El 21 de agosto de 2004 será recordado para siempre. En Atenas, en una lucha de 3 horas y 43 minutos, Nicolás Massú y Fernando González consiguieron lo que nunca antes el deporte chileno había obtenido: una medalla de oro. Fue en la final del dobles por equipos, ante una dupla germana que batalló y que incluso llegó a tener cuatro puntos de partido a su favor. Pero el éxito estaba escrito para los nacionales, que con su triunfo dejaron a Chile en la 28° posición del medallero, como el mejor país sudamericano.
La historia guardará ahora a Massú y a González como los dos deportistas más exitosos de todos los tiempos; los únicos dos chilenos que se han inscrito como los mejores en los 108 años de historia que tienen los Juegos Olímpicos modernos. Atrás quedan los recuerdos de los segundos lugares, que si bien fueron meritorios, no se comparan a la gloria de alzarse como los mejores.
Sin duda el tenis ratifica todo el potencial que ha entregado a lo largo de los últimos años y que lo convierte en el deporte más exitoso en el país. Ya con el triunfo de Marcelo Ríos, que en 1998 se convirtió en número uno del ránking mundial y también con el equipo nacional, que obtuvo el bicampeonato de la Copa Mundial por equipos, se comenzó a escribir una historia llena de éxitos.
El mérito, esta vez, es doble si se considera que ambos tenistas lucharon además en sus partidos individuales, también con gran éxito. En jornadas maratónicas, que por ejemplo hicieron que Fernando González completara ayer 7 horas y 9 minutos de partido entre los dos compromisos que debió enfrentar, ambos jugadores terminaron llevándose el premio que fueron a buscar.
En el largo camino a la presea dorada está el recuerdo de una dupla que debió superar a los máximos favoritos. En una superficie que no los favorecía, en un clima realmente adverso y jugando hasta altas horas de la madrugada (ayer el partido finalizó a las 2.50 local), el "Vampiro" y el "Bombardero" supieron salir adelante y animar a festejos inéditos entre los chilenos.
La forma en que se dio el duelo ante los alemanes Nicolas Kiefer y Rainer Schuettler pasa a ser una anécdota tras conocer el resultado.Pero no por eso se debe restar el mérito que significó para la pareja chilena el sobreponerse constantemente a situaciones adversas. En cinco largos sets, con parciales de 6-2, 4-6, 3-6, 7-6 y 6-4, Massú y González prácticamente tuvieron que renacer de la agonía misma para alcanzar el éxito. Los germanos tuvieron todo para llevarse el partido, pero nunca encontraron fácil el camino.