Así fue el viernes 22, en su segundo concierto en el estadio Monumental de Buenos Aires, ante 60 mil personas y en su penúltima fecha en Argentina (anoche se despedían en Córdoba). Y así ha sido durante gran parte del tour World Magnetic: una institución del rock en plena comunión con su hinchada y con su fe inquebrantable en un género tan codificado como el thrash metal, luego de sortear terapias  y discos irregulares que casi precipitan el cisma definitivo.

Es Metallica en su mejor expresión, con el espectáculo de heavy más intenso y depurado del planeta. Un recital de  dos horas que parte con escenas de El bueno, el malo y el feo y que presenta dos mitades: el primer tramo hermana presente y pasado, con un preciso recorrido por clásicos para quedar sin aire, como Creeping death (con el que abren el show), Ride the lightning, The four horsemen y canciones de su alabado último álbum, Death Magnetic (2008). Ahí, el cuarteto se muestra en plena madurez instrumental, recuperando el vértigo de sus primeros años, la ruda alternancia de ritmos, los solos de Kirk Hammett y la potencia machacante del baterista Lars Ulrich. En Fuel comienzan las llamaradas desde el costado de un escenario que muestra dos pantallas LED laterales y otra gigante al centro.

Antes de Sad but true, otra de las marcas de Metallica 2.0: el constante diálogo del vocalista James Hetfield con sus fieles. "Les pedimos perdón por no haber venido en 2003", comenta ante la abortada visita de hace siete años, en las disculpas que seguramente también recibirá Santiago. Las palabras de Hetfield aparecen una y otra vez, muchas en español ("¿sienten lo que yo siento?", "¡¿están listos para recibir lo mejor?!"), demostrando que también se siente en casa: está casado con una mujer de ascendencia argentina.

La segunda mitad la inaugura One, con más explosiones desde el piso y fuegos artificiales que sobrevuelan la escena. Desde ahí, los clásicos casi no dan tregua: Master of puppets, Battery y Nothing else matters, empalmada de manera majestuosa con Enter Sandman.

Para el bis, un cover de Stone cold crazy de Queen (lo más cercano al heavy metal que llegó a crear la banda de Freddie Mercury) y el gran final con Seek & Destroy. Antes de esa canción, Hetfield agradece a los fans que han aguantado a la banda durante décadas, que han masticado todos sus giros, y habla de la gran familia Metallica. Es que en eso se ha convertido su conjunto: en una institución.