Antonio Delfau, ex director de la revista Mensaje: "Este es un Papa que desconcierta por muchas razones"
Para el religioso chileno, el debate que ha generado Francisco al interior de la Iglesia Católica va más allá de la simple división entre progresismo y conservadurismo.
Desde hace poco más de dos años, el sacerdote Antonio Delfau, ex director de la revista Mensaje, vive a pasos de la Plaza San Pedro, en Roma. Como asistente del encargado de las finanzas de la Compañía de Jesús está instalado en el edificio de la Curia General Jesuita en la capital italiana. Desde allí ha seguido de cerca la evolución del pontificado de Francisco. A Jorge Mario Bergoglio lo conoció hace casi 35 años en Argentina, cuando era un joven sacerdote jesuita, aunque, sentado en su oficina a metros de la Vía della Conciliazione, en diciembre pasado, reconoce que "para mi propia humillación, cuando lo volví a ver aquí y lo saludé, no se acordaba de mí".
Esa experiencia le ha permitido apreciar el cambio experimentado por el actual líder de la Iglesia Católica. "Es verdad que el Papa como arzobispo de Buenos Aires era mucho más serio, pero se ve que ahora está contento de este servicio que está cumpliendo", asegura. Pero el proceso no ha sido fácil, porque, desde su elección, el Pontífice ha impulsado cambios que han generado tensiones en la Iglesia.
El Papa está por cumplir cinco años de pontificado, ¿cree que su mensaje y las reformas que ha hecho están calando en la jerarquía de la Iglesia Católica?
Creo que no ha habido demasiado entusiasmo con el mensaje del Papa Francisco en muchos episcopados y yo incluiría el chileno. No se ha notado. Aquí en Roma Amoris Laetitia, este importante documento sinodal vinculado a la familia y a los divorciados vueltos a casar, ha causado enorme controversia dentro de la Iglesia Católica, especialmente en algunos sectores más conservadores. Está el caso de los cuatro cardenales que le escribieron una carta abierta al Papa. Cosas que son insólitas. Yo creo que el Papa Francisco ha permitido eso más que otros papas, ha permitido una disidencia pública abierta.
¿Esa mayor apertura a la crítica a qué cree usted que responde?
Creo que es muy él. Este Papa es un Papa que desconcierta bastante y desconcierta por muchas razones. Eso hace que tenga oposiciones muy distintas. Aquí en Italia se hizo una encuesta a los obispos italianos hace ya bastante tiempo, donde les preguntaban anónimamente su opinión del Papa. Era muy curioso ver las razones de por qué algunos mostraban reparos hacia él. Por ejemplo, cuando el Papa dijo que no se podía cobrar por los sacramentos, resulta que para un cura párroco que tiene que mantener su Iglesia, que tiene que vivir de lo que le dan los fieles, eso puede ser un problema. Llegaban los fieles y decían que no, que no les podían cobrar por los sacramentos, porque lo dijo el Papa. Pero hay que pagar la electricidad de la Iglesia, la calefacción en invierno y, en fin, hay que arreglar el techo y el cura tiene que comer. Ese era uno de los reparos al Papa, que no tiene nada que ver con razones más del tipo doctrinal. Después, para otros, la molestia era porque en Italia se había establecido la carrera eclesiástica, pero eso se acabó con Francisco, porque el Papa saca a un párroco de la periferia y lo hace cardenal, como ha pasado aquí en Italia. Cambiaron las reglas del juego. Con esto quiero decir que cierta oposición al Papa es más compleja de lo que se piensa cuando se habla de progresismo y conservadurismo.
¿No se puede entonces hacer un paralelo entre la oposición que tuvo Juan Pablo II de sectores progresistas?
No, yo diría que hoy es más complejo. El Papa Juan Pablo II venía de un país comunista y tenía una gran sospecha por todo lo que fuera de izquierda. El Papa Francisco viene de una teología que le llaman la teología del pueblo, que es una teología argentina, que es distinta de la teología de la liberación, que valoriza mucho lo que el pueblo hace y también valoriza cosas muy antiguas y tradicionales.
¿Por qué cree que el Papa decide llevar a cabo estos cambios?
El Papa tuvo la habilidad de darse cuenta de que la Iglesia jerárquica, la Iglesia institución, se estaba alejando mucho de la gente, de la vida común y corriente de la gente, por estar empeñada en las normas. Por eso tiene esa idea de hacer un año de la misericordia, que es como volver a poner en el centro la misericordia, muy por encima de las normas. Pero también hay que decir que este Papa ha sido criticado muy duramente por los sectores que han sufrido abusos sexuales, porque a pesar de que instituyó una comisión especial y ha tenido varios gestos al respecto, algunos piensan que no ha hecho suficiente. Entonces, si tú ves, el espectro de razones por las que este Papa aparece como incómodo es variopinto.
¿Cree que los cambios son permanentes o algunos pueden revertirse con un nuevo Papa?
Hay algunos cambios que han sido estructurales y, por lo tanto, no son cambios cosméticos que van a durar lo que dure un pontificado. Por ejemplo, los cambios en el área económica. El Banco del Vaticano y las instituciones económicas del Vaticano han querido asimilarse a las reglas de la UE, que son muy exigentes en transparencia. Otro ejemplo: el Papa ha decidido unir algunos dicasterios, algunas de las instituciones que componen la Santa Sede. Eso también es algo permanente. Yo diría que hay cosas que han cambiado y que no son solo un asunto de estilo.
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