Así se forjó la hazaña más recordada del fútbol: a 63 años del "Maracanazo"

El 16 de julio de 1950, Uruguay venció 2-1 a Brasil en la jornada final de la Copa del Mundo. Los recuerdos de sus protagonistas han dado vida a la leyenda.




Debe ser la que se considera la mayor gesta del deporte, o por lo menos del fútbol. Se escucha la palabra "Maracanazo" y todos los hinchas saben que hay que pensar en la Copa del Mundo de 1950 que Brasil organizó con la seguridad absoluta de que la ganaría. Pero el 16 de julio, en el último partido de la fase final y pese a abrir el marcador, los dueños de casa sufren la peor derrota de su historia, mientras que Uruguay, con el 2-1 que les da el título, transforma a sus jugadores en héroes.

LOS DATOS
Y como todo suceso de estas características, el tiempo alimenta los mitos y pone en duda datos. Por ejemplo, hay publicaciones que aseguran que ese día entraron 174 mil hinchas al Maracaná de Río de Janeiro, mientras que otros dicen que se sobrepasó la capacidad autorizada y que 203.567 personas vieron el partido en el recinto.

En la cancha, los datos concretos son que a los 47', Friaca abrió el marcador para Brasil, pero Juan Alberto Schiaffino (66') y Alcides Ghiggia (79') le dieron el triunfo a la "Celeste", que había llegado con un punto menos que los brasileños a la última jornada del cuadrangular que definió el título (también estaban España y Suecia).

EL PARTIDO DEL "NEGRO JEFE"
Y se terminó el carnaval. "Estos son los campeones del mundo", había titulado el diario brasileño "O Mundo" en referencia a la selección de Brasil, un día antes del partido.

Ghiggia declaró una vez que "sólo tres personas en la historia han conseguido hacer callar al Maracaná con solo un gesto: el papa Juan Pablo II, el cantante Frank Sinatra y yo". 

"No me gustó ver a aquellas 200 mil personas tristes, no me gustó ver a Río a oscuras y sin Carnaval. es la vida. Era campeón y no sentía una alegría absoluta por ello", dijo una vez Obdulio Varela, el mítico capitán uruguayo.

Y precisamente de Varela hay una serie de frases y arengas que son recordadas con más o menos coincidencias según las versiones. En lo que todos concuerdan en que el "Negro Jefe" fue vital para la hazaña.

"No piensen en toda esa gente, no miren para arriba, el partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada, nunca pasó nada. Los de afuera son de palo y en el campo seremos once para once. El partido se gana con los huevos en la punta de los botines", les dijo a sus compañeros antes del duelo.

Aunque eso de "los de afuera son de palo" también se le atribuye al defensa Schubert Gambetta.

"¡Cumplidos sólo si ganamos!" le gritó Varela a su equipo luego de que un dirigente les dijera que habrían cumplido si lograban una caída decorosa.

Y tras sufrir el primer gol, tomó la pelota y fue a reclamar un fuera de juego que no existió, sólo para enfriar el partido.

SIN PREMIACION
El mito dice que la banda ni siquiera se sabía el himno uruguayo para la premiación y el propio Jules Rimet, en ese momento presidente de la FIFA, relató el ambiente que se generó en el Maracaná con el triunfo uruguayo.

"Todo estaba previsto, excepto el triunfo de Uruguay. Una vistosa guardia de honor se formaría desde el túnel hasta el centro del campo de juego, donde estaría esperándome el capitán del equipo vencedor. Preparé mi discurso y me fui a los vestuarios pocos minutos antes de finalizar el partido (cuando estaban 1-1). Pero cuando caminaba por los pasillos se interrumpió el griterío infernal. A la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni guardia, ni himno, ni discurso", comentó.

Rimet finaliza la historia recordando que "me encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer. En el tumulto terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y casi a escondidas le entregué la estatuilla de oro, estrechándole la mano y me retiré sin poder decirle una sola palabra de felicitación para su equipo".

Y de eso han pasado ya 63 años. Brasil nunca más jugó entero de blanco y pocos discuten que fue la mayor hazaña en el fútbol, piedra fundamental de la "garra charrúa".

Pero tiempo después, el propio Obdulio Varela reconoció que "ganamos porque ganamos, nada más. Brasil era una máquina: nos llenaron a pelotazos. Métaselo en la cabeza: jugamos cien veces y sólo ganamos ésa".

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