El Estadio Municipal Nicolás Chahuán es un remanso de paz a las 12 del mediodía. La tosca estructura del recinto y las erosionadas galerías que lo circundan transmiten, a primera vista, cierta sensación de abandono. Sin embargo, el conjunto que allí actúa como local nunca había estado tan vivo como ahora. Éste es el fantasmagórico fortín de Unión La Calera. Fantasmagórico, pero también fantasmal, pues el equipo calerano, que se aupará a la segunda plaza del Clausura si es capaz de doblegar esta tarde a San Marcos de Arica, cuenta aún con opciones reales de salir campeón, algo que a comienzos de semestre resultaba poco menos que una quimera. Aquí se encuentra el centro de operaciones de uno de los técnicos revelación del campeonato, el Fantasmita Pereyra.
Un mendocino de 41 años a quien en la V Región recordarán siempre por sus goles en los Clásicos Porteños, pero también por su apasionada forma de vivir el fútbol. Y de entenderlo. Tras anunciar su retiro como jugador, en 2014, el connotado ariete tardó menos de un año en realizar su debut profesional como entrenador, precisamente en la banca del equipo cementero: "Le estoy muy agradecido a Néstor Craviotto, el DT en aquel momento, porque me hizo ver que lo mejor era decir basta. Tenía 40 años y me tocó dejar el fútbol porque era el momento, pero cuando uno vive esto con tanta pasión como yo, cree que nunca es el momento".
Pero la devoción que le impedía colgar las botas y correrse a un lado, se aplacó con la llegada de nuevos objetivos. "El conocimiento previo del equipo creo que me ayudó bastante, pero tomar esa distancia de técnico me costó mucho, porque en el plantel tenía, y todavía tengo, muy buenos amigos. Soy una persona con mucho miedo al fracaso, pero eso me lleva a esforzarme más, y acepté dirigir a La Calera porque siempre me han gustado los desafíos", reconoce el Fantasmita, emocionado y sonriente.
Un DT revolucionario
Hace exactamente una década, Ariel, el tercero de cinco hermanos criados "a unas 20 cuadras de distancia del estadio de Godoy Cruz", abandonó Chile para probar fortuna en el fútbol venezolano. Su buen desempeño en la disciplina del Italmaracaibo no pasó desapercibido para nadie. En la retina de la hinchada local quedaron sus tantos, pero, especialmente, su forma de festejarlos. "El presidente del club me pidió que cada vez que hiciera un gol lo festejara dándole un beso al Che Guevara. Como yo cumplía, una vez estaba Chávez dando una conferencia de prensa en Maracaibo y quiso conocer al loco que celebraba así los goles. Fue una experiencia muy linda", revela Pereyra, que luce en su brazo derecho un gran tatuaje con la silueta del Comandante. "Tengo al Che Guevara porque es una persona a la que admiro mucho por todo lo que hizo por nuestro continente. Y supongo que en todos los clubes por los que he pasado, he sido casi siempre un revolucionario. He estado siempre a favor de la gente que se esfuerza, que entrena bien y que lucha por mejorar", explica.
Un carácter revolucionario que el Fantasmita trata de inculcar a sus jugadores en cada encuentro con una larga arenga en camarines antes del pitazo inicial. Y es que el entrenador de Unión La Calera, que reconoce que su inmadurez como técnico le lleva a vivir todavía los partidos con demasiada intensidad, no duda a la hora de enumerar los nombres de los DTs que más le han influido. "Me gusta mucho Mario Salas. Tanto que he tenido la humildad de llamarlo por teléfono para preguntarle cuál es su metodología. Él me invitó a su oficina para explicarme cómo trabaja, y le estoy muy agradecido por cómo participó en mi formación como entrenador", admite Pereyra, antes de deshacerse en elogios hacia su principal referente deportivo en la banca, el Cholo Simeone: "Me encanta su forma de motivar a los jugadores y cómo transmite la rebeldía que tuvo de jugador a sus futbolistas. Dicen que sus equipos pegan mucho, pero no es cierto, él simplemente les inculca su pasión y amor por el fútbol, y el equipo juega como él jugaba. A mí me gustaría que mis jugadores se identificaran así conmigo", reitera.
