"Con Grondona, esto no pasaba", fue la frase que más se repitió el 28 de marzo, cuando se conoció que Lionel Messi había sido sancionado con cuatro partidos de suspensión en las Eliminatorias por los insultos que le profirió a ambos jueces asistentes al término de cada tiempo en el partido frente a Chile del 23 de marzo, en el estadio Monumental. Hasta ahí, y por oficio, el astro del Barcelona se perdía el resto del camino hacia Rusia 2018 y en Argentina lamentaban que, después del fallecimientno del ex timonel de la AFA y vicepresidente de la FIFA, no tuvieran la protección ni el poder que siempre detentaron en el fútbol mundial. El criticado Grondona pasaba a ser concebido como garantía de impunidad.
Pero para la FIFA, aún sin el histórico directivo, Argentina sigue siendo intocable. Sobre todo si en sus filas cuenta con Lionel Messi, el mejor futbolista del momento y el más laureado del momento. El único al que, al parecer, están dispuestos a perdonarle todo. Hasta la sanción de cuatro partidos que la Comisión Disciplinaria del organismo le aplicó de oficio por insultar a uno de los jueces asistentes del duelo ante la Roja, una incidencia que el árbitro brasileño Sandro Ricci ni siquiera consideró en su informe. "Tomátela, la concha de tu madre", se le escuchó decir. Lo vio todo el mundo.
Indulgencia reincidente
Ayer, la Comisión de Apelación de la FIFA revirtió la decisión de primera instancia. Una señal más considerando la débil reprimenda que recibieron los transandinos por las pifias e insultos de carácter homofóbico que se produjeron durante la ejecución del himno chileno antes del mismo partido y durante todo su desarrollo: apenas una advertencia y una exigua multa, 20 mil francos suizos, unos 13 millones de pesos chilenos. Nada que ver con el cierre del Nacional que ha sufrido Chile por comportamientos vandálicos similares.
Para salvar a Messi había mediado un trabajo meticuloso de parte de la defensa del futbolista, a cargo del abogado español Juan de Dios Crespo, especialista en este tipo de litigios, con éxitos a nivel de UEFA, Conmebol y el TAS. "Pedimos toda la reducción de la pena. Ha sido una larga hora y media, donde presentamos todos los argumentos. La FIFA nos ha pedido que sea todo secreto hasta que tomen una decisión, que debería ser en los próximos días. Los abogados hemos salido contentos", había declarado el jurista el jueves, después de presentar la apelación en Zúrich.
En menos de 24 horas, la efectividad del fichaje de Crespo quedaba comprobada. Su ilustre defendido quedó libre de todo cargo. Por un tecnicismo jurídico, claro. "Pese a que la Comisión de Apelación de la FIFA consideró reprochable la conducta del jugador Messi en dicho incidente, la misma determinó a su vez que las pruebas disponibles no eran suficientes para demostrar según los estándares adecuados -es decir, de manera completamente satisfactoria para los miembros de la Comisión de Apelación- la aplicabilidad del art. 77 a) del CDF, que permite a la Comisión Disciplinaria sancionar las faltas graves que no hubiesen advertido los oficiales de partido", establece el comunicado emitido en Suiza.
Las pruebas audiovisuales que antes habían significado una enérgica (y hasta ahí ejemplarizador) pena, quedaban reducidas a cero. A Messi se le había sancionado por violar los artículos 77 a) y 108 del Código Disciplinario, "al pronunciar palabras injuriosas contra un árbitro asistente". Además del castigo deportivo (del que sólo purgó el partido ante Bolivia, en La Paz) debía pagar 10 mil francos suizos de multa. Ahora, ni siquiera eso. Messi, que en su día dijo que insultó al aire, no tuvo ni que viajar a defenderse.
Hasta algunos de los comentaristas argentinos más reputados se extrañaron por el vuelco del caso. En Chile, en cambio, que sufrió los castigos a Valdivia y Vargas por infracciones similares (cuatro y dos partidos tras la visita a Uruguay) no hubo ánimo para reproches al organismo. "Ningún comentario. Nosotros no comentamos las decisiones de los órganos jurisdiccionales en Chile e internacionales. Nada tenemos que decir. La institucionalidad tiene que fluir. Nada más que aportar", se limitó a declarar Hugo Muñoz, director de la Federación chilena.