Planos generales de las cataratas de Iguazú, imágenes espectaculares de cascadas de agua que fluyen con violencia, que avanzan sin tregua hasta caer en el vacío. La primera secuencia de Una mujer fantástica adelanta lo que pasará en los próximos minutos de película: el tiempo de Orlando, un hombre de 57 años que acaba de invitar a su novia a Brasil, avanza inclemente hasta estrellarse con la muerte. Un aneurisma acabará con su vida y quebrará la existencia de Marina, la mujer con la que compartía sus días. En ese instante, el lente de Sebastián Lelio deja a Orlando, la enfoca a ella y no la abandona más. La cámara, y a través de ella el espectador, será la única compañía que la joven tendrá en su dolor.
Eso, porque lo que debería ser un duelo por la pérdida de un ser amado, se convierte en la lucha de una mujer por exigir su lugar en una sociedad que, desde la cúspide hasta sus bases, niega su existencia. Desde esa mirada, Una mujer fantástica podría llamarse también "Marina versus Chile", un país en el que la humillación parece estar institucionalizada, en el que la medicina no sabe cómo tratar su cuerpo y donde el sistema legal no reconoce su identidad de género. "A nivel planetario, más allá de la sociedad chilena, pasamos por un momento muy delicado. Pareciera que hay una ola de retroceso, pero esa ola tiene una contraparte, que es inclusiva y que quiere abrazar la complejidad de la vida en todas sus formas", detalló Lelio ayer en la conferencia de prensa, en la que el equipo fue recibido con entusiasmo por los periodistas.
Los primeros 20 minutos de la película podrían ser como una versión masculina de Gloria -un hombre mayor entregado al amor y a la vida-, pero el cineasta esquiva el camino fácil, toma un desvío radical y se arriesga a ir por una ruta tan peligrosa como desafiante: al instalar el foco en una protagonista transexual, pone a prueba la sensibilidad del que mira, lo enfrenta a los límites de su moral y lo convierte en un personaje que, a través de su empatía, construirá el filme tanto como los actores. Si los críticos definieron el tono luminoso de Gloria como "pop", este nuevo trabajo oscila entre la delicadeza de una balada de Aretha Franklin que Marina canta en una escena, y la violencia del tecno al que se entrega en una noche de descontrol.
La cinta, protagonizada por Daniela Vega, Francisco Reyes, Aline Kuppenheim, Luis Gnecco y Sergio Hernández, junto a una lista larga de nombres reconocidos del mundo actoral chileno, tuvo su estreno oficial ayer en la noche entre aplausos y elogios, en una función donde estuvieron presentes, además del equipo de la película, el Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, y el cineasta Pablo Larraín. Entre los comentarios que se oían estaba la factura y la potencia visual que logra Lelio, y la actuación de Daniela Vega, cuyo personaje emocionó a los espectadores por su fuerza y entereza. "Marina fue construida sobre la idea de creer que las convicciones pueden ser algo mayor que los problemas que se presentan en la vida. Es una chica resiliente y su dignidad está por sobre cualquier cosa", explicó la protagonista, ovacionada tras la función oficial.
"Estamos felices con el recibimiento de Una mujer fantástica en Berlín. Ha sido increíble y ha habido mucho interés. En términos de distribución, estamos cerrando acuerdos con los principales países de Europa, y mañana es probable que cerremos un grupo de países que significaría estar prácticamente en todas partes. Lo que queda es acompañarla en lo que sigue y preparar el estreno en Chile para el 6 de abril", afirma el productor Juan de Dios Larraín, quien además anunció dos proyectos nuevos: el documental Ni una menos, sobre el movimiento contra los femicidios en América Latina, y la serie de ficción Reinas, sobre casos reales de violencia hacia la mujer, entre los que está el de Gerardo Joannon, el cura vinculado a adopciones irregulares.
Con Una mujer fantástica, el cine chileno vuelve a traer a la Berlinale una cinta que exhibe las cicatrices que deja el conservadurismo en el tejido social del país. Si el año pasado se estrenaron en el festival películas inspiradas en los casos de discriminación más conocidos del Chile reciente -el de la jueza Karen Atala, en Rara, y el de Daniel Zamudio, en Nunca vas a estar solo-, Lelio va más allá al instalar una historia de amor inédita en el cine local. "Marina está preparada para el mundo, es el mundo el que no está preparado para ella", explica Lelio. Francisco Reyes destaca la valentía del cineasta: "Sebastián enfrenta al público a su propia capacidad de aceptación del otro, y en ese sentido, es sumamente contundente".