De forma directa o indirecta, todas las películas de Star Wars giran en torno a un apellido: Skywalker. El nombre representa las dos caras de una moneda que mueve la historia: Anakin, el ex "elegido" para poner equilibrio en la Fuerza, que termina transformándose en uno de los villanos más temibles del universo, Darth Vader, y Luke, el héroe que debe resistir la tentación que hizo caer a su padre y cumplir su destino como salvador de la galaxia.

Hay más personajes y conflictos, pero finalmente, todo se reduce a los Skywalker, con peleas entremedio entre la Alianza Rebelde y el malvado Imperio galáctico. Rogue One: una historia de Star Wars, que se estrena este jueves en Chile, es la primera película en romper esa tradición, en cambio enfocándose en los héroes anónimos del conflicto y en realmente destacar el aspecto de "guerra" en La Guerra de las Galaxias.

La cinta –el primero de una serie de spin-offs de la saga- cuenta la historia inmediata antes de que comience el Episodio IV: Una nueva esperanza (1977), con los rebeldes recién enterándose de la existencia La Estrella de la Muerte, la temida base espacial que puede destruir planetas enteros.

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Las noticias motivan a la Alianza a encargarle la misión a la forajida Jyn Erso (Felicity Jones) de encontrar a Saw Gerrera (Forest Whitaker), su ex protector y un terrorista rebelde que ha capturado a un piloto imperial desertor (Riz Ahmed) quien dice tener un mensaje con detalles sobre el arma, y que tiene una conexión con el padre de Jyn, Galen Erso (Mads Mikkelsen). La heroína es acompañada del agente rebelde Cassian Andor (Diego Luna), quien tiene su propia misión paralela que cumplir, y el androide K-2SO (Alan Tudyk).

La aventura del grupo, que va sumando cada vez más integrantes, sirve para mostrar la oscura realidad de la galaxia bajo el reinado del Emperador y Darth Vader, con los Rebeldes cada vez más violentos y cínicos en su cruzada, y el Imperio en el peak de su poder, ejemplificado en el ambicioso Director Orson Krennic (Ben Mendelsohn). Las secuencias de acción a gran escala abundan, sobre todo en la elaborada batalla final, pero el tradicional espíritu de aventuras de las trilogías principales de Star Wars es reemplazado por un ambiente serio -con pocos espacios de humor- donde las consecuencias de las batallas se sienten. A pesar de eso, la historia también desliza un aire optimista, sentando las bases de lo que serían las aventuras de Luke, Leia y Han Solo.

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En sus dos horas de duración, la cinta opta por potenciar a sus personajes originales por sobre las referencias a las otras películas de la saga, pero también tiene varios guiños al universo de Star Wars, que incluyen la aparición de personajes conocidos por la audiencia. El más icónico –y probablemente el único que se puede nombrar sin caer en spoilers- es Darth Vader, cuya voz es nuevamente James Earl Jones, el registro grave ha acompañado al personaje desde sus inicios. Si bien sus apariciones no son extensas –se ha asegurado que la película no es sobre él-, el temible villano sabe cómo dejar una impresión en poco tiempo. Pocas veces se ha visto a un Vader más amenazador, presentado derechamente como un personaje de película de terror.

La cinta marca otros hitos: es la primera de Star Wars en no incluir el clásico texto inicial con la icónica banda sonora, y, según ha asegurado el estudio Lucasfilm, no tendrá una secuela.