El armenio Henrikh Mkhitaryan llegó a Manchester United en julio pasado desde el Borussia Dortmund a cambio de US $ 33,5 millones de dólares. Lo hizo siendo uno de los mejores jugadores de la Bundesliga alemana, con un registro de 23 goles y 32 asistencias durante la última temporada. Dichos registros lo convertían en la promesa de los nuevos Diablos Rojos de José Mourinho.

El inicio, sin embargo, no fue de los mejores. Tras alguna lesión con su selección, el DT simplemente se olvidó de él y lo relegó a la banca, desde donde no salió durante largo tiempo. El entrenador, incluso, aseguró que si estaba afuera era por decisión "absolutamente técnica" y que "para algunos jugadores no es fácil acostumbrarse al ritmo de la Premier League".

Los resultados tampoco han acompañado al ex entreador del Real Madrid y, de hecho, apenas suma seis triunfos en 15 partidos, y es sexto en la tabla, con 24 puntos, 13 menos que Chelsea, líder de la competencia.

Durante las últimas semanas, sin embargo, el juego del equipo ha evidenciado muestras de mejora, precisamente gracias a Mkhitaryan, que parece finalmente haberse ganado la confianza del adiestrador. A mitad de semana, había convertido en Europa League, y hoy fue el autor del único tanto con el que su equipo derrotó a Tottenham. El armenio lleva cuatro encuentros consecutivos ingresando y cambiándole la cara al equipo, lo que ya comienza a repercutir en Manchester donde, los medios, ya piden que el jugador se mantenga en el equipo. Ante Spurs, dejó en la banca a Wayne Rooney y Juan Mata, y da buenos signos de entendimiento con Anthony Martial y Zlatan Ibrahimovic, con quienes ya comienza a conformar un buen tridente de ataque.

Mourinho se retracta y el armenio responde e inicia su despunte. Dándole, de paso, oxígeno a su técnico, que ya comienza a ser cuestionado.  Todo vale para comenzar a recuperar terreno.