Angola acude este miércoles a las urnas para poner fin a 38 años de gobierno de José Eduardo Dos Santos y elegir un sucesor capaz de gestionar un país notablemente lastrado por cerca de tres décadas de guerra civil y atrapado en una economía basada, casi exclusivamente, en el petróleo.

Después de Nigeria, Angola es el segundo mayor productor de crudo de África con una media diaria de 1,8 millones de barriles, que representan casi el 70% de los ingresos del Estado y el 95% de sus exportaciones.

La caída de los precios del petróleo de 2013 mermó los ingresos estatales en un 60%, lo que acabó repercutiendo la ya degradada situación de los servicios básicos de una población que vive, en su mayoría, con menos de un dólar al día. Entre 2013 y 2016, la inflación se disparó del 7,7 al 41,9%, y el crecimiento económico cayó del 5,1 al 1,1%, índice muy lejano del 8,8% previsto por el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2017. En este mismo periodo, la deuda pública ascendió del 32,9 al 65,4% del PIB.

Angola no siempre dependió del petróleo, tenía una larga tradición en el cultivo de café, maíz, plátanos o tabaco, pero la guerra civil que tuvo lugar entre 1975 y 2002 acabó con la mayor parte de su producción agraria. En el campo educativo, un millón de niños continúan fuera del sistema.

Quien más posibilidades tiene de ganar es el candidato del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), João Lourenço, cuyo mentor es Dos Santos.