La trataron de diva, gorda e indisciplinada. En 2003, la bailarina rusa Anastasia Volochkova pensó que su carrera se derrumbaba. El Teatro Bolshoi, uno de los más prestigiosos de Rusia y donde la bailarina trabajaba desde 1998, se negó a renovarle el contrato, argumentando que tenía mal carácter y que los bailarines no podían levantarla debido a que no estaba en el peso adecuado que se le exigía a una profesional de su talla. El caso fue a parar a las primeras planas de los principales diarios de Moscú. El prestigio de Volochkova, otrora primera bailarina de la compañía y ganadora de diversos premios, se fue al suelo. Ella no se rindió. Luego de desmentir públicamente los dichos del teatro, consiguió, ese mismo año, que un tribunal moscovita obligara a la institución a reincorporarla en sus filas.

Pero tras siete años, Volochkova no ha superado el conflicto con la compañía: "Oficialmente el Teatro Bolshoi es mi patrón, pero no me han ofrecido un papel desde 2004. Una especie de venganza, sin duda. Pero no lo lamento, tengo mi propio programa y un equipo de bailarines que me acompaña", cuenta la bailarina a La Tercera, antes de viajar a Chile, donde justamente interpretará algunos de los papeles que la hicieron famosa.

Entre el 2 y 4 de julio, en el Teatro Oriente (recién abierto  tras los daños sufridos por el terremoto), Volochkova se presentará junto a un selecto grupo de artistas del ballet de Bolshoi y Mariinski: Rinat Arifulin, Evgeny Ivanchenko e Ivan Kozlov. Acompañados de dos cantantes rusos, el grupo continuará su gira por el país entre el 7 y 17 de julio, realizando actuaciones en Talca, Concepción, Viña del Mar, La Serena y otras ciudades. "Es mi primer viaje al continente y estoy feliz de que sea a Chile. He escogido lo mejor de mi repertorio clásico: ocho historias de mujeres con sus reales pasiones, angustias y esperanzas", dice la bailarina sobre el espectáculo que incluye fragmentos de obras como Don Quijote, Giselle y El lago de los cisnes, además de coreografías contemporáneas con música del italiano Nino Rota y el francés Charles Dumont.

Más que una bailarina

Nacida en San Petersburgo en 1976, Volochkova llamó temprano la atención de la prestigiosa maestra rusa Natalia Dudinskaya. En 1994, la bailarina debutó como Odette, de El lago de los cisnes, en el Ballet Mariinsky, donde fue la primera bailarina hasta 1998, justamente cuando emigró al Bolshoi. En esos años, interpretó roles clave en La bayadera, El pájaro de fuego y Cascanueces. Ganó varios concursos, como el del Ballet Lifar en Kiev (1996) y el Premio Benois de la Danse, uno de los más importantes de Moscú, en 2002. Un año después vendría la pelea con el Bolshoi. "Siempre fui un dolor de cabeza para el Teatro Bolshoi. Me opuse al estilo soviético donde el artista no es más que un juguete en las manos de los directores. Me resistí a reglas estúpidas que forzaban a las bailarinas a ir a fiestas nocturnas con patrocinadores. Por eso inventaron la historia de mi peso y altura, y que mi compañero y amigo Yevgeny rechazaba bailar conmigo. Yo sólo defendí mi honor y gané", dice tajante, la bailarina.

De ahí en adelante, la rusa ha hecho una exitosa carrera en solitario. Bailó en el Teatro Nacional de Tokio, el Ballet de Burdeos y el Ballet Nacional Inglés. Sin embargo, la prensa no ha dejado de destacar sus conquistas amorosas, ganando la fama de "vampiresa". Le han vinculado amoríos con políticos y oligarcas, quizás el más famoso fue con el millonario y patrocinador del Ballet Mariinsky, Anthony Kerman. Vo-lochkova lo ha negado todo. "En Rusia siguen muy interesados por mi estilo de vida, mis hombres y mis exigencias dietéticas. Me gusta leer a los críticos profesionales, que admiran el reflejo que hago de mis emociones en el escenario, pero que también critican mi estilo demasiado apasionado. Estoy de acuerdo con eso, aunque es lo que la gente quiere ver hoy en el ballet clásico: sentir emociones ilimitadas".

A pesar de las críticas, Volochkova no se aparta de los focos. Así, compatibiliza su carrera de bailarina con incursiones en el modelaje y la actuación, siendo rostro de Chopard, marca suiza de cosméticos y joyas. "Nunca me quedé dentro del marco del ballet. El año pasado escribí un libro y canté en un espectáculo navideño en Sochi, la ciudad sede de las Olimpiadas de Invierno de 2014. También hice un MBA en la Higher School of Economics de Rusia. Vivimos sólo una vez y quiero probar muchas cosas apasionantes". Mientras, arriba del escenario, Volochkova tampoco se niega a seguir mutando y a enfrentarse a nuevos roles. "Uno de mis papeles favoritos es la emperatriz rusa Catalina la Grande, de Boris Eifman, el Hamlet ruso, pero si pudiese elegir, me gustaría hacer de Juana de Arco, una mujer fuerte, hermosa y que no se rindió ante nada", concluye.