Una identificación que el ex capitán de Godoy Cruz, Everton, Unión La Calera y Curicó Unido, trata de conseguir apelando a un modelo de formación continua, asistiendo a cursos y diplomados organizados por el INAF, consciente, tal vez, de que si en el fútbol está todo inventado, la reinvención debe partir de uno mismo: "Con lo que me enseñaron a mí cuando era jugador, no llega. Por eso hoy en día hemos metido mucho la tecnología. Aburrimos al jugador con tanto vídeo, pero creo que esa es la forma. Yo no ocupo pizarra. Te mentiría si dijera lo contrario, porque creo que hay otros métodos más efectivos".
La fuerte personalidad del Fantasmita, sin embargo, también ha llegado a jugar en su contra. Desde su expulsión de Unión La Calera en el año 2010 tras protagonizar una pelea con un compañero dentro del camarín, hasta su reciente encontronazo, el pasado año, con su dirigido Roberto Ávalos. Episodios, ambos, que el transandino atribuye a las situaciones de máxima tensión que se viven diariamente en el seno de todos los clubes. "Lo que me molestó de Astorga (entonces técnico de Unión La Calera) no fue que me echara, porque creo que hizo lo correcto. Lo que me molestó es que no me dio la cara y no me explicó por qué lo hacía", sostiene a propósito de su despido, antes de resaltar, en relación al Caso Ávalos, que "jamás hubo golpes" y equiparar lo sucedido con una situación similar vivida en primera persona en Argentina: "Año 94. A mí me saca el técnico Humbertito Grondona, que ha ganado todo, después de hacer un gol con Godoy Cruz, y salgo y le tiro la camiseta a la cara. Y eso no se hace, pero también lo hice. Con Ávalos pasó algo parecido, pero nos pedimos disculpas y seguimos siendo amigos. Me pidieron referencias de Everton, y les di todas las buenas".
Antimperialismo
Controversias aparte, de lo que no cabe ninguna duda es de que el Método Pereyra funciona. Y si no, que se lo pregunten a Colo Colo, equipo que la pasada fecha sufrió en carne propia la ira del conjunto cementero, que con su goleada en el Monumental despojó al cuadro albo del liderato y puso el Clausura patas arriba: "Tenemos una meta nomás, que es no descender. Eso es lo que nos quita el sueño. Fue un triunfo importante el de Colo Colo simplemente porque esos tres puntos casi ningún equipo que pelea el descenso los suma", reconoce, con un punto de humildad, el Comandante de Unión La Calera, adalid del antimperialismo deportivo, no sólo por haber sido capaz de destronar al Cacique, sino por liderar la rebelión de los modestos del fútbol chileno: "En lo económico se dan las diferencias grandes, pero sería hermoso que saliera campeón un equipo de provincia, un equipo chico. No sólo lo digo por Calera, sino también por Cobresal, por ejemplo. Sería lindo".
Y es que a falta de cinco fechas para la conclusión del torneo, el desenlace del Clausura se presenta más abierto que nunca. El elenco calerano es uno de los conjuntos que permanece en la lucha, si bien para su entrenador, que prefiere restarse protagonismo para destacar el trabajo realizado por sus ayudantes (su hermano Óscar y el Profe Juan Elena), la verdadera lucha del equipo se libra en otra parte: "La lucha pasa por encontrar una cancha donde poder trabajar. Es la más grande de las dificultades, el no tener un lugar físico para entrenar. Nosotros vamos a Mantagua, pero eso está a 30 minutos. El esfuerzo que hacen los dirigentes es grande, pero ésta es la realidad de los equipos chicos", denuncia.
Pereyra, a quien le restan dos años de contrato, vivirá esta tarde desde la banca del Nicolás Chahuán un partido crucial para las aspiraciones de su equipo. Un equipo que pelea por eludir el descenso, pero que se encuentra en condiciones de lograr algo más grande. "Seamos realistas y hagamos lo imposible", que hubiera dicho el Comandante.