Instalación de tuberías, arreglo de frenos de autos, servicio de plomería, pintar casas. De todo ha tenido que hacer el anestesiólogo venezolano Luis Abel Bordones (41), para sacar a su familia adelante, luego de quedar sin trabajo por no contar con su Examen Unico Nacional de Conocimientos de Medicina (Eunacom), que lo habilita para ejercer su profesión en Chile. "Hago hasta pastelería si fuera necesario para llevar a mi familia adelante", sostiene.
Hoy está pintando un local de purificación de agua en Los Andes, lugar donde reside actualmente en la Región de Valparaíso, junto a su mujer y sus dos hijos de 5 y 10 años. A la par, se está preparando para rendir la parte práctica del examen después de haber aprobado la teórica en diciembre pasado.
Pintando gana 100 mil pesos por un proyecto que puede extenderse por unos cuatro días, dependiendo de la cantidad de paredes a pintar. "Como anestesiólogo ganaba en promedio tres millones de pesos al mes", dice mientras sostiene la brocha en su mano.
Después de estudiar seis años para sacar su título de medicina, dos años de internado que hizo en pediatría y medicina interna, obtuvo una beca que le permitió sacar su título de anestesiología, el que logró después de tres años.
Entre octubre de 2014 y octubre de 2016 trabajó en el Hospital Regional de Iquique, con el permiso que entregan las seremis para permitir que médicos titulados en el extranjero y que no cuentan con su Eunacom aprobado, puedan ejercer y asegurar la atención de los pacientes, ante el déficit de especialistas que existe en Chile.
Cuando ese permiso caducó, Luis Abel tuvo que dejar su puesto en el hospital. Aprovechó el tiempo disponible para estudiar y rendir la primera parte del examen, que consiste en una prueba teórica, lo que ocurrió en diciembre pasado y que logró aprobar. Cuando quiso volver al recinto hospitalario, ya habían contratado a otros anestesiólogos, por lo cual no pudo recuperar su puesto en el norte del país.
Siguiendo una posible oportunidad de trabajo, se trasladó con su familia a la Región de Valparaíso donde se decía que había escasez de especialistas. Eso lo obligó a vender su auto y cambiar a sus hijos de un colegio privado a uno público.
Sin embargo, al llegar, la oportunidad se había esfumado, situación que lo obligó a darle un vuelco momentáneo a su vida, por la necesidad de sacar adelante a su familia.
"Vi que mis hijos estaban prontos a ingresar al colegio, yo sin trabajo, los consultorios sin concursos disponibles para postular y decidí trabajar pintando casas. Ya he hecho varios contratos", dice esperanzado.
La situación económica los ha obligado como familia a cambiar sus costumbres. "Nos hemos restringido en la alimentación, los paseos, y al comienzo tuvimos que comer y dormir en el suelo porque no teníamos muebles ni dinero para comprarlos", cuenta.
Mientras no logre superar la parte práctica del examen no podrá trabajar en el sistema público, y eventualmente, tampoco en el privado. Actualmente, hay varias clínicas que, sin tener la exigencia legal de hacerlo, están pidiendo a todos sus médicos el examen aprobado, ya que no tenerlo les afecta la obtención de la acreditación en calidad que entrega la Superintendencia de Salud.
Poner una consulta privada tampoco es opción, ya que para hacerlo se requiere, necesariamente, de la acreditación como prestador individual que entrega el mismo organismo, siempre y cuando los médicos cuenten con Eunacom aprobado. "Llegue a Chile para aportar de mi persona un buen testimonio en todo. Si puedo aportar como médico lo seguiré haciendo. Si puedo aportar como persona de bien haciendo cualquier otra cosa, lo haré", afirma.
En ese contexto, entre sus proyectos está instalar su propia empresa de purificación de agua. Explica que, "Chile está lleno de oportunidades. No soy solo médico, también soy persona con una visión amplia de la vida. Si una puerta se cierra confío en Dios que otras se abrirán".