Arturo Lopez-Levy es profesor de política latinoamericana y estadounidense en la Universidad de Texas-Rio Grande Valley y se ha especializado en las relaciones entre Washington y La Habana. Incluso, a comienzos de los 90, fue analista politico para el gobierno cubano. Coautor del libro Raul Castro and the New Cuba: A Close-up view of change, se encuentra en Chile para participar el miércoles de la Conferencia "Relationship status - it's complicated: Cuba y Estados Unidos en la era Trump", organizada por el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.
¿Qué efectos concretos han tenido las medidas sobre Cuba dadas a conocer por el Presidente Trump en junio?
El efecto concreto de las medidas anunciadas por el Presidente Trump para Cuba ha sido reducido en lo concreto, pero con implicaciones intangibles significativas. La rimbombante retórica de una suspensión "total" de las aperturas de Obama choca con una realidad de viajes y remesas de norteamericanos, particularmente cubano-americanos, sin reducción. Ni la lista de condiciones para ulteriores negociaciones con Cuba ni la prohibición de negocios con las empresas afiliadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias ha sido importante, pues no eran relevantes de antemano. En contraste, las consecuencias intangibles de los anuncios de Trump si son muy relevantes. En la coyuntura crítica asociada a la transición intergeneracional en la Presidencia cubana en 2018, Trump ha congelado el desmantelamiento de las estructuras del bloqueo/embargo.
¿Qué se puede esperar que ocurra en Cuba cuando a fines de febrero próximo Raúl Castro deje su cargo?
El paso de la Presidencia de los consejos de Estado y de ministros en 2018 a un nuevo líder implicará la culminación de la primera transferencia intergeneracional de poder en la Cuba post-revolucionaria. Ese cambio en la cumbre, ya ha ocurrido en los niveles intermedios y bajos de la pirámide de poder cubano, manteniéndose la excepción del Buro Político del PCC donde persiste un número significativo de octogenarios, empezando por el propio Raúl y el segundo secretario José Machado Ventura, que es hasta más viejo que él. En ese contexto, por primera vez desde 1959 un líder que no proviene de la insurrección contra la dictadura de Batista tendrá la administración cotidiana del Estado cubano. Si como parece más probable, ese nuevo líder es un civil, Miguel Díaz-Canel, su ascenso a la Presidencia pondrá a prueba las instituciones para controlar o intervenir en asuntos relativos al papel de las Fuerzas Armadas en la economía y la vida política del país y la autonomía para adoptar nuevas mentalidades de gestión política.
¿La "salida" de Raúl será meramente simbólica? Seguirá ocupando su puesto en el PC y en las FAR...
Raúl Castro mientras viva será un factor primordial de poder en Cuba como actor de veto. Sin embargo, eso no rebaja la importancia de la transferencia de la Presidencia en 2018. En virtud del artículo 74 de la constitución de 1976, el presidente del consejo de Estado, la máxima autoridad del país, es a la vez presidente del Consejo de Ministros. Quien ocupe esos asientos será investido con poderes importantísimos institucionales, aun cuando tenga deferencias a la tutela de la generación "histórica". Lo simbólico no es asunto menor, Raúl Castro estaría cumpliendo su promesa de acatar las nuevas reglas institucionales adoptadas de límite de mandato y edad, con profundas repercusiones de cara al octavo congreso del PCC que debe celebrarse en 2021. En lo internacional, el simbolismo de un Presidente cubano que no se apellide Castro transmite una señal de cambio relevante.
¿Se tiene conocimiento profundo de Díaz-Canel en Estados Unidos?
La politica cubana es tan poco transparente que si en febrero Diaz-Canel no es el proximo presidente la respuesta sería mínima. Pero lo mas probable es que lo sea. Su ascenso representa las nuevas dinámicas institucionales de promoción paso por paso y tiene el respaldo de los líderes del PCC y el alto mando militar. Ellos prefieren una sucesión sin sobresaltos.