Arabia Saudí está levantando muros en sus fronteras septentrionales y meridionales, para intentar protegerse de la amenaza del yihadismo, tanto del nacido en Irak tras la invasión de EEUU en 2003, y personificado ahora por el grupo Estado Islámico (EI), como del terrorismo de Al Qaeda en Yemen.

El miedo a la infiltración de terroristas reaccionarios a la presencia de tropas estadounidense en Irak cuyo número se multiplicó a partir de 2003, hizo saltar la pasada década las alarmas en Arabia Saudí, lo que llevó a sus autoridades a anunciar, en el año 2006, la construcción de una valla que impidiera el contagio de las acciones violentas en su territorio. 

El avance del proyecto, que incluye un muro de más de 900 kilómetros a lo largo de la desértica frontera que separa a saudíes de iraquíes fue lento, y no fue hasta el pasado junio, coincidiendo con el control por parte de los yihadistas del EI del norte de Siria e Irak, cuando la idea recuperó actualidad.

No en vano, entre 2008 y 2013, el número de víctimas mortales en la vecina Irak se redujo a mínimos desde la invasión, para dispararse de nuevo en 2014, año en el que más de 17.000 personas murieron en actos violentos, según la organización "Iraq Body Count".

La violenta irrupción del EI en 2014, acompañada de la proclamación de un califato, reavivó la propuesta y el fallecido rey saudí Abdalá bin Abdelaziz inauguró la primera fase del muro en junio de ese año.

Esta valla fronteriza con la que Riad pretende ponerle puertas al desierto, contará con las últimas tecnologías: cámaras de vigilancia, ocho centros de mando y control, 32 puntos de intervención rápida, 78 torres de observación y comunicación, y un preparado equipo humano. 

Asímismo, 1.450.000 metros de red de fibra y 50 radares completarán las labores de los detectores de movimiento que se instalarán a lo largo de los más de 900 kilómetros de frontera. 

Esta iniciativa provocó algún que otro roce entre la monarquía saudí, de creencia suní, y el ex primer ministro iraquí, el chií Nuri al Maliki, según recuerda a Efe el analista político saudí, Ahmed al Gamedi.

Las autoridades saudíes acusaron en numerosas ocasiones a Al Maliki de practicar una política sectaria en Irak, marginando a los suníes, lo que empañó las relaciones entre Riad y Bagdad, hasta la llegada, el año pasado, de las nuevas autoridades lideradas por el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi.

Al Gamedi se mostró convencido de que este muro "no afectará negativamente" los lazos saudí-iraquíes. "Al contrario, reforzará la cooperación de seguridad bilateral", dijo sobre el proyecto.

Además, consideró que esa idea contribuirá a "consolidar" la estabilidad política y de seguridad que viven los saudíes.

Riad reforzó también la defensa de su frontera con Irak, con el envío de cerca de 30.000 soldados, especialmente después de varios ataques yihadistas contra las fuerzas fronterizas saudíes que provocaron la muerte de tres de sus soldados.

La desestabilización progresiva vivida en Yemen, donde Al Qaeda instaló una filial en los primeros años del nuevo milenio, también despertó la preocupación de la ultraconservadora monarquía saudí que, en abril de 2003, ordenó la construcción de una valla electrificada en la frontera de más de 1.780 kilómetros.

Dicha iniciativa despertó el recelo del entonces presidente yemení, Ali Abdalá Saleh, quien consideró la propuesta como contraria al acuerdo de la demarcación de fronteras firmado entre ambos países en el año 2000, en la ciudad saudí de Yeda.

El tratado regula también la actividad del pastoreo y la utilización de los recursos hídricos en las zonas fronterizas.

La crisis se disipó después de que Riad decidiera paralizar la construcción de la empalizada en 2004 tras haber levantado 100 kilómetros. No obstante, en abril de 2013, Arabia Saudí retomó con nuevas energías el proyecto.

Al Gamedi defendió también este plan saudí, que considera "efectivo" para proteger al país del caos que viven sus vecinos y contra posibles ataques terroristas.

En su empeño de vacunarse ante el terrorismo, Arabia Saudí tampoco ha dudado en proveerse de aviones no tripulados y globos aerostáticos equipados con cámaras y radares ultrasensibles para vigilar las fronteras del reino.

Los nuevos equipos, con los que está sustituyendo la vigilancia tradicional, llevada a cabo por helicópteros y patrullas de todoterrenos, caballos y camellos, tienen capacidad hasta de detectar animales de pequeñas dimensiones en las extensas fronteras del país.