Ha sido utilizado en contra de seis países por parte de Estados Unidos. Eran cinco hasta ayer, antes de que el gobierno de Donald Trump decidiera emplearlo en contra de una base aérea en Siria, en respuesta, según se indicó, al supuesto ataque químico del régimen del Presidente sirio Bashar al Asad en un pueblo de rebeldes el pasado 4 de abril.

Según los especialistas, el Tomahawk es el misil favorito de Washington.  Es el mismo con el que se intentó matar a Osama bin Laden en agosto de 1998 en Afganistán, y a Sadam Husein en 2003.

Este tipo de misil no suele fallar y su principal característica es la precisión. Si en esa oportunidad no alcanzó su objetivo fue precisamente porque los hombres que se buscaba derrotar no estaban en los lugares a donde se dirigió el arma.  Y es que el Tomahawk tiene una posibilidad de error de 10 metros. Pero si es que el GPS el que falla, la falla puede dirigir al proyectil a cientos de kilómetros de distancia.

El misil tiene un alcance de hasta 1.600 kilómetros y una carga 500 kilos de explosivos que pueden demoler por completo un radio de 25 metros. Además, puede transportar bombas atómicas.

El teniente coronel de la Fuerza Aérea estadounidense, Rick Francona, señaló en conversación con CNN que el proyectil puede llegar a "niveles bajos y golpear instalaciones fijas sin ningún riesgo para una tripulación aérea". Además, poseen un avanzado sistema de navegación que les permite viajar a bajas alturas.

Su trayecto, en tanto, puede no ser lineal: James Marks, un mayor retirado del Ejército de EEUU, señaló que los Tomakawk "no necesariamente van del punto A al punto B en línea recta, sino que tomarán una especie de ruta de circunnavegación para que no puedan ser derribados".