El suicidio asistido solía ser un tema relacionado sólo con los enfermos terminales, pero ahora, a medida que las poblaciones del mundo envejecen, los gobiernos se ven enfrentados cada vez más a la idea tabú de morir como algo que las personas pueden hacer voluntariamente.

"La demanda por la opción, o de la práctica, está creciendo rápidamente", dijo el doctor Philip Nitschke, de 61 años, fundador y director del grupo pro eutanasia Exit International.

Este médico australiano -apodado Doctor Muerte por su labor con el suicidio- viaja por el mundo para enseñar a las personas la forma de terminar con sus vidas de manera segura con un kit de suicidio en base a medicamentos de prueba.

La de Nitschke es una posición extrema, pero a medida que la proporción de gente mayor aumenta rápidamente en países como Estados Unidos, Australia, Japón, Alemania y Gran Bretaña, la sugerencia de una opción para morir con dignidad podría generar temblores políticos.

REFORMAS
Repleto de advertencias éticas -particularmente en torno a la posibilidad de que familias u organizaciones puedan alentar a los ancianos o enfermos a terminar con sus vidas- el tema del suicidio asistido ingresó a la fuerza entre las prioridades de la agenda política de Gran Bretaña.

Los pedidos de reforma y decisión política en julio forzaron al Gobierno a prometer esclarecer la ley. Este mes vence el plazo de entrega de las pautas del proyecto con una versión final para la primavera boreal.

Pero Derek Humphry, ex presidente de la Federación Mundial de Sociedades del Derecho a Morir dijo que no era probable que en Gran Bretaña se dieran cambios significativos hasta después de las elecciones de 2010.

En Gran Bretaña casi un 20% de la población tiene más de 65 años, una proporción que la Oficina Nacional de Estadísticas predice que habrá crecido en un 50% para el 2020.

ASPECTOS LEGALES
Si bien el suicidio asistido es legal en Suiza y el suicidio asistido por un médico -en el que un doctor receta una dosis letal que el paciente podría elegir tomar- también en los estados de Washington y Oregon, así como en Luxemburgo y Holanda, en Gran Bretaña ayudar a alguien a suicidarse es un crimen con una pena máxima de 14 años en prisión.

A pesar del riesgo de acciones legales, el grupo Dignity in Dying dijo que existe una tendencia creciente entre los británicos hacia el suicidio asistido.

Hasta ahora, 117 británicos viajaron al extranjero para terminar con su vida de forma asistida y 30 más están preparándose para hacerlo.

PRESION
En 1996, el Territorio del Norte en el interior australiano implementó las primeras leyes de eutanasia voluntaria del mundo. Cuatro personas se ampararon en dichas normas para morir por medio de una inyección administrada por una computadora antes de que el Gobierno anulara la legislación en 1997.

La sociedad está forzando al Gobierno a resolver la anomalía legal que no menciona el suicidio asistido en el extranjero pero que pena a las personas que asisten uno en territorio británico.

BANDOS
El tema ha polarizado a los médicos británicos: la Escuela Real de Enfermería (RCN, por su sigla en inglés) que representa a un 70 por ciento de los enfermeros, pasó a una posición neutral tras oponerse al suicidio asistido, mientras que la Asociación Británica de Médicos -el organismo que reúne al 70 por ciento de los doctores- se mostró fuertemente opuesta a cualquier forma de suicidio.

La decisión de la RCN podría alentar al Gobierno a que flexibilice su resolución, pero los trabajadores de cuidados paliativos -quienes cuidan de los enfermos terminales- afirman que leyes más liberales podrían enviar un peligroso mensaje a las personas discapacitadas.

Sin embargo, la financiación es un problema. Los cuidados paliativos para personas con enfermedades terminales dependen casi en un 50% de subsidios y beneficencia, según el Consejo Nacional de Cuidados Paliativos.

El Gobierno ha prometido una suma adicional de 146,5 millones de dólares en cuidados paliativos en 2009-10, pero sigue siendo demasiado costoso para muchos individuos.