los ve y siguen igual haciendo la música de hace 50 años".
¿Cómo imagina su vida artística en 20 años?
Lo principal es estar bien, cantar en los tonos originales, tener ojo con las pintas que uno se pone y seguir funcionando como siempre. De ejemplos, siempre me acuerdo de Van Morrison, que es una bestia y ahí está pues. Neil Young ni hablar. Leonard Cohen, antes de morir, olvídate. O David Bowie, que ya es como mucho, como McCartney, que canta bien, se ve bien, está articuladísimo y tiene 74. Pero si uno quiere llegar a ser como esos tipos tiene que seguir trabajando mucho, no descansar ni en el nombre, ni en nuestra historia, ni en nuestras canciones. No vale decir "con Los Tres ya tengo todo asegurado".
¿Se ve teniendo una carrera como The Rolling Stones?
Yo creo que sí, me veo demás con 'Titae' (en esa edad). Sólo tenemos que ir pasando etapas. Ya nos vamos acercando a los 50 y de pronto pienso: '¿en serio? ¿en qué momento?' Pero bueno. Así va pasando la vida.