Fue la única de su generación en las Monjas Inglesas que no se confirmó. Alexandra King (29) venía de una familia católica tradicional, iba a misa los domingos, incluso pasó por el movimiento CVX (Comunidad de Vida Cristiana), pero aun así dice que sentía que había algo en su vida que no funcionaba bien. "De copuchenta fui una vez a la Iglesia Anglicana, porque me di cuenta que mi hermano mayor había empezado a ir", y así comenzó su doble militancia.
Durante meses fue los domingos por la mañana a la misa católica de Los Castaños, en Vitacura, y por las tardes a la anglicana La Trinidad, de Nuestra Señora del Rosario, en Las Condes. Se decidió por la segunda y pasó a formar parte de los cerca de 9.000 fieles de esta iglesia en el país, repartidos en 80 comunidades, principalmente en las regiones Metropolitana, Quinta y Novena. En esta última sobre todo en zonas rurales.
Esta iglesia protestante, originada por Enrique VIII, llegó a Chile en 1830 con el capitán inglés Allen Gardiner. A un credo que (sobre todo en Santiago) ha penetrado en sectores socioeconómicos medios-altos y altos, donde los evangélicos casi no tienen presencia.
OFRECIMIENTO PAPAL
Ella pasó a formar parte, también, de una fe que esta semana ha generado interés mundial. Esto, luego que Benedicto XVI ofreciera recibir en el catolicismo a comunidades anglicanas que no concuerdan con la ordenación de mujeres sacerdotes, al igual que de homosexuales activos, esto último ocurrido en la rama episcopal de Estados Unidos. Pese al revuelo, los anglicanos chilenos han recibido el ofrecimiento con serenidad. La comunidad local es conservadora y no ordena a homosexuales ni mujeres.
Lo dice el obispo Héctor Zavala, representante en Chile: "Definitivamente, esto no nos va a afectar (...). Somos iglesias autónomas, pero estamos en comunión entre nosotros. No somos una federación, eso nos obliga a respetar nuestros acuerdos y resoluciones, especialmente los de la Conferencia de Lambeth, donde en 1998 se resolvió no ordenar a personas homosexuales practicantes".
El foco, para ellos, sigue estando en reforzar su posicionamiento. "El sector oriente de Santiago es un sector económicamente pudiente, pero muy pobre de espíritu y valores y está enfrentando serios problemas matrimoniales y familiares", destaca Zavala.
El pastor de La Trinidad Alfred Cooper se fija una meta: construir una iglesa para una "congregación de dos mil personas", para no tener que arrendar instalaciones de un colegio cercano cuando reciben más de 300 fieles.
Los fieles anglicanos contribuyen con su diezmo a sus comunidades, que no reciben aportes externos. De allí salen los fondos para mantener iglesias, los sueldos de los pastores y otros gastos. Además, siempre se destinan fondos para las comunidades con menos recursos.
Con los fondos que reciben, los presbíteros mantienen a sus familias y arriendan casas en las que viven, las que preferentemente se ubican cerca de las iglesias. En caso de que los recursos no sean suficientes, ellos mismos deben aportar con el resto. Al igual que los sacerdotes católicos, se dedican tiempo completo a su vocación religiosa, pese a que muchos de ellos son profesionales.
IGLESIA NACIONAL
Michael Charles (43) es australiano, va a la iglesia anglicana de Vitacura, en Las Hualtatas, y es director del Centro de Estudios Pastorales que funciona en el barrio Bellas Artes. Tienen 14 alumnos que pueden optar por el servicio religioso o bien ser líderes laicos. Dice que hoy "son una iglesia nacional" y que están repartidos entre católicos conversos y fieles provenientes de familias evangélicas, pero que la gran mayoría son chilenos.
El pastor Samuel Morrison, de Viña del Mar, explica que de las 10 comunidades que hay en la región (de unas mil personas en total), sólo una celebra ritos en inglés, y que a ésta no asisten más de 50 personas, la mayoría adultos. Muchos son casos como el de Alejandra Araya (25), quien estudió en el Colegio Amunátegui, de Santiago Centro, y luego Biología, y que cuenta que "toda mi infancia la pasé en la iglesia bautista". A ella se suman feligreses de mayor edad. Gabriel Bonvallet (51) es agente del Banco Santander y hermano del comentarista. Dice que le atrajo que "las cosas no se imponen, sino que vienen por convicción" y que un punto clave es la labor social, que incluso lo ha llevado a misionar en zona mapuche, como los anglicanos del siglo XIX.