El ganador del Premio Alfaguara de novela 2009, el argentino Andrés Neuman, aseguró hoy que la unión de los nuevos escritores latinoamericanos nace del deseo de no parecerse y que "el eclecticismo y la atomización" es su seña de identidad.
"Que cada uno haga sus mezclas y evite identificarse colectivamente es una marca de nuestra época que tiene que ver con el derrumbe de los discursos de identidad", dijo el escritor argentino con motivo de la presentación de su novela El viajero del siglo en Bogotá.
Neuman, con cuatro novelas a sus espaldas, tres libros de cuentos, uno de ensayo y ocho poemarios, fue elegido en 2007 como uno de los 39 escritores con el talento y potencial necesarios para definir las tendencias que marcarán el futuro de la literatura latinoamericana.
La selección Bogotá 39 agrupó a escritores de 17 países latinoamericanos menores de 39 años unidos por un continente y una generación, pero individualizados por el origen y la experiencia.
El viajero del siglo es "un homenaje a la novela clásica del XIX con un lenguaje en absoluto decimonónico"; "un intento de escribir una novela histórica con un cierto desafío lingüístico".
"¿No podríamos escribir sobre el siglo XIX con toda la memoria histórica de lo que pasó después, tanto en la historia y en la política como en la literatura?", se pregunta Neuman.
Su respuesta fue plasmar una ambientación centroeuropea decimonónica perfectamente documentada tratada "con una conciencia cinematográfica", posmoderna y actual.
Muchos diálogos "están narrados como si hubiera un zapping en lo que dice cada personaje"; hay recursos que pertenecen a la época actual, "pero se sitúan en un período histórico muy importante para Europa y a la vez grandioso para el transcurso de la novela", explicó el escritor de 32 años.
La acción se ubica en la ficticia Wrandernburgo, situada entre las reales Sajonia y Prusia, de modo que Neuman traza un escenario imaginario sobre un contexto histórico real.
"El viajero del siglo XXI", dijo el escritor, "es el internauta, y va a llegar un momento en el que lo extraordinario va a ser desplazarse físicamente".
Para Neuman, que solo sueña con "poder morir escribiendo de ancianito", el mayor viaje "es el que recordamos o el que planeamos, y eso es leer, juntar la memoria con la imaginación y hacer un acto migratorio sin movernos de nuestro asiento".