La ONU quiere refuerzos franceses, Francia pide cascos azules, los grandes países europeos se niegan a implicarse: la República Centroafricana se ha convertido en una trampa para la comunidad internacional, incapaz de ayudar a ese país inmerso en el caos.

Después de haber rehusado refuerzos durante mucho tiempo, Francia anunció el viernes el despliegue de 400 militares suplementarios en Centroáfrica, y la Unión Europea anunció el envío de un millar de soldados.

El interrogante es si este esfuerzo no es demasiado tardío y si será suficiente para poner fin a la violencia que asola ese país.

Los grupos armados y los saqueadores abundan, el Estado centroafricano no controla nada y, según Amnistía Internacional, en el territorio se ha  desencadenado una "depuración étnica".  

La República Centroafricana estuvo durante diez meses bajo el poder de los rebeldes musulmanes de la Seleka, pero la nebulosa de milicias de autodefensa  mayoritariamente cristianas antibalaka (antimachetes en lengua sango) es considerada actualmente como "el principal enemigo de la paz".

La violencia provocó un éxodo de cerca de un millón de refugiados, en un  país de 4,6 millones de habitantes. 

La catástrofe humanitaria se prolonga pese al despliegue de 7.000 soldados  extranjeros (1.600 franceses y 5.400 de la MISCA, la fuerza de la Unión  Africana), a los que la ONU dio en diciembre mandato para restaurar la  seguridad.

"Desde el principio, nosotros dijimos, y la ONU dijo, que se necesitaban  por lo menos 9.000 o 10.000 hombres", recuerda Geneviève Garrigos, presidenta  de Amnistía Internacional.

La organización humanitaria ha denunciado la respuesta "demasiado tímida"  de las fuerzas internacionales a la "depuración étnica" de que son víctima los  musulmanes, asesinados o empujados al exilio por las milicias antibalaka. Éstas  multiplican los actos de violencia desde la caída, el 10 de enero, del  presidente Michel Djotodia y de la organización rebelde musulmana Seleka que lo  había llevado al poder por la fuerza en marzo de 2012.

CUANDO LAS PAPAS QUEMAN

El problema es que "nadie quiere quedarse con la patata caliente de  Centroáfrica", resume Thierry Vircoulon, africanista del International Crisis  Group (ICG).

"No se plantea que Francia solucione sola el problema. Ni es nuestro papel  ni tenemos los medios de gestionar totalmente esta crisis; cada cual debe  asumir responsabilidades", recalca un alto funcionario diplomático.

El presidente François Hollande instó el jueves a la ONU "a acelerar" el  envío de cascos azules evocado en una resolución votada en diciembre.

Pero una operación de mantenimiento de la paz, que debe ser validada por  una nueva resolución del Consejo de Seguridad, se enfrenta a reticencias, en  particular de Estados Unidos (por razones presupuestarias), pero también de  países africanos, como Chad y el Congo, ya fuertemente implicados en la MISCA.

Además, tal operación no podría ser organizada antes del verano boreal.

Los refuerzos europeos (500 militares para proteger el aeropuerto de Bangui  y apoyar a las fuerzas francesas y la MISCA) podrían empezar a llegar en marzo,  pero desde ya los grandes países europeos, empezando por Reino Unido y  Alemania, han anunciado que no enviarán soldados.

De manera que esa unidad  "Eufor-RCA" estará constituida en gran parte por militares franceses y de  países como Estonia o Georgia (que no forma parte de la Unión Europea).

ESTRATEGIA

"El problema es que se están aumentando los efectivos militares sin tener  una verdadera estrategia para restablecer la seguridad", lamenta Thierry  Vircoulon. "Desde el principio, se avanza con atraso respecto a los  acontecimientos. Se llegó a Bangui para desarmar a los rebeldes Seleka, y  sorprendió el avance de los antibalaka. Se echó a los Seleka de Bangui, y  mañana sorprenderá que ellos creen un pequeño reino en el nordeste del país",  considera el experto.

La alternativa totalmente militar no conviene a una situación tan volátil  como la centroafricana, señaló recientemente ante el Consejo de Seguridad el  embajador de Francia Gérard Araud. "Sólo una fuerza multidimensional de  mantenimiento de la paz, con un volumen importante, y sobre todo unidades de  policía, pero también un importante componente civil y un financiamiento  perenne, permitirán estabilizar el país, preparar elecciones y emprender una  reconciliación nacional", afirmó.