Andrea Guerra empezó a jugar vóleibol a los 10 años y nunca más paró. Jugó en el colegio, con amigos, en la universidad y después ingresó a la competencia federada. Es el deporte del cual se enamoró. Mucho antes, sin embargo, esta talentosa armadora de 31 años ya sentía una profunda atracción por Colo Colo, el club por el que su familia vibra desde que ella tiene memoria.
La mezcla de estas dos pasiones es por la que hoy Andrea vive sus días más felices en esta disciplina. Porque además de jugar vóley, lo hace vistiendo los colores de la institución de sus amores.
Guerra, junto con un grupo de fanáticas albas, fue gestora de la creación de la rama de vóleibol femenino de Colo Colo. Proyecto que partió este año y que en poco tiempo ha cosechado muchos éxitos, al punto que ya ascendió desde la categoría A3 a la A1. "Es un orgullo. Mi familia es de Colo Colo y yo en algún momento hasta pensé jugar fútbol para tener su camiseta. Cuando me ofrecieron ser parte de este proyecto, no lo pensé dos veces", explica.
Además de practicarlo, la figura del Cacique también enseña vóleibol. Es profesora y entrenadora del colegio San Pedro Nolasco y del equipo masculino de la Universidad Santo Tomás. "Es muy entretenido dirigir a hombres".
¿Alguna vez se ha sentido discriminada? Andrea es clara: "Nunca". No es un tema para ella, como tampoco lo es su contextura física. "La verdad no me acompleja. Es más, me siento respetada por como es mi juego. Pese a mi peso, soy ágil y rápida", destaca. Y sólo con verla jugar una vez, es fácil reconocer que tiene esas virtudes y muchas más. Es una heroína del deporte 2016.