La escritora española Ana María Matute sigue siendo una niña tocada por las hadas en un cuerpo de mujer con cabellos blancos. Una maga, como a ella le gusta decir, que a sus 83 años acaba de recibir un homenaje en la Universidad de Verano de El Escorial (Madrid) y que se entristece al hablar de literatura infantil.
"La literatura infantil hoy en día es una pena", explicó la autora de Olvidado Rey Gudú y creadora de un mundo narrativo lleno de bosques, magas, trasgos y duendes, y con un deseo común con muchos de sus personajes: buscar su lugar en el mundo.
"Lo políticamente correcto lo ha fastidiado todo. No le puedes leer a un niño un clásico, que son fabulosos, porque hoy hay que decirles amén a todo y que al final Caperucita se hace amiga del lobo", dice la escritora.
Y esto no es así añade porque en la vida se van a encontrar con unos lobos tremendos. Al niño hay que decirle que hay cosas buenas, malas y tremendas y no darles una idea paradisiaca del mundo".
Para Ana María Matute, como para Rilke, la infancia es todo, "y nos marca a todos de una manera tremenda".
"Aunque no lo pretendan, los cuentos hoy tienen una moraleja de la peor especie y eso es malo, pero lo primero que tienen que hacer los niños es ver a sus padres leer", añade.
Ana María Matute (1926), que tiene todos los grandes premios literarios menos el Cervantes -para el que es eterna candidata-, explica que va a iniciar una nueva novela en septiembre. "Si la salud me lo permite, no me caigo, ni me doy mamporros. La escritura es toda mi vida, y aunque parezca mentira estoy siempre llena de proyectos. Tengo como una fuente que va manando, y a veces como un río, que se me dispara", recalca.
Este año, su última novela, Paraíso inhabitado, que creó gran expectación porque rompía el silencio de la autora tras ocho años, ha tenido un gran éxito.
Y junto a esta novela, los premios, reconocimientos y homenajes a esta escritora, que se sigue sintiendo una niña a la que le queda mucho por descubrir, han tomado fuerza. "A mi no me gustan las modas, ni escribiendo ni leyendo, pero ahora sí que parece que le gusto más a la gente", dice.
La autora de Aranmanoth es muy optimista con las jóvenes. "Me encantan las jóvenes de hoy, no como las de mi generación. Las universidades están llenas de mujeres, a mí no me dejaron estudiar una carrera", lamenta, y agrega que ahora "las jóvenes tienen un grado de emancipación e independencia maravilloso".
Lectora empedernida, "compulsiva", como le gusta decir a ella, Matute está al tanto de todo lo que se hace y se escribe. Y confiesa que le gustan mucho los españoles Enrique Vila-Matas y Sergi Pamies, y que aprecia mucho a otros autores, pero que no le vienen ahora a la cabeza. Además, es una rendida admiradora de la novela negra.
"Me encanta la novela policiaca, me gustan mucho los nórdicos, pero todavía no he leído a (Stieg) Larsson, porque tengo muchos libros atrasados, pero he leído uno de (John) Grisham, El cliente, que me ha entusiasmado".
Y es que algunos de los aspectos que toca la novela negra, como la violencia y la lucha contra la injusticia, son los que mortifican a la autora.
"Detesto la violencia en el ser humano, y ésa es la misma en todas las partes y desde todos los tiempos. He viajado por todo el mundo y he constatado dice que la violencia y la injusticia no cambian. Cambian las costumbres externas, pero el ser humano, el machismo y todo eso existe en todo el mundo, civilizado y no civilizado".