En su última cuenta pública antes de dejar la presidencia, el mandatario de Chile, Sebastián Piñera, anunció que enviará al Congreso un proyecto de ley para intentar revertir la caída en la natalidad en ese país.
Según el gobierno chileno, la tasa de fecundidad descendió a 1,8 hijos por mujer en edad fértil y para mantener la población debe ser de 2,1 hijos.
El problema que enfrenta Chile es el mismo que ya vienen encarando desde hace tiempo los países más desarrollados: el envejecimiento de la población, con una fecundidad que está por debajo del nivel de reemplazo.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Chile es ahora el único otro país de la región, además de Cuba, que tiene niveles inferiores a los necesarios para mantener su población.
Sin embargo, un estudio enviado a BBC Mundo por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), la división de población de la Cepal, muestra que la mayoría de los países de América Latina han disminuido fuertemente su fecundidad en las últimas décadas.
En algunos casos, como el de Chile, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Nicaragua, Perú y Venezuela, el descenso fue mayor al 60% desde 1950.
¿Es esto un problema? Para la mayoría de los economistas sí. Significa que estos países en el futuro cercano enfrentarán lo que tantos dolores de cabeza le está dando a muchas naciones europeas y de América del Norte: una enorme población de edad avanzada que debe ser sustentada económicamente por una cantidad menor de personas más jóvenes.
Sin embargo, hay quienes creen que la caída en la natalidad no necesariamente es una mala noticia. Para ellos, este fenómeno demográfico tiene una ventaja que, si es bien explotada, puede traer enormes beneficios para América Latina.
El "bono demográfico"
Los impulsores de esta teoría –desarrollada por el economista de la universidad de Harvard David Bloom- lo llaman el "bono demográfico" (en inglés, demographic dividend). Lo definen como un período en el desarrollo de una nación cuando la población económicamente activa supera a la población dependiente (niños y ancianos), creando un enorme potencial económico.
Esto ocurre cuando caen las tasas de natalidad, haciendo que haya menos niños a cargo de personas en edad productiva. El período acaba cuando esas personas alcanzan la vejez y se convierten en población dependiente.
Según una investigación publicada por el Celade junto con la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ), en la actualidad casi todos los países de la región transitan la etapa del "bono demográfico" y se encuentran en la antesala de un período en el que la población estará cada vez más envejecida.
Esta publicación, titulada "Juventud y bono demográfico en Iberoamérica" advierte que "los beneficios asociados a este período no se dan de manera automática. Dependen más bien de la adopción de políticas macroeconómicas que incentiven la inversión productiva, aumenten las oportunidades de empleo y promuevan un ambiente social y económico estable, propicio para un desarrollo sostenido".
El trabajo agrega que "en particular, se requieren fuertes inversiones en capital humano, especialmente en la educación de los jóvenes, para que las generaciones cuantitativamente mayores sean también cualitativamente más productivas".
La socióloga Viviana Salinas, experta en demografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, dijo a BBC Mundo que en ese país el bono demográfico durará aproximadamente hasta 2025, cuando el envejecimiento de la población hará que los adultos mayores superen a la cantidad de jóvenes y adultos en edad productiva.
Según los datos del último censo nacional (que aún deben ser confirmados) en la actualidad la población chilena en edad productiva duplica a quienes son dependientes.
Esto, según Salinas, le da una oportunidad única al país para avanzar económicamente. Como ejemplo de los beneficios que puede traer el bono demográfico los impulsores de esta teoría citan el caso de los llamados "tigres asiáticos", los países del sudeste de Asia que –según esta visión- lograron dar un importante salto económico gracias a este fenómeno poblacional.
La clave del éxito
Los expertos señalan que la clave del éxito de estos países fue invertir en educación, creando un sistema de enseñanza que produjo conocimiento y se tradujo en una explosión de la industria tecnológica y de servicios.
En ese sentido, Salinas cree que Chile tiene mucho por hacer por reformar y mejorar su sistema de educación terciaria, que en estos días atraviesa una crisis por las demandas de los estudiantes chilenos.
Sin embargo, la socióloga remarcó que Chile tiene una ventaja sobre otras potencias económicas de la región como Brasil, México y Perú: la universalización de su educación secundaria.
"El problema en Chile es la calidad, tanto de la educación como del empleo", señaló.
Justamente la creación de más y mejores trabajos es el segundo objetivo que debe lograrse para sacar provecho del bono demográfico.
"En Chile hay bajo desempleo pero, como en el resto de la región, el trabajo está concentrado en extraer materias primas. Lo que hay que crear es otro tipo de empleo que agregue valor", afirmó la experta.
Otro desafío para el país trasandino es ampliar la participación de las mujeres en el mercado laboral. Según Salinas, la mitad de las mujeres chilenas no trabaja. Y esa nación tiene una de las peores brechas salariales del mundo entre hombres y mujeres.
¿Qué pasará después?
Reformar el empleo también será importante para enfrentar lo que vendrá cuando se termine el bono demográfico: una enorme población de edad avanzada que dependerá de un sistema previsional.
Por ello, los expertos afirman que es clave reducir la informalidad laboral para que los jóvenes que ingresan al mercado de trabajo realicen aportes con los que luego deberán subsistir cuando sean mayores.
También un buen sistema de salud es vital para sacar provecho del bono demográfico, asegurando que los más jóvenes estén sanos para poder trabajar.
Los desafíos no son pocos, y muchos dudan de que América Latina pueda realizar a tiempo las reformas necesarias para beneficiarse de este cambio demográfico, como hicieron los países asiáticos.
Sin embargo, Salinas no cree que el panorama sea catastrófico para la región, ya que el subcontinente no padecerá un descenso y envejecimiento tan brusco de su población como los países más desarrollados.
"Por una cuestión cultural los latinoamericanos seguiremos teniendo niños", pronosticó.
Los expertos del Celade coinciden: mientras que en Europa la tasa de fecundidad ya cayó por debajo de 1,5 hijos por mujer, en América Latina se reducirá de 2,1 (la cifra actual) a 1,9 para 2100, según las proyecciones del organismo.