La canciller alemana, Angela Merkel, llamó hoy, desde la Puerta de Brandeburgo de Berlín, a "levantarse" contra el antisemitismo y a no consentir que las críticas a Israel sean instrumentalizadas para esconder el mismo "odio a los judíos" que alimentó el Holocausto nazi.

"Que en este país vivan hoy 100.000 judíos es un regalo para Alemania", afirmó Merkel, en el acto convocado por el Consejo Central de los Judíos de Alemania, bajo el lema "Levántate. Nunca más odio a los judíos" y ante ese monumento, símbolo del Berlín de hoy como lo fue del Tercer Reich de Adolf Hitler. 

Por encima de las críticas -"inclusive las legítimas", puntualizó la canciller- que pueda despertar el proceder de Israel, debe prevalecer el "respeto" a la convivencia y la defensa de todas las comunidades religiosas y sus símbolos, "sean sinagogas o mezquitas".

Merkel condenó a continuación tanto los brotes de antisemitismo registrados en actos de protesta durante la ofensiva israelí contra Gaza como cualquier otra expresión "cotidiana" de odio o rechazo a los judíos. 

"Ningún judío debe sentirse amenazado por ser identificable como tal, por la calle, ni tener que afrontar insultos por defender la política de Israel", añadió la canciller, ante el presidente del país, Joachim Gauck, y el del Congreso Mundial Judío (WJC) Ronald Lauder.

La existencia de la comunidad judía "forma parte de la vida de Alemania", añadió, y ninguno de sus miembros debe sentirse discriminado, marginado o amenazado.

"Ya es hora de decir basta", había exclamado, en la apertura del acto, el presidente del Consejo, Dieter Graumann, según el cual Europa está viéndose sacudida por un creciente antisemitismo, cuyas expresiones, colectivas o individuales, deben combatirse de raíz.

Ante los centenares de banderas de Israel que el público común hacía ondear tras la valla de seguridad dispuesta en torno a los 500 invitados, Graumann calificó de "pesadilla" que un judío deba soportar muestras de antisemitismo, desde cualquier parte del mundo, pero especialmente en Alemania.

El acto había sido convocado por su organización en respuesta a los brotes antisemitas registrados en diversos puntos de Alemania durante la ofensiva contra la Franja de Gaza y en medio de la alarma por el aumento de los ataques a ese colectivo en Francia.

Desde el Gobierno alemán se había hecho hincapié en que el acto debe ser exponente del claro apoyo al colectivo judío y contra todo ataque antisemita -físico o en forma de propaganda en internet-, independientemente de las críticas o respaldos al Gobierno israelí.

El Ejecutivo de Merkel, como los de sus predecesores, ha observado siempre la norma de la absoluta prudencia ante Israel por responsabilidad histórica, y mantiene con regularidad consultas con su Gobierno equiparables a las que celebra con sus grandes aliados europeos. 

El de la Puerta de Brandeburgo fue un acto de aire institucional, con asistencia de algunos miles de ciudadanos tras la valla de seguridad establecida en torno al recinto donde asistía a los discursos la plana mayor de la política alemana, además de miembros de la comunidad judía, germana e internacional.

Ahí estuvieron políticos de todo el espectro parlamentario -algunos ya retirados, como el ex ministro de Asuntos Exteriores de los Verdes, Joschka Fischer-, así como altos representantes de principales religiones del país, del ámbito futbolístico y deportivo.

"Es un acto necesario", definió, en un aparte con un grupo reducido de medios, el jefe del grupo parlamentario conservador, Volker Kauder.

Ese mismo término, "necesario", empleó Alexander Rosenberg, venezolano y miembro del WJC, para resumir el sentido de la convocatoria.

"Lo es, tanto para los judíos que viven aquí, en Alemania, como para los que ya no están entre nosotros", comentaba a Efe este delegado del WJC, asistente a la asamblea que la organización celebrará la próxima semana, en Berlín, de la que se espera un pronunciamiento contra el antisemitismo.