El operador de tarjetas de crédito estadounidense American Express elevó su beneficio neto en el tercer trimestre del año en un 71%, hasta los US$1.100 millones (790 millones de euros), respecto al mismo periodo del año anterior, gracias a una caída de la morosidad, informó hoy la firma.

Además de que sus clientes saldaron sus deudas con mayor puntualidad, su negocio creció. Después de superar el reciente estancamiento, la facturación de la compañía creció un 17%, hasta los US$7.000 millones.

El mercado doméstico de American Express se revitalizó fuertemente, tras meses de debilidad. El negocio en el extranjero, por su parte, demostró en cambio ser un sólido pilar de la compañía.

El presidente y CEO de la compañía Kenneth Chenault señaló que sobre todo los clientes corporativos vuelven a pagar en mayor medida con tarjeta de crédito.

Durante la crisis económica muchas empresas habían reducido drásticamente sus gastos y limitado de manera considerable partidas como los viajes de negocios. También los clientes particulares ahorraron y renunciaron a vacaciones en el extranjero.

Los impagos por morosidad se redujeron a US$373 millones, lo que supuso un tercio respecto al mismo trimestre de 2009. A diferencia de sus competidores Visa y Mastercard, American Express tiene que hacer frente a los impagos con medios propios. En el caso de sus dos rivales, el riesgo lo asumen los socios que extienden las tarjetas de crédito.

Después de la crisis financiera y económica, el gobierno del presidente Barack Obama puso trabas a que las compañías financieras aumentasen las comisiones penalizadoras por impago o retrasos en los pagos por parte de los clientes.

El Estado continúa vigilando muy de cerca al sector. Además el Departamento de Justicia estadounidense sospecha de que los tres grandes bancos del sector cometieron infracciones en detrimento de la libre competencia.

Cree que tales entidades trataron de evitar que compañías minoristas alentaran a sus clientes a utilizar tarjetas de crédito de la competencia mediante una reducción de las comisiones, como por ejemplo rebajas o con pancartas en sus escaparates en las que se manifestaba la preferencia por un tipo de tarjeta de crédito concreto.