El senador Andrés Zaldívar (DC) pide "autonomía" para que la Cámara Alta vea las correcciones a la reforma educacional, y advierte sobre los costos que pagaría el sector por proyectos mal elaborados.
¿Qué rol debieran tener los diputados oficialistas en la tramitación en el Senado? Había un acuerdo para que participen en la elaboración de indicaciones, lo que han intentado desconocer algunos senadores…
Efectivamente, en la Nueva Mayoría hemos hecho un acuerdo de hacer una coordinación, pero nosotros estamos recién revisando. Así como los diputados reclaman su autonomía, yo también reclamo la autonomía del Senado. No estamos condicionados a ser buzón de la Cámara. En el Senado hay acuerdo en la Nueva Mayoría en los tres objetivos: terminar con el lucro, copago y selección, pero hay diferentes instrumentos. Eso es lo que tenemos que analizar, si lo que se hizo en la Cámara es suficiente o hay que agregar otro instrumento para que no haya lucro, pero haya justa retribución a la gestión y a la inversión; para que no haya selección, pero sí considerar casos excepcionales, como los colegios emblemáticos. Y puede que haya otros.
Algunos temen que esto se transforme en una "cocina", en la que se suavice la reforma…
Las reformas no se suavizan ni se cocinan. Los proyectos se elaboran para que sean buenos.
Pero hay aspectos en los que se está retrocediendo, como en la idea de que cierto tipo de colegios sí seleccionen. Eso deja un espacio para que un establecimiento pueda seguir discriminando…
¿Por qué, entonces, la Cámara aceptó los colegios emblemáticos?, había argumentos para establecer que en esos casos podría hacerse algún tipo de selección.
¿Había un mal diseño inicial de la reforma educacional?
Fui partidario de haber partido al revés. Y no es por ser general después de la batalla. Con Carlos Montes, cuando Felipe Bulnes era ministro de Educación, negociamos un montón de temas relacionados con recursos. En esa oportunidad le planteamos a Bulnes, y lo logramos, crear un fondo para potenciar la educación pública. Luego, volvimos a reiterar eso en las leyes de Presupuesto posteriores. Y logramos un fondo del orden de US$ 180 millones, que nunca se ocupó para potenciar la educación pública… Si no lo hacemos, vamos a terminar sin exponentes de la educación pública.
Aún no se presentan los proyectos de esa área. De la información que maneja, ¿qué aspectos destacaría?
Sé que se está trabajando en la propuesta sobre cómo se va a hacer la desmunicipalización, que es un paso esencial, porque las municipalidades, por lo general, no tienen vocación de educación. Para gran parte de ellas es un cacho la educación. Es un gastadero de plata, según lo miran a ellos. Entonces, esa educación no puede funcionar bien. Hubiera apostado primero a eso, pero se hizo de otra forma. El gobierno estimó que era más prudente este camino, pero, insisto, esto de la educación pública es lo más importante que tenemos que hacer.
Si es lo más importante, la discusión será mucho más compleja que hoy…
Es mucho más difícil. Tenemos que ser muy cuidadosos y darnos cuenta que las reformas que estamos haciendo en materia de educación son cosas que tienen una perspectiva de 20 años. Si fracasamos, el desastre que podemos provocar -espero que no sea así- puede ser de magnitud.
¿Qué se juega el gobierno y la Nueva Mayoría?
Es una de las reformas más trascendentales. Por eso digo que tenemos que hacerla con mucha inteligencia, con mucha moderación y prudencia. Si lo hacemos mal, nos van a cobrar a nosotros los errores que podamos cometer. Nadie quisiera aquí un nuevo Transantiago, que sería peor que un Transantiago. Por lo tanto, lo que hay que poner es sabiduría, inteligencia y no andar apurados por andar apurados.
Bachelet dijo que tenía un "primer sentido" sobre la idea de comenzar la reforma con la educación pública. Es muy similar a cuando habló de su intuición sobre no implementar el Transantiago…
La Presidenta, en ese presentimiento, tiene razón.
¿Pero qué quiere decir eso: que la Presidenta no tomó la decisión?
No sé cuáles son las razones por las que ella tomó ese camino. No sé si fue su equipo técnico, no sé.
En la Nueva Mayoría han cuestionado duramente el rol de la DC al interior del bloque. Esto, por la reforma educacional y otros temas. ¿Cómo recibe esas críticas?
Las considero sin fundamento. Es una crítica, más bien, prejuiciada. No tiene ningún sentido. La DC tiene que cumplir su función de hacer valer cuáles son sus convicciones. Y creo que hemos hecho un aporte muy importante, y vamos a seguir haciéndolo.
¿Se sienten más escuchados que antes?
Esperamos que nos escuchen siempre. Nosotros no actuamos por pataletas. La DC tiene una obligación, y su forma más leal de colaborar con el gobierno, es hacer ver cuando uno cree que hay errores. Lo peor de todo en la vida es ser "yes man".
¿Ha visto obsecuencia entre sus socios de la Nueva Mayoría?
No, no. Soy muy respetuoso de cada uno de los partidos. Estamos en una coalición, pero cada uno tiene identidad propia, que hay que mantener. La DC no puede renunciar a sus convicciones por el hecho de estar en una determinada coalición de gobierno.