A fines de los años 50 e inicio de los 60, Latinoamérica vivió el fervor de diversos movimientos ideológicos surgidos en su mayoría desde la clase obrera y campesina, con tendencias comunistas, que lucharon por la abolición de las instituciones burguesas para reemplazarlas por un régimen dirigido por y para el pueblo. Entre ellos estaba el Frente Sandinista Liberación Nacional (FSLN), en Nicaragua; el 26 de julio, en Cuba; las Farc en Colombia y el MIR, en Chile. Con los años también se sumarían otros: Sendero Luminoso y Tupac Amaru, en Perú; M19 en Colombia; el Ejército Zapatista Liberación, en México o el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, en Chile.

Los ideales de libertad y justicia no duraron mucho: la resistencia de los EEUU y de las elites de cada uno de los países fue implacable, se desataron dictaduras militares, al tiempo que estos grupos esgrimieron la lucha armada, el terror y la violencia - en algunos casos más extremos que en otros- que involucraron incluso a la población civil.

Esta época efervescente y convulsionada es rescatada por Arturo Duclos, desde mañana, en la muestra El fantasma de la utopía, en la que el artista despliega su nueva producción en cinco salas del Museo de Artes Visuales (MAVI). Un aire de nostalgia y contradicciones inunda la exposición. Duclos echa mano a la estética kitsch y a las técnicas del merchandising -ha elaborado chapitas y postales para repartir al público- para criticar la transformación de estos movimientos, pero también para cuestionar hasta qué punto hoy la población está comprometida con los cambios que se le exigen a la autoridad. Hay también, sin duda, un dejo de admiración por estos símbolos del pasado.

"Yo tenía sólo 13 años cuando estalló el Golpe, pero tenía amigos militantes del PC a quienes acompañaba a las protestas, y siempre me llamó la atención la convicción, lo temerarios que eran. Creo que toda revolución, todo cambio de paradigma radical que busca la utopía de un mundo mejor para todos, necesita personas arrojadas y valientes, que ahora escasea. Cuando la violencia responde a sistemas dictatoriales me parece justificada", dice Arturo Duclos.

Cuartel general

Perteneciente a la generación de artistas de los 80, Duclos fue uno de los exponentes más jóvenes de la Escena de Avanzada. A inicios de los 90 lideró un proyecto que bautizó como Escuela de Santiago, donde reunió trabajos de Juan Dávila, Eugenio Dittborn, Gonzalo Díaz y él mismo para la realización de una serie de postales que fueron repartidas gratuitamente. Una de ellas fue la polémica imagen del Simón Bolívar travestido de Dávila. Desde entonces, Duclos ha cruzado temas políticos con una estética ligada a la imaginería popular, la religión y la ideología política.

La muestra del MAVI -curada por el español Paco Barragán- es otro eslabón de esa cadena, donde utiliza la iconografía de estos grupos armados para transformarlos en pinturas; decora capas con lentejuelas -que recuerdan a las vestimentas de los bailes andinos-, o elabora altares barrocos compuestos de mantas, emblemas y peluches. La última sala, sin embargo, sale de la tónica con la instalación de una docena de ventiladores que hacen flamear una serie de banderas blancas suspendidas en el aire, las que esperan llenarse de nuevos símbolos.

"Hace un tiempo que empecé a trabajar este tema. Viajé a Bolivia primero, fascinado por la figura del Che, y me sorprendí analizando los bailes de las fiestas populares en el Norte, que son también súper militarizados; tienen un caporal que es un jefe mestizo, el que lidera la jerarquía y cuyo origen está en la esclavitud y el colonialismo", cuenta Duclos.

La muestra recoge documentos y material de prensa sobre estos grupos y su historia, y habrá una pantalla donde se transmitirán entrevistas con ex miembros de estos movimientos, realizadas por el propio artista. Además, todos los viernes, de 11 a 18 horas, en la plaza Mulato Gil, funcionará Cuartel general: una carpa donde se harán discusiones en torno a temas políticos y sociales que serán liderados por expertos invitados. La idea es que todo el mundo participe. "No es mi intención hacer un llamado a las armas. Lo mío tiene que ver con salir de la inercia, promover la discusión. En los años 60 y 70 se solía debatir, pero luego con la dictadura no se podía hablar en voz alta de política. A mi parecer hoy las universidades tampoco están cumpliendo la labor de generar cuestionamientos; están muy al debe", dice Duclos, quien fue director de la Facultad de Artes de la U. del Desarrollo, institución de la que se apartó, dice, desilusionado por la mirada comercial de la educación.

Lo mismo le sucedió con el apoyo a la candidatura de Marco Enríquez-Ominami, que abandonó luego de saber que había recibido financiamiento irregular de SQM. "Imagínate el hijo de Miguel Enriquez, miembro del MIR, era insostenible. Hoy no tengo candidato porque simplemente no veo liderazgos. Lo que necesitamos es probidad, líderes que sepan negociar y que trabajen para la gente", resume.