Tres iglesias católicas en Malasia fueron atacadas con bombas incendiarias, causando daños de consideración en uno de esos templos, mientras grupos musulmanes prometieron hoy que impedirán a los cristianos utilizar la palabra "Alá", en una intensificación de la tensión religiosa en el país multiétnico.
Muchos malayos musulmanes, que representan el 60% de la población, están indignados por una decisión reciente del tribunal superior, que revocó la prohibición para que los católicos usaran "Alá" como traducción de Dios en la edición en malayo del diario principal, el Herald.
El gobierno alega que "Alá", una palabra árabe que data de antes del islam, es exclusiva de la fe y, por extensión, de los malayos. Se ha negado a hacer una excepción, pese a que la edición malaya del Herald sólo es leída por tribus indígenas cristianas en los remotos estados de Saba y Sarawak.
Durante las oraciones del viernes en dos mezquitas principales del centro de la capital, Kuala Lumpur, jóvenes creyentes portaron estandartes y pronunciaron discursos ardientes, jurando defender al islam.
"No permitiremos que la palabra Alá sea inscrita en sus iglesias", gritó un manifestante mediante un altavoz en la mezquita Kampung Bahru. Aproximadamente otras 50 personas llevaban carteles que leían: "La herejía proviene de palabras mal empleadas" y "Alá es sólo para nosotros".
"El islam está sobre todo. Cada ciudadano debe respetar eso", afirmó Ahmad Johari, quien asistió a las oraciones en la Mezquita Nacional. "Espero que la corte entienda el sentimiento de la mayoría musulmana de Malasia. Podemos luchar hasta la muerte por este asunto", agregó.
Malasia es visto a menudo como un modelo para otros países islámicos debido a su desarrollo económico, su sociedad progresista y una coexistencia generalmente pacífica entre la mayoría malaya y las minorías étnicas chinas e indias, que son principalmente cristianas, budistas e hindúes.
La controversia por el uso de la palabra "Alá", sin embargo, tiene el potencial de echar por tierra tal armonía, abrir una brecha racial profunda y ahuyentar la necesaria inversión extranjera mientras el país se esfuerza penosamente por salir de la crisis financiera mundial.