Serán 18 planeadores de 300 kilos, pilotados por seres humanos adictos a la altura y medianamente temerarios, que recorrerán a partir de hoy y hasta el próximo sábado los cielos de Chile. Son aviones sin motor, que despegarán remolcados desde el Aeródromo de Vitacura e iniciarán un vuelo silencioso en la ladera del Cerro Manquehue. Desde ahí comenzarán el recorrido diario en una cancha ficticia que se extiende entre el Valle del Elqui, al norte, y Curicó, al sur.
Se trata, explica Rodrigo Lavanderos, piloto y organizador del 55º Campeonato Nacional de Planeadores, de una carrera similar a las regatas de veleros, en la que los planeadores deben pasar por ciertos puntos -localizados a través de un GPS- antes de volver a la línea de meta. Los circuitos, siempre distinto y desconocidos por los competidores hasta el momento del despegue, tendrán entre 300 y 500 kilómetros de extensión y contarán con aproximadamente seis puntos de control.
La dinámica es simple y compleja al mismo tiempo: los pilotos, una vez entregados a su suerte, deben buscar las corrientes ascendentes (conocidas como térmicas) y volar en círculos para tomar altura. Una vez conseguida, inician el descenso hasta la siguiente térmica. Todo, simulando el vuelo de las aves andinas. Es en ese recorrido cuando el planeador alcanza su mayor velocidad: hasta 270 kilómetros por hora envuelto en un silencio absoluto.
Entre los participantes habrá dos créditos locales: Carlos Rocca, campeón nacional, y René Vidal, subcampeón en la última edición. Ambos, además, ya abrocharon su clasificación para el próximo Grand Prix Mundial de Planeadores -la prueba madre de la disciplina- que se disputará en enero de 2018, justamente, en los cielos nacionales.