Siguiendo la tónica del sábado, la despedida de la edición 2017 de Lollapalooza Chicago se vivió con un Grant Park repleto. La diferencia de convocatoria entre el fin de semana y los días laborales -el evento comenzó el jueves- fue notoria, y de seguro será algo que la organización de Lollapalooza Chile tendrá en consideración para 2018, cuando la cita musical comience por primera vez un viernes.
Un comienzo de día con nubes negras en el cielo traía malos recuerdos sobre el día jueves, donde el festival debió cancelar las presentaciones de la noche por una breve pero fuerte tormenta. Pero no. El cielo terminó dando paso a un sol que trajo el calor a la última jornada del festival.
Quienes tenían la misión de cerrar el evento eran uno de los nombres que mayor expectativas generaban en el cartel: Arcade Fire. Lo del conjunto canadiense en Lollapalooza era uno de los primeros shows de la banda desde la publicación de su nuevo disco, el divisivo Everything now.
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Arcade Fire en el show. Foto: Katrina Barber (C3Presents Marketing)[/caption]
El mismo espectáculo que traerán a Chile en diciembre, cuando se presenten en el Movistar Arena. Minutos antes de que los liderados por Win Butler entraran a escena, el ambiente comenzó a tomar el carácter épico que suelen tener las presentaciones en vivo del grupo, con globos rosados cayendo sobre el público de las primeras filas y las pantallas gigantes proyectando el título del disco. A las 20.30 en punto se apagan las luces y una pantalla en el fondo del escenario se enciende con la palabra NOW ("ahora"). El grupo aparece uniformado; la mayoría de colores claros, excepto los líderes de la banda: Win Butler, con una chaqueta roja, y Regine Chassagne, con un traje del mismo color que evoca a Michael Jackson en el video de Thriller.
El público -que a diferencia de otros shows del festival, donde predominan los adolescentes, es mucho más heterogéneo- ovaciona a la banda mientras una intro instrumental se transforma en el tema que da nombre a su nuevo disco. Sin ninguna pausa, el grupo sigue con Rebellion (Lies), de su disco debut, y Here comes the night time. Si bien la banda está promocionando su nuevo álbum, su concierto no se centra en este -de hecho, ayer solo tocaron los cuatro adelantos del trabajo que se publicaron antes de lanzar el disco- repasando de forma casi equitativa toda su discografía, aunque casi siempre las canciones son interpretadas con un tinte bailable, una de las obsesiones recientes del grupo. Canciones nuevas como Signs of life y Electric blue se mezclan con el catálogo anterior de la banda, como No cars go, Neighborhood 1 (Tunnels), Reflektor y The Suburbs, que la banda dedica a David Bowie. Butler se pone político antes de Keep the car running, apuntando a Donald Trump: "Aunque Trump sea presidente, sigo creyendo en este país. Esta canción la escribimos cuando Bush fue reelecto. Ya sobrevivimos esta mierda antes".
La iluminación es parte central del show. La pantalla de fondo sirve tanto para proyectar imágenes como para cambiar de color al ritmo de las canciones. En uno de los momentos más altos del concierto, el grupo apaga prácticamente todas las luces del escenario para Sprawl II y pide al público que ilumine con las linternas de sus celulares. El grupo cierra la primera parte de su set con Neighborhood 3 (Power Out), regresando a los pocos segundos con la coreable Wake Up, tema que tradicionalmente cierra sus shows. Pero los canadienses agregan un tema más: un cover de Mind games de John Lennon, en un nuevo guiño al complicado clima político de Estados Unidos. Con los últimos acordes de la canción se cerró Lollapalooza Chicago. En unos meses más, tanto Arcade Fire, como el festival, volverán a pasar por Chile.