Su nombre fue sinónimo de fiesta, y de mucha. En los 80 empezó tímidamente, con locales como el Red Pub, el New Orleans y el Brannigan's. Y durante los 90, a este barrio, que buscaba imitar a la ecléctica Bourbon Street de Nueva Orleans, llegaba la juventud de la zona oriente de la capital que se rendía a la incipiente cultura gastronómica de este lugar y a la moda de "ir de cocteles".
El barrio Suecia de fines de los 80 era también donde ese público objetivo peregrinaba en busca de los ritmos de moda a la que un tiempo alcanzó a tener éxito, la discoteque Kasbah. Incluso, a principios de los 90, algunos fueron clientes del famoso local de Miguel Piñera, el Entrenegros, cuando la farándula aún no aterrizaba para ser el centro de la noticia rosa.
Una larga lista de emprendedores vio en el sector de Suecia una mina de oro. "Era grito y plata", recuerda un empresario mendocino que partió repartiendo flyers en uno de los locales y que luego se convirtió en el dueño de un negocio.
Tanto era el interés en esa zona, que en 2000 ya no eran cinco o siete los locales, sino 70. "Fue la época en que llegaron las discos pequeñas, que querían imitar a la Kasbah pero a precios más módicos", recuerda el diseñador de alta costura José Cardoch, quien vivió en el barrio entre 1974 y 2012. "Entonces ahí quedó la crema. Empezó a llegar Pedro, Juan y Diego. Ya después eran choclones los que querían entrar a los locales", agrega.
Entrenegros, Morena y Stokolmo. Hasta allá llegaba el público del nuevo milenio, el que empezó a protagonizar riñas. "La gota que derramó el vaso fue el asesinato de Pedro Mattar, el abogado de 36 años que arrojaron al Mapocho", recuerda Cardoch, ya una especie de historiador del barrio.
Por eso, la Providencia a cargo de Cristián Labbé decidió eliminar de cuajo este sector y en 2007 aprobó un cambio del plano regulador junto a los concejales. Desde ese momento en adelante, se autorizaron ahí los edificios de más de 15 pisos y no se renovaron más las patentes de cabaret y alcoholes.
EL GRUPO DE LOS SIETE
El lugar, entonces, se convirtió en una especie de pueblo fantasma. La mayoría fue bajando sus cortinas y los neones de las fachadas fueron reemplazados por avisos de "se vende" y "se arrienda". Eso, hasta que en 2008 se empezaron a demoler las primeras casas y a llegar las grúas.
Sin embargo, hubo siete locales que lograron sobrevivir y entre los 10 proyectos inmobiliarios que convierten el antiguo barrio bohemio en un polo de oficinas, son los que le dan el color que queda al sector. A las 9 encienden sus luces y los amplificadores, y mientras en unos se siente el karaoke, en los otros son los gritos femeninos de una despedida de solteras.
A eso se dedica el Burbujas Club, frente al Hotel Holley. "El cambio nos ha venido estupendo. Con menos promociones de tragos y alboroto, se ha ido segmentado y apareciendo el ABC1", cuenta el dueño, Humberto Maturana.
Junto al Santo bar, el Lucas Bar, La Taverna-Il Paso Staff Pub, Di Tutto y Louisiana, no han querido cerrar. Están a la espera de que llegue "el otro público" que traerán los nuevos edificios, que según dice el secretario de Planificación de Providencia, Nicolás Valenzuela, aumentará a más de un millón de personas al día, entre los ejecutivos y los turistas de paso.
Para ello, proyectan extender sus servicios a la hora de almuerzo. Aunque no hay solicitudes de momento en la municipalidad, tal como cuenta Valenzuela, ellos acogerán las nuevas que lleguen y que vayan orientadas a potenciar sectores comerciales intensos como Suecia.
La llegada de la estación de la Línea 6 del Metro en 2016, también mantiene la esperanza de los locatarios. Quien apuesta por atraer a turistas es el administrador del pub Louisiana, Marco Pino. "La ubicación es privilegiada y potenciaremos la atracción del público extranjero con shows de bailes típicos, música en vivo, karaoke y fiestas temáticas", dice.
El Burbujas Club, en General Holley, apostará por un lounge en su primer nivel con almuerzos ejecutivos, para lo que el dueño ya adquirió la propiedad vecina. "Queremos instalar un restaurante a la altura de los nuevos oficinistas que llegan, pero continuaremos con el show del club por las noches", cuenta Maturana.
A sólo unos pasos está el pub Staff. Hace un mes su administrador, Antonio Leiva, renovó su patente diurna, de alcoholes y la de cabaret, que le permite realizar karaoke. En septiembre, es el turno de renovar su permiso para usar las terrazas. "Aunque la calle Suecia está más apagada, aquí el barrio va tomando forma. Donde hace unos tres años había locales abandonados, hay una tienda de rollers, una academia de peluquería instalándose y un café; qué mejor". Su estrategia va por aumentar la realización de eventos para empresas. "El uso de las terrazas durante el día será fundamental", agrega.