"Soy pintor. Esas dos simples palabras han dado sentido a mi existencia". Así daba comienzo Fernando de Szyszlo (1925-2017) a La vida sin dueño, un libro de memorias publicado en diciembre del año pasado y donde el artista peruano daba cuenta de su vasta trayectoria artística, hablaba de sus relaciones con escritores como Mario Vargas Llosa o, simplemente, criticaba al arte actual.

El pintor abstracto, uno de los vanguardistas más influyentes de Perú, parecía infatigable. Contaba que pintaba todos los días desde los 19 años, y siendo un reconocido líder de opinión de la política peruana, de vez en cuando tenía tiempo, incluso, de escribir columnas para participar en el debate público.

A los 92 años estaba sano y vigente, pero este lunes un accidente doméstico le quitó la vida, al caer por las escaleras de su casa, en Lima, junto a quien fue su esposa en los últimos 29 años, Liliana Yábar.

Szyszlo fue el primer pintor abstracto de Perú. Sus inicios se remontan a 1949, cuando junto a su primera mujer, la poeta Blanca Varela, emigró a París para nutrirse de la efervescencia artística en medio la posguerra. En Francia adhirió al arte abstracto e hizo grandes amigos ligados al arte y la literatura como Octavio Paz, Julio Cortázar, Wifredo Lam y Roberto Matta.

Los años en Europa le sirvieron para volver de forma definitiva a Perú en 1955, con un trabajo marcadamente abstracto, en conjunción con ciertos rasgos de las culturas autóctonas de América, que con el tiempo marcarían su sello como artista en la escena local y extranjera.

"Su presencia a nivel internacional fue muy rápida en los años 60. Logró coincidir con toda una escena del arte expresionista o informalista", cuenta el curador chileno Ramón Castillo, director de la Escuela de Arte UDP: "Pero lo fundamental es que fue un artista capaz de conducir en su trabajo una identidad americana, hacerse cargo de las raíces y hablar del mundo precolombino".

A partir de entonces, museos de Nueva York, Madrid, y otras latitudes se interesaron en el lenguaje vanguardista de sus pinturas y su cruce con temas del antiguo Perú. Un ejemplo de ello es Inrraki (1968), obra emblemática de su trayectoria que narra el mito del último inca, que recompone su cuerpo despedazado por los colonos españoles y los derrota.

Al respecto, el curador Pablo Chiuminatto explica: "La materialidad de su pintura representaba un tipo de arte que recuperaba la tradición de la materialidad del mural, pero en la tela". El académico de la UC precisa: "Su mérito era que lograba una mezcla entre las tradiciones indígenas latinoamericanas y, al mismo tiempo, la tradición internacional de la abstracción".

De espíritu inquieto y transgresor, Szyszlo también tuvo un fuerte rol en la política como líder de opinión, especialmente a partir de la década del 80. Junto a su amigo y novelista Mario Vargas Llosa, formó el Movimiento Libertad, que luchó por la presidencia para el escritor en 1990 y que fue derrotado por Alberto Fujimori.

Poco después, en 1992, el artista viajó a Chile para exponer en el Museo Nacional de Bellas Artes la muestra Fernando de Szyszlo: las puertas de la noche, una retrospectiva de 40 pinturas, que permitió tener por única vez en el país una aproximación directa con su obra.

Su trabajo logró notoriedad internacional, pero para algunos como Vargas Llosa, el reconocimiento aún es insuficiente. El año pasado, con motivo de su libro de memorias, apuntaba: "Szyszlo es uno de los grandes pintores de nuestro tiempo y hubiera sido más conocido de lo que lo es si, como hicieron muchos otros artistas latinoamericanos -Lam, Matta, Botero-, se hubiera quedado en EEUU o en Europa". A lo que agregó: "Pero él necesitaba físicamente la presencia de su país, aunque fuera sólo para dar la batalla cotidiana contra todo lo que andaba mal y lo irritaba en él".