Desde la reja de su casa, Elizabeth Bernal alza la vista y se confiesa ansiosa. Y feliz. "Cuando vino el Papa Juan Pablo II, con mi marido nos amanecimos guardando un lugar cerca del templo; íbamos haciendo postas y esta vez haremos lo mismo", explica. "Es emocionante saber que el Papa estará tan cerca de mi casa", añade.
En dos meses más, el Templo Votivo de Maipú albergará una de sus actividades más masivas, cuando el Papa Francisco realice una misa en el lugar, en el marco de su visita a Chile, programada desde el próximo 15 al 18 de enero.
Elizabeth vive al lado del templo y junto a su familia ya preparan una estrategia para poder estar lo más cerca que puedan del Pontífice. "Vamos a vivir una fiesta", cuenta.
Un par de inmuebles más allá la historia es distinta. Elizabeth y Maximiliano observan el mismo telón de fondo, pero con resignación. No con mala voluntad, sino con algo de incertidumbre. Llevan 18 años viviendo al lado del recinto y aún no se acostumbran a las consecuencias de los eventos masivos, que recurrentemente se realizan allí. El ruido, la seguridad, la basura son, dicen ellos, una historia conocida. "Cada vez que aquí se hace un evento grande, no se puede ni salir de la casa. La calle se llena de autos y el ruido hace retumbar los vidrios", cuenta ella.
La pareja relata que no es cercana a la Iglesia Católica. "Respetamos a todos los que quieran verlo, pero nosotros, hasta el momento, pensamos quedarnos acá, en la casa", explica Maximiliano.
Otros vecinos, la mayoría expectantes con la visita papal, junto con salir a saludar al líder de la Iglesia Católica, no descartan aprovechar también de vender una que otra "cosita" desde el jardín y ganarse unos pesos.
Estas son algunas de las visiones que se pueden encontrar entre los vecinos del Templo Votivo de Maipú, pero también de quienes viven cerca del Centro Penitenciario de Mujeres de San Joaquín y del Santuario del Padre Hurtado, los que tendrán al Papa a metros de sus casas durante su visita a Chile.
Una oportunidad
Probablemente, quienes tendrán la mejor vista durante la ocasión serán los habitantes del único edificio ubicado al lado de la Cárcel de Mujeres, en Vicuña Mackenna 4927.
Desde su balcón, en el piso 26, Noemí Fuenzalida puede ver el recinto completo. "Aún nadie me lo ha propuesto, pero seguramente cuando se acerque más la fecha habrá gente interesada en arrendar mi balcón. Yo no tengo problemas en aceptar a quien quiera; además, del balcón tengo todas las piezas con vista a la cárcel", cuenta la mujer.
Otro residente del edificio, David Morales, tiene una idea similar. "Creo que puede ser una buena idea arrendar el balcón ese día", dice, y añade que no le preocupa la cantidad de personas que lleguen al lugar: "Tal vez sea difícil salir en auto durante ese día, pero siempre se puede optar por caminar", opina.
Desde la otra vereda, afuera del campus San Joaquín de la U. Católica, Yolanda Rodríguez vende arepas. La mujer llegó de Venezuela hace un poco más de un año y también vive en el edificio. A pesar de que durante ese día sus ventas podrían subir, aclara que "no voy a mezclar una cosa con la otra. Para mí significa mucho esta visita desde el punto de vista espiritual, por lo que no estoy pensando en eso como un negocio". La mujer dice estar muy feliz por el Papa. "Estaba preguntando dónde iban a ser las misas para poder ir a verlo y ahora me enteré de que lo voy a tener frente a mi edificio", dijo, feliz.
Mientras, en Estación Central, a pocos metros del Santuario del Padre Hurtado, Jaqueline Figueroa tiene una visión similar. "Me parece maravilloso que venga el Papa. En la visita del Papa Juan Pablo II uno sintió la alegría con solo verlo, y esta visita será similar".
En la misma cuadra de Jaqueline vive Rosa Sandaña, quien asegura que intentará verlo: "Será un caos. Hay veces en que ha venido la Presidenta y ni siquiera a los residentes nos dejan ingresar a la calle". Claramente, son días que no dejarán indiferente a nadie.