A finales de 2015, Edson Puch no sabía qué sería de su futuro. Durante la segunda parte de ese año se entrenó solo, en Iquique, luego de un largo litigio con Huracán. Club donde no quiso concluir su contrato.
Se especulaba que Universidad de Chile sería la siguiente estación de mediapunta que ya rozaba los 30 años. Pero fue Claudio Borghi quien agarró el teléfono para integrarlo a Liga Deportiva Universitaria de Quito. Ahí, el talentoso jugador con aspiraciones musicales demostró que estaba vigente. Marcó cuatro goles en un equipo irregular, y se ganó el ser considerado por Juan Antonio Pizzi para la Copa Centenario.
A punta de buenas presentaciones, Puch se empezó a ganar un lugar. En el amistoso ante México, previo a la Copa, destacó de tal manera que Necaxa puso sus ojos en él y lo contrató.
Ante los mismos aztecas, en Estados Unidos, deslumbró. Marcó dos tantos en la inolvidable victoria por 7-0 en Santa Clara, y se ganó un lugar en el corazón de una hinchada nacional que no lo tenía muy presente por su inestabilidad futbolística.
Necaxa, su nuevo lugar en el mundo
Rodeado de varios ex compañeros en Universidad de Chile, como Marcos González, Luis Felipe Gallegos y Manuel Iturra, Puch se empezó a sentir rápidamente como en casa. Pese a que los rayos no empezaron bien en su rendimiento, el mediapunta se empezó a hacer notar a punta de goles y buenas jugadas.
Necaxa empezó a levantar, y Puch a hacerse notar cada vez más. En total, en 14 partidos, el seleccionado chileno ha marcado 8 goles, ha otorgado cuatro asistencias y su equipo, ahora en el sexto lugar de la tabla general, ahora lleva nueve encuentros sin conocer la victoria.
En México ya están catalogando a Puch como uno de los mejores extranjeros del torneo. En la fecha pasada, cuando Necaxa venció a Tigres, fue elegido como el jugador de la fecha. Y tiene a su equipo, recién ascendido, muy cerca de los playoffs. Una realidad muy distinta a la de 10 meses atrás, cuando entrenaba en las playas de su querido Iquique.