El pianista letón Armands Abols es un hombre de contrastes. Por lo menos esa impresión provoca cuando dice que le gusta mezclar Beethoven, Ravel, Prokofiev y algún infaltable compositor letón. También sorprende saber que no soporta el frío, a pesar de crecer en un país donde las temperaturas bajo cero son tan comunes como el mote con huesillo en el verano chileno. Y para más detalles sobre una vida de características opuestas, Abols reside en la Región de Los Lagos, lugar donde el frío es parte del paisaje.
Para el concierto de hoy y mañana en el Teatro U. de Chile, Abols se olvidará de las mezclas abigarradas e interpretará una sola pieza: el Segundo concierto para piano de Sergei Rachmaninov. "Es bastante difícil. Muchas notas, virtuosismo e interacción con la orquesta", cuenta el letón sobre esta célebre obra del 1900. Elegida como la composición clásica más popular en Gran Bretaña en el 2005, la pieza incluso se transformó en un hit del cantante estadounidense Eric Carmen, en 1975.
El romanticismo de Rachmaninov le viene como anillo al dedo a Abols, un músico que tejió su propia historia lejos de casa.
El pianista tiene 35 años, pero lleva 17 de ellos en Chile, país que conoció en 1992, cuando ganó el Concurso Luis Sigall. "Llegué acá y conocí a una chilena, Rosita. Ella era hija de un músico y fue a unos conciertos que yo daba en Frutillar. Luego me fui, pero las cartas y la comunicación a distancia no son lo mejor para una relación. Así es que me devolví y desde ese momento hemos estado juntos. Mi carrera internacional se ha organizado desde Chile", dice Abols, ahora ya casado con esta psiquiatra amante de la música. "Primero vivimos en Niebla, en una cabaña. El piano lo tenía ahí y creo que con la humedad sufría bastante. Estuvimos ocho años en el pueblo y luego, al nacer nuestra hija, me fui a Valdivia. El paisaje de esa zona es increíble, me encanta", cuenta Abols, quien además hace clases en el Conservatorio de la Universidad Austral.
Su carrera se reparte entre Chile y ciudades como Cleveland, San Francisco, Boston y San Petersburgo (Rusia), con actuaciones que le han llevado a ser acompañado por la Filarmónica Real de Londres, por ejemplo.
"Ya no me iré de Chile, acá lo tengo todo. Ni siquiera voy tanto a Letonia", afirma Abols, cuyo padre es un ingeniero de 65 años que aún no puede jubilarse. "La crisis económica golpeó muy fuerte al país, la cosa es dramática. Apenas están pagando el 30 por ciento de la jubilación y la cesantía ha escalado mucho", explica. "Pero prefiero eso a la época en que éramos una república soviética. En ese tiempo sólo tenías comodidades si eras del Partido. Mi familia era más bien humilde y sin contactos ", recuerda Abols, cuya vida de viajes y patrias repartidas le ha llevado a dominar cinco idiomas. "Lituano, alemán, ruso, inglés y español. El más fácil es el español", comenta. Por supuesto, le facilitó una nueva vida en el otro lado del mundo.