A principios de este año el anuncio de una rueda de prensa en la que Michael Jackson tenía algo importante que anunciar despertó la esperanza de miles de seguidores.

Recluido en un lugar desconocido tras ser absuelto en el juicio por abusos a menores en 2005, lo único que quería el público era volver a verlo en el escenario.

La expectación fue máxima ese 5 de marzo, una fecha que quedará para el recuerdo como la última vez que se escuchó la voz del rey. En el O2 Arena, de Londres no cabía un alfiler y gracias a las nuevas tecnologías el mundo entero pudo escuchar la frase más esperada: "Voy a tocar las canciones que mis fans quieren escuchar".

Y para eso precisamente se estaba preparando. Ajeno en Los Ángeles a los continuos rumores sobre su mal estado de salud que sus allegados se esforzaban en desmentir, el hombre de Thriller ensayaba coreografías y preparaba un espectáculo que prometía dejar a todos con la boca abierta.

Siguiendo de cerca sus ensayos estaban sus hijos con los que disfrutaba del tiempo que el trabajo le dejaba libre. Así se le pudo ver en varias ocasiones visitando tiendas de antigüedades -una de sus pasiones- y firmando autógrafos a todo aquel que le reconocía bajo su sombrero y sus lentes oscuros.

Algunos dicen que tantos ensayos le pasaron la cuenta y que en los últimos días no salía a atender a sus fans a las puertas de su casa como hacía habitualmente desde que se hiciera pública su gira de regreso. Incluso, un fan que tuvo la oportunidad de verlo de cerca durante uno de los ensayos, escribió en internet que se había sorprendido por la delgadez del artista.

En tanto, en su última entrevista, concedida en noviembre del 2007 a la revista Ebony, Jackson aseguró: "Siempre quise hacer música que inspirara a una generación. Afrontémoslo, ¿quién quiere ser mortal? Quieres crear para que dure y yo pongo lo mejor de mí en mi música porque quiero que dure".