En 1859 Charles Darwin publicó una de las teorías más revolucionarías de la historia: que los seres humanos habían evolucionado de otras especies y que todos los seres vivientes comparten un ancestro común.
Este principio biológico, junto a otros pertenecientes a la arqueología, han comenzado a ser utilizado por astrónomos para construir árboles familiares de estrellas. "La diferencia entre estrellas y animales es inmensa, pero ambos comparten la propiedad de cambiar a lo largo del tiempo. Además, ambos pueden ser analizados mediante la construcción de árboles de su historia", explica el Profesor Robert Foley del Centro de estudios Leverhulme de evolución humana en Cambridge.
Las estrellas se forman por violentas explosiones de nubes de gas en la galaxia, cada una de estas explosiones tiene una composición única que deja una "firma química" o ADN en las estrellas que se conformaron a partir de ella.
Entonces, si dos o tres se formaron en la misma explosión tendrán la misma firma química, lo que le permite a los astrónomos identificar a aquellas que están relacionadas y así armar el árbol familiar. Con el buscan estudiar la evolución de las estrellas y cómo se conectan entre ellas, en una nueva disciplina que denominan "arqueología galáctica".
"Las ramas del árbol sirve para informarnos sobre la historia compartida de las estrellas", comenta la Doctora Paula Jofré del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge.
Para armar el árbol, el equipo de astrónomos escogió 22 estrellas, incluyendo al sol. El estudio para identificar las firmas químicas de cada estrella, se realizó con información obtenida de los telescopios ubicados en el norte de nuestro país.