En agosto de 1977, la policía de Nueva York arrestó a David Berkowitz, luego de que una mujer denunciara haber sido perseguida con una pistola por éste. Interrogado por la policía, el joven de 24 años admitió sin mucha presión, y hasta con una cuota de satisfacción -según testigos- ser el asesino en serie conocido como el Hijo de Sam, quien durante los 12 meses anteriores había matado a seis personas y herido a otras ocho. En las escenas del crimen, Berkowitz dejaba burlonas cartas a la policía invitándolos a atraparlo. El macabro espectáculo público en el que el joven transformaba sus crímenes lo convirtió en una infame celebridad.
Ninguna de las víctimas de "Sam" tenían una relación con él, y su motivación hasta el día de hoy (Berkowitz cumplió este año cuatro décadas en prisión) es difusa. En su momento, aseguró que seguía las órdenes de un demonio que había poseído al perro de su vecino. Luego que era parte de un culto satánico mayor que orquestó los asesinatos y después que simplemente lo hizo por su frustración de no poder hablarle a las mujeres.
Para fines de los 70, casos como el del Hijo de Sam atormentaban a las autoridades. En sólo cosa de una década, Estados Unidos debió lidiar con Berkowitz, Charles Manson, el asesino del Zodíaco y Ted Bundy. En ese contexto comienza MINDHUNTER, la nueva apuesta dramática de Netflix, que se estrena el viernes 13, y trae de regreso la huella de David Fincher a la plataforma de streaming. Una relación que se remonta a los orígenes de la programación original del servicio, con Fincher produciendo House of cards, además de dirigir dos episodios, lanzando así uno de los mayores imperios del entretenimiento moderno.
En su nuevo estreno, recién su segunda incursión televisiva, el influyente director vuelve a producir y dirigir tres episodios de la primera temporada, marcando su regreso al mundo del thriller criminal, ese que perfeccionó con películas como Los siete pecados capitales (1995) y Zodíaco (2007) -sobre todo con esta última, MINDHUNTER comparte buena parte de su ADN-.
La serie, basada en el libro de no ficción del mismo nombre, encuentra al FBI en 1977 enfrentando un cambio de paradigma, siguiendo asesinos distintos a todo lo que estaban acostumbrados. Atrás pareciera haber quedado la era de los gangsters y los criminales convencionales, en donde el perpetrador actuaba para obtener una ganancia personal y concreta.
Ahora, la gente mata a quienes no conoce, de formas cada vez más crueles y por razones que escapan a cualquier lógica.
Sin un manual que se ajuste al nuevo escenario y con métodos de investigación obsoletos, una serie de agentes debieron modernizar sus sistemas y entender la forma en cómo pensaban peligrosos asesinos para así evitar futuros derrames de sangre.
Dialogando con el enemigo
Holden Ford (Jonathan Groff, de Glee y Hamilton), personaje basado en el co-autor del libro que inspiró la serie, John E. Douglas, es un joven agente y analista de conducta criminal en el FBI, obsesionado con entender la mente de los asesinos modernos, pero que vive encontrando resistencia en la organización a la incorporación de cualquier nueva corriente de sicología y sociología para resolver los casos y entrenar nuevos reclutas.
Buscando nuevos caminos de aprendizaje, acepta la oferta del veterano agente Bill Tench (Holt McCallany) -basado en el otro co-autor del libro, Robert K. Ressler, a quien se le reconoce por haber acuñado el concepto "asesino en serie"-, de recorrer distintos poblados enseñando a los policías locales nuevas tácticas sicológicas para lidiar con los criminales.
Ford no sólo encuentra resistencia a sus teorías sobre los nuevos tipos de asesinos, tanto de policías como de su mismo compañero, sino que también se da cuenta que él mismo entiende poco de lo que está hablando. Convencido de que un sicópata no necesariamente nace así, el agente se le ocurre una idea poco convencional: visitar en las cárceles a algunos de los asesinos en serie más peligrosos del país y conversar con ellos para entender cómo funcionan, aplicando ese conocimiento a otros casos, iniciando una oscura y morbosa odisea.
Visitando a Ed Kemper (Cameron Britton), quien a principios de los 70 mató y violó (en ese orden) a diez víctimas, Ford llega a una oscura epifanía: hay bastantes más de estos casos de los que se conocen; pueden ser inteligentes y educados, y están ansiosos de contar sus historias. Sólo hay que buscarlas.
Su iniciativa terminará siendo fundamental en la creación de un departamento del FBI dedicado completamente al análisis sicológico de los criminales seriales. Para evitar la existencia de nuevos Berkowitz, hubo que pensar como ellos, en un proceso no siempre agradable.