Podría entenderse como la leyenda de las sirenas que con sus cantos atraían a enamoradizos navegantes hasta que perdieran su rumbo en el mar, sin embargo los sonidos que emergen en el hall del Museo de Bellas Artes evocan otras sensaciones: melancolía, injusticia y soledad.
Por estos días, el edificio de Parque Forestal es invadido por un barco del siglo XIX, reproducción a escala que cuelga desde la cúpula de vidrio del museo por sus mástiles y velas. Al tiempo que éstas se mueven con ayuda de un ventilador, resuenan tres versiones del clásico himno francés La Marsellesa, entonadas por inmigrantes latinoamericanos en Santiago. Es la estrategia que utiliza el artista Claudio Correa (1972) para poner sobre el tapete el tema de la crisis migratoria: la pieza titulada Libertad, Igualdad y Fatalidad - que contó con financiamiento Fondart- estará hasta el 27 de noviembre en el Museo de Bellas Artes.
"Estos himnos me interesan por las incoherencias que evidencian, el deseo de construcción de la autonomía latinoamericana y la forma en que configuran su imaginario", cuenta Correa que se basó en adaptaciones creadas en América Latina durante el siglo XX por el movimiento anarquista argentino, el aprista peruano y el Partido Socialista chileno, cada uno cambiando la letra del himno francés a su propia ideología.
Los intérpretes son bolivianos, peruanos, colombianos y venezolanos, contratados por el artista a través de comunidades establecidas en Santiago y del INCAMI, una asociación cristiana dedicada a ayudar a los inmigrantes. "Comencé haciendo un casting para inmigrantes que tuviesen habilidades para cantar. De todas las grabaciones los audios escogidos fueron mayoritariamente de mujeres. sus voces en general son menos fingidas que las de los hombres", dice el artista quien suele trabajar con la política y la historia latinoamericana de ayer y hoy.
No es la primera vez que Correa utiliza la música como recurso artístico. En 2013, en la muestra Cuatro maneras de ser republicano, en galería Patricia Ready exhibió un cortometraje y vitrinas con instrumentos musicales de cera más partituras de las distintas versiones de La Marsellesa, para mostrar las contradicciones históricas e ideológicas del partidismo político. Y en Viento de voz, su obra para la curatoría colectiva del colombiano José Roca en galería Gabriela Mistral, reprodujo las tácticas de cacería de aves colombianas interpretadas por una cantante de boleros, como un paralelo del comportamiento violento camuflado que comparten humanos y animales.
"Son trabajos que afrontan la contingencia política de un "ahora", desde un continuo temporal hacia el pasado. Aquí busco ilustrar la expresión latina Flatus vocis (viento de voz), usada para designar palabras vacías de sentido, como las consignas de la Ilustración o la Revolución Francesa que eran abrazadas y adaptadas por las republicas americanas a modo de un Fltus vocis, pero la contraparte son esas voces de inmigrantes que expresan la fatalidad de su desarraigo", resume Correa.