El martes pasado estuvo en la Comisión de Hacienda del Senado junto a otros cinco ex ministros de la cartera, exponiendo su visión sobre lo que considera una reforma tributaria mal planteada. El diagnóstico de Andrés Velasco, ex candidato presidencial independiente, es uno solo: el gobierno y la Nueva Mayoría han optado por un proceso de izquierda que ha "asfixiado" al centro político, razón por la que dice compartir posturas como las que ha adoptado el presidente de la DC, Ignacio Walker.

El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, concibe a la Nueva Mayoría como un intento por reunificar a las fuerzas que derrotaron a la dictadura. ¿Coincide con ese diagnóstico?

Me hubiera gustado escuchar del secretario general de la OEA, antes que nada -no digo que no pueda opinar de otra cosa-, una opinión tajante sobre la amenaza de la democracia en Venezuela. Dicho eso, si hablamos de alianzas políticas, hay que formarlas en torno a los desafíos del futuro y no los del pasado. Hacer cambios en Chile pero hacerlos bien, ajenos al populismo, a la demagogia. A mi entender, la Nueva Mayoría tiene una decisión que tomar: si va a ser una alianza de centroizquierda en que los elementos de centro estén debidamente representados o si se va a cargar hacia la izquierda y va a tomar posiciones que fueron propias de los años 60. Es algo que la Nueva Mayoría aún no ha resuelto. Y de ahí vienen también algunos de los reclamos y las incomodidades de la DC.

¿El gobierno de Michelle Bachelet, a su juicio, es de izquierda también?

Es un gobierno cuyos objetivos comparto, pero cuyos instrumentos se han quedado cortos. Es un gobierno y una coalición donde las voces de centro han sido o ignoradas o sofocadas. En que se han emprendido reformas y cambios que no obedecen a las necesidades del Chile de hoy. Casi el 60% de los niños de Chile estudia en colegios particulares subvencionados. Eso ocurre no porque los padres sean arribistas, como dijo el ministro de Educación (Nicolás Eyzaguirre). Ocurre porque buscan con esfuerzo, y muchas veces con la dificultad de financiar un copago, mejores oportunidades para sus hijos.

¿A qué atribuye este arrinconamiento del centro político?

Los gobiernos hay que juzgarlos por sus actos, mucha gente votó por un cambio. Pero no cualquier reforma sirve. Hemos visto dos ejemplos, en lo tributario y educacional, de dos cambios que en lo grueso no resuelven los problemas de esas familias de clase media que hoy quieren cambios, pero los quieren con estabilidad, gradualidad, los quieren bien hechos.

¿Cómo se explica que dichos cambios propuestos hayan cosechado elogios en la reciente visita de la Presidenta Bachelet a Estados Unidos, entre ellos, del Fondo Monetario Internacional?

Hay que leer esas situaciones y leerlas bien. Yo participé en dos viajes a Washington con la Presidenta Bachelet y he estado en incontables oportunidades en el FMI. Permítame decirle una cosa: no me cabe ninguna duda de que cualquier director o directora gerente del FMI, cuando un gobierno dice: "Voy a subir los impuestos para cerrar mi brecha fiscal", el FMI lo aplaude. Es el guardián de la estabilidad financiera. Por lo tanto, esos comentarios no pueden sorprender a nadie. Otra cosa muy distinta es leer imprecisa e injustamente, como me parece algunos han tratado de hacer, de las palabras de Christine Lagarde, unos apoyos a la arquitectura concreta de la reforma tributaria chilena. El FMI ni se va a meter ni le corresponde meterse. Por supuesto que hay que hacer una reforma tributaria para cerrar la brecha fiscal, lo dije en campaña, hace varios meses. Pero no cualquier reforma, una reforma que recaude y sea justa desde el punto de vista tributario, y que permita que las pequeñas y medianas empresas sigan creciendo. Pareciera ser que hay un nuevo aire y el gobierno está dispuesto a los cambios, pero debe saber que se le acabó el tiempo.

Comparte entonces la visión de los líderes de la DC, sobre que las reformas tributaria y educacional, en sus diferentes dimensiones, terminan afectando a la clase media...

Celebro y valoro que la DC haya levantado la voz para defender ideas de centro que yo comparto y que haya contribuido como lo está haciendo Ignacio Walker en la Comisión de Educación, o como lo está haciendo Andrés Zaldívar en la Comisión de Hacienda, para asegurar que las cosas que se hagan, se hagan bien. La DC tiene una decisión que tomar. La decisión sobre si va a aceptar convertirse en comparsa de una coalición cuyas ideas son predominantemente de izquierda o si va a lograr recuperar un rol histórico muy importante que tuvo, imponiendo ideas de cambio, pero de cambio bien hecho con gradualidad. Es una decisión que la gente de la DC tiene que tomar.

Usted critica a una coalición con la que compartió una primaria presidencial. ¿Lo volvería a hacer?

La Nueva Mayoría debe tomar decisiones. En lo personal, cuesta imaginarme compartiendo una coalición con los Quintana, con los Girardi, con los Rossi, que han dado muestras de hacer el tipo de política que a Chile no le conviene.

Usted habla desde afuera del proceso político. ¿Cómo se cambia la política desde afuera?

No estoy afuera, estoy quizás por el lado. Es al revés: he destinado mi vida, desde hace veintitantos años, al servicio público. Estoy tremendamente honrado de haber sido servidor público, de haber sido ministro, de participar en debates públicos. La política debe y puede ser noble. Otra cosa es que la política, como todas las artes, a veces se practica mal y a veces bien. Mi postura no es para nada antipolítica, yo soy respetuoso de los que aportan en la arena pública. Que haya gente que utiliza la política para conseguirles pega a los amigos, o para asegurarse un ingreso o crear redes de poder, ese es otro asunto, y creo que es precisamente la mala política que mucha gente quiere cambiar.