El 26 de junio de 2016 es uno de los días que quedarán en la historia del fútbol chileno. En el Metlife Stadium, Chile convalidó el título que había conseguido casi un año ante en el Estadio Nacional. El rival fue el mismo: Argentina. El resultado, también: empate sin goles. Y el desenlace, idéntico: La Roja, con Juan Antonio Pizzi en la banca, se impuso en la definición por lanzamientos penales y levantó la Copa América Centenario, el segundo trofeo continental de su historia.

Chile había llegado a la definición después de rematar en el segundo puesto en el grupo D, detrás de la Albiceleste. En camino hacia la final prosiguió con la memorable victoria por 0-7 sobre México y el eficiente 0-2 sobre Colombia en semifinales, instancia en la que Argentina dejó en el camino al dueño de casa.

En Nueva Jersey, el partido fue complejo. Argentina presionó desde el comienzo y descolocó a Chile, que cayó en la imprecisión. Hubo momentos de angustia, como el mano a mano de Higuaín ante Bravo, que el astro de Juventus desperdició. Marcelo Díaz se va expulsado en los 28' por doble amonestación y empeora el panorama, pero Marcos Rojo, en los 43', le entra por atrás a Vidal y le sigue el camino a los vestuarios.

En el segundo tiempo, el campeón continental vigente muestra sus credenciales y empareja el trámite. Eduardo Vargas tiene una opción clara, aunque la más evidente la protagoniza Sergio Agüero, quien obliga a Claudio Bravo a realizar su mejor tapada en la Copa, aquella que se transformó en una fotografía imborrable, que está enmarcada en varios hogares del país. Para añadirle otro toque de épica a la historia, Alexis Sánchez deja el campo en los 103'. Lo reemplazó un nombre que después sería clave: Francisco Silva. Un tiro libre de Messi desde su perspectiva favorita fue el último susto.

La definición desde los doce pasos parte con malas noticias. Vidal, carta segura, falla el primer lanzamiento. Romero lo celebra como loco, sin contar con la tragedia del minuto siguiente: Messi también desperdició su disparo. Fue a dar a las nubes, con Bravo sin opciones. Ahí partió el calvario para el mejor jugador del mundo. Apartado de sus compañeros, quienes veían abrazados los lanzamientos, La Pulga se paseaba de un lado a otro, incrédulo y con los ojos brillosos.

Nicolás Castillo y Mascherano aciertan. Lo mismo Aránguiz, Agüero y Beausejour. Bravo le tapa a Biglia y deja todo en los pies de Silva. El Gato, con frialdad, sentencia la victoria. Chile es el bicampeón de América.

Minutos más tarde, Messi lanzaría la declaración que estremeció al mundo. "Es difícil, el momento es duro para cualquier análisis. En el vestuario pensé que se terminó para mí la Selección. No es para mí", dijo. "Es por el bien de todos. No nos conformamos con llegar a la final y no ganarla. Yo intenté mucho ser campeón con Argentina. No se dio. No lo pude conseguir", sentenció. Desde ese momento, el 26 de junio pasó a ser el día del bicampeonato. Y el día en que Chile retiró a Messi.